¿Celebrar la expropiación?
¿Logros de la reforma?
Tipo de cambio y alfileres
ercano ya el 79 aniversario de la expropiación petrolera, habrá que ver dónde celebra el gobierno, en qué tono y, sobre todo, cómo justifica lo injustificable, porque de aquella decisión cardenista y su repercusión política, económica y social no queda ni un chisguete en el discurso oficial. Sólo el recuerdo histórico, si bien va.
El primer aniversario conmemorativo que le tocó presidir a Enrique Peña Nieto fue el 18 de marzo de 2013, y en pomposo cuan multitudinario acto celebrado en la refinería de Salamanca, Guanajuato, afirmó que de Pemex no vendía ni un tornillo, porque la reforma energética nunca ha postulado la privatización
, mientras Luis Videgaray expresaba que el giro energético es para que el país crezca
, la entonces paraestatal opere con transparencia
(Emilio Lozoya aplaudió como enano al escuchar esa frase) y, desde luego, hacerla de clase mundial
.
Lo anterior, aderezado con el compromiso
presidencial de bajar los precios de los combustibles y ni un gasolinazo más. El siguiente acto conmemorativo fue en 2014, y el gobierno peñanietista públicamente lo celebró en Cosoleacaque, Veracruz, al viejo estilo corporativo. En 2015, con una prueba de masas
–todos los petroleros acarreados– en Paraíso, Tabasco, los reformadores estaban felices, porque ya perfilaban los jugosos negocios con oro negro nacional. Y un año después, en 2016, ya con la reforma en operación, se encerraron en la Torre de Pemex, en Marina Nacional.
Y en el recorrido, ni crecimiento ni transparencia ni clase mundial
, ni combustibles baratos, ni nada, pero sí jugosísimos negocios privados a costillas de la nación: destrozaron a la gallina y se quedaron con los huevos de oro negro. El ingreso se desplomó, al igual que la exportación y la producción. La empresa está en quiebra técnica, las finanzas en el suelo y la corrupción en el cielo. Pero algo deben inventar, porque la ceremonia conmemorativa de la expropiación cardenista forma parte del calendario cívico legal 2017, de acuerdo con la pauta establecida por la Secretaría de Gobernación.
Habrá que ver a los creativos gubernamentales, pero en vía de mientras Consultores Internacionales ofrece un análisis sobre la circunstancia petrolera nacional, del que se toman los siguientes pasajes. Va, pues.
En vísperas del Día de la Expropiación Petrolera, cabe recordar que el sector energético es y será sin duda uno de los estratégicos para México. Nuestro país es el octavo productor de crudo a escala mundial y principal proveedor del energético a Estados Unidos; en 2016, Petróleos Mexicanos (Pemex) registró ventas totales por 52 mil millones de dólares e ingresos por exportaciones de crudo por 15 mil 575 millones. Sin embargo, importamos más de 50 por ciento de las gasolinas que consumimos y las tomas clandestinas generan pérdidas millonarias al país.
En algún momento México apostó por el petróleo como principal producto de exportación y mecanismo para el crecimiento y el desarrollo económico; se llegó a decir que deberíamos estar preparados para administrar la abundancia
que generaría el oro negro. Sin embargo, pese a la riqueza que significaría este recurso natural, no se ha llevado a cabo una adecuada administración y explotación, lo que incluso, en algunos momentos, ha generado más desequilibrios y problemas estructurales para el país que beneficios y crecimiento económico.
Por ejemplos se pueden señalar los episodios de la llamada enfermedad holandesa
durante los años 70 y 80, en los que el aumento de los precios del petróleo y los descubrimientos de nuevos yacimientos provocaron un influjo masivo de capitales que llevaron a dispendios irresponsables y luego a crisis severas. A pesar de que el petróleo representó por mucho tiempo la mayor fuente de divisas y recursos para el sector público, nunca se logró destinar una cantidad suficiente de fondos para construir una infraestructura de refinación suficiente para abastecer las necesidades internas de combustibles.
Asimismo, los desequilibrios en las finanzas públicas, pasivos crecientes con cargo al erario público y actos de corrupción, entre otros, que involucran a Pemex, la ahora denominada empresa productiva del Estado, que por muchos años fue el monopolio responsable de la industria petrolera en nuestro país.
La dependencia del petróleo que la economía ha tenido por años desembocó en consecuencias que son de todos conocidas: elevado endeudamiento, ensanchamiento de la burocracia, desequilibrios fiscales, dependencia del exterior, crecimiento en el pasivo laboral por pensiones en Pemex, reducción en la perspectiva de las calificadoras crediticias, rezago en materia económica, comercial y competitiva, además de constantes ajustes al gasto, entre otros. Bajo la experiencia vivida y su relación con el petróleo, ¿es posible hacer qué el oro negro vuelva a brillar para México?
Más allá de la supuesta recuperación en las cotizaciones internacionales del petróleo, existen los elementos y la oportunidad histórica para que la riqueza petrolera del país se convierta en detonante del crecimiento económico, que aporte investigación y desarrollo tecnológico de vanguardia y deje de ser la gallina de los huevos de oro para unos cuantos.
Las claves son: disciplina, competitividad del sector, transparencia, eficacia operativa, simetría con otras ramas del ámbito energético, vinculación con las pequeñas y medianas empresas, aumento de la inversión productiva, mejorar la capacidad de exploración en aguas profundas y en terrenos complicados a los que sólo se puede acceder con la tecnología adecuada, generar esquemas novedosos de financiamiento público y privado, aumentar el número de competidores en toda la cadena productiva, desde la exploración hasta la refinación, el gas, la petroquímica y derivados, todo esto bajo principios de sustentabilidad ambiental y distribución de la riqueza petrolera con la sociedad (Nota del columnista: aunque todo eso se lo han dejado a las trasnacionales para negocios privados).
Las rebanadas del pastel
Se inició la semana cambiaria con el dólar ligeramente por debajo de los 20 bilimbiques por uno. ¿Cuánto aguantarán las alfileres?... El duende de imprenta estaba más turbado que nunca y ayer una de las cabezas de México SA amaneció distinta a la original. ¿Qué va de ir a huir? Sólo el duende.
Twitter: @cafevega