El ánimo estaba restaurado en ambos equipos. Cruz Azul había logrado volver a ganar en la Liga y el paso en la Copa estable; Tigres, campeón que no se encuentra consigo mismo, también venía de ganar. Pero en el cara a cara no lograron descifrarse y terminaron sin goles en el estadio Azul.

Ambos equipos aún lejos de la zona de clasificación. La Máquina llegó con 9 puntos que lo ubicaban en el puesto 14. Tigres en el peldaño 12, con 11.

Los celestes controlaron los primeros minutos, es verdad; otra vez con esa dinámica de no soltar la pelota, pero con llegadas imprecisas y definiciones blandas y erráticas.

En 10 minutos, Martín Cauteruccio ya había conseguido meterse al área en tres ocasiones, pero en dos el tiro fue desviado y el tercero a las manos del arquero.

Un cuarto de hora, y la primera clara de Tigres era para preocupar a los rivales. El imparable Jürgen Damm se metió al área y en un autopase la pelota se le fue larga en lo que parecía la jugada de mayor peligro hasta entonces.

Los de la UANL cobraron confianza y empezaron a hacerse notar en terreno cementero. André-Pierre Gignac llegó con habilidad por la izquierda y mientras los aficionados de la Máquina temblaban, el francés desperdició la oportunidad.

Entonces Tigres empezó a imponer su personalidad, a pesar de que perdió a Luis Advíncula, quien cayó fulminado por un dolor repentino, por lo que fue relevado por Luis Rodríguez.

Mientras los celestes luchaban por encontrar un poco de sosiego ante la incapacidad de definir con mejor suerte –Cauteruccio volvió a desperdiciar–, Tigres, en cambio, hacía estremecer en cada avance.

Al volver del intermedio el juego subió de voltaje. Cruz Azul quería aprovechar la inercia anímica de sus recientes victorias, pero sin mucho resultado.

Sin embargo, la presión de los cementeros al menos logró replegar a los Tigres, que no perdieron su potencial ofensivo.

El empate a cero resultó un engaño aparente, pues sin que nadie abriera el marcador, lograron regalar un partido dinámico y apasionado.

Después del partido, Miguel Mejía Barón acudió con la prensa en lugar de Ricardo Tuca Ferretti, quien cumplió su segundo encuentro de sanción tras los disturbios en el estadio del Veracruz. Después de que evaluó de positivo el juego, hizo una declaración muy sui generis: “Vengo en lugar del Tuca. Lo hago por disciplina. Pero no me quiero ir sin decir unas palabras. Me da la sensación de que (en el futbol) hay una doble moral, porque existen directores deportivos que se escandalizan con el primer grito de ‘puto’ que hace el público (en los despejes). Yo lo veo divertido, me parece algo jocoso, no como algo malvado. Pero esos directivos que se escandalizan permiten (sic) artes criminales que son malos ejemplos para los niños”, dijo e inmediatamente después se marchó.

En su turno, el entrenador celeste Francisco Jémez estaba satisfecho por su equipo. Fue un partido precioso. Ambos equipos salimos a buscar la victoria. Quizás enfrentamos a la mejor plantilla del torneo, al campeón y vimos que no somos peor que ninguno, afirmó