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Presentaron en Bellas Artes Cuando el cielo se pinta de anaranjado, libro de la periodista

Irma Gallo propone ser mujer en México desde la creación de actos de fraternidad
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Irma Gallo, flanqueada por Elizabeth Palacios y Mónica Mateos, el miércoles, en la sala Adamo BoariFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Viernes 10 de marzo de 2017, p. 6

Ser mujer. Ser mujer en México. Vivir en una lucha constante por la equidad, por defender los derechos de las mujeres y de quienes no nacieron con ese género pero habitan cuerpos de hombres.

Historias, muchas, que la periodista Irma Gallo reúne en el libro Cuando el cielo se pinta de anaranjado, publicado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, que fue presentado la noche del miércoles en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes. Ese trabajo responde a la pregunta, ¿qué significa ser mujer en México?

Irma cuenta en su libro que ser mujer en México es perder a los hijos por decir alto a la violencia, por denunciar al padre, al esposo agresor, o ser encarcelada por matar en legítima defensa a un violador, o ser discriminada por no tener atributos biológicos femeninos, o por el simple hecho de besar a otra mujer, o resignarse a la soledad y el abandono en la vejez, dijo Mónica Mateos, periodista de La Jornada.

Este día (el Internacional de la Mujer) debe ser un llamado a la autocrítica y, a partir de ahí, construir un nuevo feminismo, como dice Irma, ante todo incluyente, irreverente y revolucionario, porque ser mujer en este país todavía es una situación muy difícil, como describe la autora en estas historias, en las que da voz a madres que fueron deportadas y buscan recuperar a sus hijos, mujeres con proyectos de arte y cultura, de mujeres que viven en la Casa Xochiquetzal que brinda un lugar a las sexoservidoras de la tercera edad, hay un trabajo sobre depresión posparto, las mujeres transexuales.

No todos los relatos tienen final feliz, pero sí hay atisbos de esperanza porque nos hacen saber que en muchos terrenos hay mujeres que trabajan para construir redes, frenar injusticias, sobre todo, para educarse y educarnos en el respeto, la tolerancia, la igualdad, e insistir siempre en que más que hablar de feminismo se necesita construir actos de solidaridad.

Retos de los hombres

La periodista Elizabeth Palacios destacó la presencia de hombres durante la presentación Cuando el cielo se pinta de anaranjado y los invitó a leer el libro, porque perspectiva de género no es cosa de mujeres: género tiene que ver con comenzar a ver el mundo desde otra perspectiva. Los hombres tienen sus propios retos, como construir esa nueva masculinidad, reconocer lo que ha sido ser hombre en México pero a partir de entender esta parte de la historia que son las mujeres.

Las historias que cuenta Irma Gallo ofrecen una mirada más cercana, cotidiana, diferente a como lo haría un académico. Son historias que nos hacen sentir empatía, y toca temas como las violaciones al derecho al debido proceso, al derecho reproductivo, del derecho al aborto.

Cuenta la lucha de las mujeres que buscan recuperar a sus hijos y que también es una historia de esperanza: nos dice que la lucha no se acaba, y no es la lucha de las feministas que marchan, de programas de género, las académicas, sino de todas las mujeres desde que nos levantamos. No es luchar por estar peleando con los hombres, sino construirnos un nuevo espacio en el mundo.

Propuso recuperar la solidaridad, palabra que habla de la hermandad, algo que es muy bueno y en lo personal lo he vivido es que cuando estamos saliendo de un trance o de una situación de violencia es cuando podemos encontrar en otras mujeres ese camino no para la solución mágica, sino para viajar acompañadas en búsqueda de la solución. Irma no dice qué pensar y hacer, muestra hechos, historias y creo ahora mismo que no hay más cosa que nos vaya a salvar como escritores o periodistas que las historias.

Irma Gallo fue la última en hablar y recordó que le tocó vivir en una familia “donde no existen ni la iniquidad ni mucho menos la violencia de género (…) Mi hermana y yo crecimos pensando que no por ser mujeres íbamos a tener mejor derecho que los hombres, así que ya de adulta, cuando empecé a trabajar y me di cuenta de que sí es cierto que son muy pocas las mujeres que llegan a tener puestos directivos y que los salarios de ellas siempre son menores a los de ellos, me causó mucha sorpresa”.

En su andar de reportera, explicó, fui encontrando historias de violencia y feminicidio. Me di cuenta de que las cosas estaban peor de lo que pensé y de que no podía, no quería, quedarme callada porque eso me convertía en cómplice de quienes cometen estas atrocidades por todo el país. Este es un pequeño paso. Nada más. Todavía hay mucho por hacer.