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Las cumbres de Cancún: Alberto Betancourt Posada En diciembre de 2016, México fue sede de cuatro importantes reuniones internacionales: la Décimo Tercera Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 13-CDB), la Segunda COP del Protocolo de Nagoya sobre Acceso a los Recursos Genéticos y Participación Justa y Equitativa en los Beneficios que se Deriven de su Utilización, la Octava COP del Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad de la Biotecnología y la cumbre “indígena” Mu’uch Tambal. Las cumbres de Cancún constituyeron un importante acontecimiento científico, político, diplomático, económico y mediático, por ser el espacio más importante de definición de la estrategia global de conservación de la biodiversidad. Durante el evento chocaron los hierros intelectuales de dos paradigmas completamente contrapuestos: la mercantilización de la naturaleza versus la defensa de los bienes comunes y el reencantamiento de la vida maravillosa. El primero representa una continuación de la ciencia colonial, “desde arriba” y “desde afuera”, en que instancias como el Grupo Banco Mundial, la Agencia de Desarrollo Alemana y el Fondo Japonés para la Biodiversidad han impulsado un modelo de conservación ligado a la lógica de las ganancias, con el que pretenden re-colonizar el mundo. En contrapunto, y desafortunadamente en notable minoría, el movimiento comunitario exigió que el CDB actualice sus principios y retome con seriedad los elementos de la Declaración de Derechos Indígenas la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y respete los territorios, los saberes, los valores comunitarios y las prácticas productivas indígenas. El consecuente reconocimiento de los lazos entre diversidad cultural y diversidad biológica implicaría formular un modelo de conservación basado en la participación de los pueblos indígenas en el diseño de las estrategias locales, nacionales y globales. El paradigma mercantilista se caracteriza por su afán de lucro. “Los recursos se conservan mejor si les ponemos precio”, solía decir en sus buenos tiempos la maestra Julia Carabias, cuyas ideas y emisarios merodearon el Moon Palace, hotel asentado ilegalmente, en el que los delegados se desplazaban en carritos de golf. Uno de los rasgos de las cumbres de Cancún fue el espíritu empresarial que “logró” abrir la conservación al mundo de los negocios. Braulio Ferreira de Souza Dias, presidente saliente de la Secretaría Ejecutiva del CDB, señaló en su balance final que 130 grandes empresas asistieron al Caribe mexicano y optaron por ver las inversiones en conservación de la biodiversidad como una oportunidad para obtener innovaciones redituables. El gobierno mexicano, dijo, “promovió con entusiasmo la incorporación de los sectores agrícola, turístico, pesquero y forestal a [al negocio de] la conservación”. Y reconoció el importante papel que juega actualmente el Grupo Banco Mundial en la autorización de los créditos y en la supervisión de las actividades de conservación en el mundo. Podemos agregar que efectivamente esa institución, sin mínimos parámetros democráticos ni rigor científico, se ha erigido en el cerebro financiero que impone los criterios (neoliberales) de conservación-colonización de los centros de origen de la biodiversidad. Por ejemplo, durante la cumbre del Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad, llamada Mu’uch Tambal, Yoko Watanabe, especialista en recursos naturales del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, que es la oficina ambiental del Grupo Banco Mundial, señaló que el banco ha apoyado dos mil 500 proyectos relacionados con pueblos indígenas, los cuales juegan un lugar cada vez más importante en la conservación. El documento “Un nuevo clima para los bosques”, que sirve de guía para el financiamiento de esas iniciativas, establece que los proyectos se proponen intervenir, por medio de la reestructuración productiva, en el cambio de las actividades y los valores tradicionales, por actividades turísticas y extractivas de mayor valor comercial, así como reordenar el uso del suelo ajustándolos a los lineamientos dictados por el Banco Mundial. Dichos proyectos dirigidos a los pueblos indígenas se aplicarán en bosques, en los que habitan mil millones personas pobres “y aproximadamente dos mil culturas indígenas”. El documento propone como principal instrumento de conservación la creación de áreas naturales protegidas, en las que se practique un ordenamiento forestal basado en la reestructuración productiva y el reordenamiento territorial, para mantener en funcionamiento los servicios ambientales brindados por los bosques. La reunión del protocolo de Nagoya y la efectuada para actualizar el Convenio de Bioseguridad de Cartagena adoptaron medidas que pondrán en grave peligro los conocimientos y la biodiversidad del planeta, que podría sufrir una seria erosión genética por el uso de transgénicos y organismos vivos modificados (transgénicos más quimeras de la biología sintética) en la vida silvestre y los cultivos agrícolas. A contrapelo, la lucha de los pueblos indígenas si logró tener presencia y plasmar algunas reivindicaciones, que pueden servir como instrumentos importantes para resistir la colonización-conservación y para combatir al paradigma instrumentalista-extractivista que pretende privatizar los conocimientos tradicionales. Entre las medida obtenidas, mencionadas en el propio discurso de Ferreira de Souza, se encuentran por ejemplo las ideas del documento “Miradas locales sobre la biodiversidad”, que estableció la importancia de la diversidad biocultural en la resiliencia social y ecológica al cambio climático, así como el reconocimiento del rol que juegan en la salud de los ecosistemas la propiedad de la tierra y las actividades económicas tradicionales. El documento vertió algunas de sus inquietudes en el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020. Midas, hijo del rey Grodinas fue ambicioso desde niño. Obsesionado durante su propio reinado por la riqueza, cuando Dionisio le ofreció concederle un deseo pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro. Su nuevo don le impidió saciar su hambre y su sed; alimentos y vino se transformaban en metal. El presidente Enrique Peña Nieto y su secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano Alamán, encarnaron el espíritu del rey Midas durante la cumbre usando su papel de anfitriones, para abrir la puerta a negocios que pondrán en grave riesgo al planeta. En contrapunto, los habitantes de la Tierra Profunda, los pueblos originarios y las comunidades locales, sus intelectuales y su filosofía también estuvieron ahí para defender sus territorios y los centros de origen de la agricultura, donde su sabiduría se objetiva en la co-creación de algunos de los paisajes mejor conservados del mundo y en un continuo incremento de la agrodiversidad. En la CDB continúa el duelo entre dos paradigmas: la mercantilización y el re-encantamiento de la naturaleza. Debemos continuar la lucha y llegar mejor preparados a la COP 14, que se realizará en El Cairo, Egipto.
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