Ante la falta de albergues, habitan cuartos de mala muerte, dicen académicos
Martes 14 de marzo de 2017, p. 7
Mexicali, BC.
La migración en Tijuana y Mexicali es un asunto preocupante que debe ocupar a las autoridades del estado y de la Federación, pues no hay políticas públicas ni recursos para habilitar albergues y dar atención a mexicanos, centroamericanos y haitianos desplazados de zonas de violencia y deportados de Estados Unidos, expuso el director de la Coalición Prodefensa del Migrante, José Moreno Mena.
Destacó que en Tijuana actualmente operan 38 albergues y 12 en Mexicali; ambos son temporales y no todos están habilitados para los migrantes, que ante ello suelen hospedarse en cuartos de mala muerte, casas acondicionadas como hoteles e iglesias.
Moreno recordó que de 2004 a 2007 la mayoría de los viajeros que acudían a los albergues eran mexicanos, pero un censo arrojó que en 2016, 18 por ciento fueron connacionales, 70 por ciento haitianos, y el resto centroamericanos. Estas cifras, dijo, podrían revertirse una vez que la administración de Donald Trump aplique su política migratoria.
Las deportaciones masivas de mexicanos van a llegar tarde o temprano, porque es la intención de Trump; aún no lo hace por falta de recursos, pero Baja California tiende a convertirse en un refugio de migrantes y deportados de Estados Unidos
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Moreno Mena, también académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de Baja California, organismo que preside desde la década de los 90 y coordina los esfuerzos de las principales y más comprometidas organizaciones sociales de atención a migrantes en Tijuana y Mexicali, comentó que hasta el momento no hay deportaciones masivas como se esperaba, pero es cuestión de tiempo, ya que el gobierno de Trump está a la espera de que se apruebe el presupuesto.
Respecto de los haitianos, el Instituto Nacional de Migración señala que existen alrededor de tres mil 500 en la región, mientras que un estudio de El Colegio de la Frontera Norte estima que son 3 mil 300. La mayor parte de los desplazados se incorporan al mercado informal, en actividades como la venta de chicles, pan y comida. Otros han ingresado al sector formal a invitación de empresarios de Tijuana y Mexicali.