Más que princesas
uchas mujeres pensamos que los derechos no son excluyentes de las flores. Hay un feminismo democrático, anticapitalista y complejo que propone eliminar actos lacrimógenos y acusaciones generalizadas a los hombres porque eso resta seriedad al movimiento y porque no todos los hombres son violadores ni feminicidas. Están también nuestros hermanos, amigos y compañeros solidarios con nuestra lucha.
Merecemos todos los derechos y también las flores: ser respetadas y amadas. Hagamos un feminismo incluyente, maduro y propositivo, con la permanente realización de tareas concretas en lo jurídico, laboral, académico y sobre todo educativo.
Porque, hasta ahora, somos las mujeres quienes más participamos y definimos cómo se educa a la niñez.
Aplaudimos lo que muchas mujeres hacen en la investigación, en las artes o mediante talleres con niñas y niños.
¿Se acuerdan de Para leer al Pato Donald? Este ensayo –o manual de descolonización, como lo presentan sus autores, el belga Armand Mattelart y el chileno Ariel Dorfman– analiza las historietas de Walt Disney como reflejo de la ideología dominante y su efecto colonizador en la cultura de masas en Latinoamérica. Siguiendo esa línea, mujeres chilenas y argentinas se han puesto a analizar los mensajes implícitos de sumisión, pasividad y frivolidad que transmiten a la infancia personajes como Cenicienta, Blanca Nieves y otras princesitas, cuya felicidad gira alrededor de ser elegidas por un príncipe azul.
Así se crearon los primeros talleres de desprincesamiento
, mismos que se iniciaron en una oficina del Ministerio de Justicia y Derechos humanos de Chile y han tenido mucho éxito. Otras modalidades se ofrecen ya en las redes multiplicando el diseño original.
“Este tipo de taller –dicen las conductoras– tiene la idea de entregar herramientas a las niñas para que crezcan libres de prejuicios y estereotipos de género. Las niñas pueden ser heroínas, piratas, científicas y muchas cosas más; lo que buscamos es que no se pongan límites. Cada taller consiste en seis clases para niñas de 9 a 15 años de edad, con actividades prácticas, videos, canciones y debates”.
¿Quién no ha caído en la trampa de la enorme industria destinada a promover el estereotipo de princesas al comprar una mochila, cuadernos, coronas, trajecitos o joyitas
, para regalar a una niña?
Hombres y mujeres estamos hasta cierto punto atrapados en estereotipos capitalistas de relación. Hay que romperlos y reinventarlos a través de la educación. Es el camino.