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Los Centros de Origen de las Arturo Argueta Villamar Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, UNAM En diciembre pasado, México fue anfitrión de la Décimo Tercera Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), instrumento central para la conservación y el uso de la biodiversidad; de la Segunda Conferencia del Protocolo de Nagoya. y de la Octava Conferencia sobre el Protocolo de Cartagena. De acuerdo con los temas que ahí se discutieron, y dado que México es parte de uno de los ocho centros de origen de plantas cultivadas del mundo (Mesoamérica) y uno de los diez países megadiversos biológica y culturalmente del planeta, es muy importante analizar las visiones y los proyectos de conservación de la diversidad cultural y biológica. Destaca la enorme trascendencia de que México sea cuna de procesos de domesticación, en marcha hoy día, y de refinados conocimientos indígenas y campesinos sobre el ambiente y las plantas. Las investigaciones más recientes señalan que en el área del actual territorio de México y Centroamérica, los pueblos originarios protagonizaron una intensa labor de domesticación de plantas y animales que permitió convertir a esta región en un importante centro de origen, diversificación y distribución de una gran variedad de cultivos vegetales y animales. La domesticación implicó el establecimiento de un proceso de relaciones mutuas entre nuestra diversidad cultural y nuestra diversidad biológica. Consecuentemente, y aquí se encuentra nuestra primera afirmación: si queremos conservar nuestra diversidad biológica, se deben preservar los cultivos, los derechos, los conocimientos y los territorios y apoyar la permanencia de los pueblos que han conservado una amplia variedad de especies silvestres y han enriquecido la diversidad agrícola y biológica. Nuestra condición de país centro de origen, diversificación y distribución de numerosos cultivos nos hermana con otras regiones del mundo que también tienen esta condición y que, consecuentemente, comparten con México el interés por recuperar la historia de la domesticación, y valorarla como parte fundamental del proceso de consolidación de la especie humana. Comparten la presencia de culturas que han desarrollado modos de vida capaces de preservar ecosistemas frágiles, y sobre todo –y esta es nuestra segunda afirmación–, la necesidad de defender la diversidad cultural como única manera de resguardar la soberanía y la cultura de los distintos pueblos y sus valiosos recursos naturales. Podremos apreciar cabalmente los patrimonios naturales y culturales de nuestro país sólo cuando entendamos los procesos de largo plazo, como los ocurridos en la domesticación de plantas y animales en la historia de la humanidad, donde destaca el papel de los pueblos originarios del mundo como preservadores y continuadores de las prácticas, los saberes y los modos de vida que han permitido la conservación de la diversidad biológica. Y aquí se encuentra el meollo de nuestra tercera afirmación: se nos reconoce en el mundo por la enorme riqueza cultural e histórica, lo cual hace que nuestro país tenga un lugar y un perfil privilegiadamente diferenciados. Esa historia y ese perfil no son adorno vano; nos han permitido resistir, subsistir y proyectarnos al futuro como un país que tiene propuestas, como parte uno de los ocho centros de origen de plantas cultivadas, Mesoamérica, en el marco de la preservación de la diversidad silvestre, el enriquecimiento de la diversidad agrícola y los esfuerzos para la alimentación de la población mundial. Según los datos de Nikolai I. Vavilov (1932), los pueblos y culturas del mundo domesticaron alrededor de 750 especies (sus subespecies y variedades) que hoy son el principal acervo de alimentos, pero también de medicinas, fibras, aceites, materiales de construcción, ornato y ceremoniales, entre otros muchos recursos, en el mundo contemporáneo. México y los países de Centroamérica aportaron alrededor de 110 de esas 750 especies, es decir más de 14 por ciento y lo más interesante de todo es que dicho proceso continúa hoy día en manos de los pueblos originarios, campesinos, afrodescendientes, artesanos, pescadores, entre otros. Una exposición para poner de relieve estos procesos de largo plazo, junto con algunos de sus riegos y procesos destructivos así como de propuestas y florecimiento de alternativas, se encuentra actualmente en el Museo Nacional de las Culturas, del Instituto Nacional de Antropología e Historia, ubicado en Moneda 13, a un costado del Palacio Nacional. Les invitamos cordialmente a que la visiten. Está abierta todos los días, excepto los lunes.
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