Domingo 19 de febrero de 2017, p. a16
En el libro Domingo de Revolución, una joven poeta, personaje estelar de esa historia, afirma: Sin Cuba no existo. Yo soy mi isla
.
Reside en La Habana, aunque viaja a Nueva York, Ciudad de México y París.
Dice vivir en un país donde, al parecer, se habían puesto de acuerdo para tirarme la puerta en la cara, o acaso era mi neurosis la que generaba ese fenómeno
.
Habita una vieja mansión en El Vedado; ahí la depresión hace mella en su existencia, se siente acorralada en la capital de esa isla que es una palangana de sal rodeada de agua por todas partes
.
Llama a no asombrarse de nada, pues en Cuba, dice, cualquier cosa puede suceder.
Piensa, entre muchas ideas que se agolpan en el cerebro, que forzar el oráculo o arreglar su rumbo
es para ella el siguiente paso.
Rencontrarse con amigos no basta para enderezar el derrotero de su día a día, pues cuando se está deprimido cualquier idea abastracta
perturba.
Cuando alude a las vicisitudes de su patria, tras el asedio estadunidense de más de cinco décadas, apunta que la escasez nos emborronó el cuerpo y aprendimos a vestir con casi nada, con lo que pudimos heredar, reciclar, recuperar del naufragio
.
Wendy Guerra (La Habana, 1970), autora de Domingo de Revolución, postula que nada ni nadie tiene potestad para alejarnos de nuestro destino y, frente a la falta de claridad en su persona, en la Cuba que transita de manera cotidiana, tiene la convicción de que ese país grita lo que siente
.
La protagonista de esa historia piensa que hurgar en el pasado es un tabú y que la infancia es la estación más solitaria e injusta del mundo, todos disponen, gobiernan e intervienen en el argumento de tu existencia
.
En referencia a la Revolución Cubana, que encabezó el comandante Fidel Castro (1926-2016), reprocha: Nadie me preguntó si mi corazón estaba a la izquierda o la derecha, nadie averiguó cuál era mi posición con respecto a este largo gobierno
.
En relación con México, comparte que este país le causa dolor y seducción.
La joven poeta se enamora de un actor estadunidense; éste devela circunstancias personales de la cubana, la obnubila y finalmente la abandona. Tal fracaso tiene que ver con la realidad que colabora y te derriba cualquier indicio de triunfo por pequeño o luminoso que sea
.
Esta obra perfila el retrato de una generación inmersa en un proceso histórico, pues nuestros defectos son parte de la idiosincrasia con la que cargamos a todas partes
Mediante la ficción, Wendy Guerra plantea que hay una gran diferencia entre lo real y lo verosímil
.
La protagonista celebra que vuelva a ver sus libros de Borges, Martí, Cortázar, Salinger.
El deshielo entre Cuba y Estados Unidos, en las postrimerías del gobierno de Barack Obama, también figura en la trama.
La bipolaridad del momento, a casi seis décadas de espera, desata la incertidumbre y múltiples expectativas en los pueblos y gobiernos de los dos países. Se trata, sentencia la protagonista, de espiar la realidad para narrarla
.
Título: Domingo de Revolución
Autora: Wendy Guerra
Editorial: Anagrama
Número de páginas: 224