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Arriban al AICM 136 connacionales

‘‘Voy a ver qué onda; tengo mi diploma’’: repatriado
 
Periódico La Jornada
Viernes 17 de febrero de 2017, p. 5

Después de pasar nueve años en prisión en Estados Unidos, Javier regresó ayer a la Ciudad de México, de donde es originario. Dejó el país en 1999, se estableció en Seattle, Washington, donde trabajó en la construcción y puso un negocio de venta de automóviles.

Sin embargo, su sueño americano dio un giro de 180 grados al ser detenido por presuntamente haber asesinado a un hombre. ‘‘Fue una pelea, yo sólo me defendí’’, aseguró en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), adonde llegó junto con 135 repatriados más en un vuelo procedente de Nuevo México.

‘‘Están duras las leyes allá. Te puedes defender cuando alguien llega a tu casa a querer hacerte daño, lo matas, por ejemplo, y a ti te va mal, a ti te detienen’’, dijo.

Visiblemente cansado, con sus pocas pertenencias en un costal, mencionó que a pesar de lo vivido regresará a Estados Unidos o viajará a Canadá. ‘‘He escuchado que hay oportunidades allá también, y se van a incrementar con esto que está pasando con (Donald) Trump’’.

Luis y Martín son otros de los connacionales que llegaron ayer. A ellos los detuvieron por posesión de drogas. A Luis, de 24 años, sus padres se lo llevaron a Oregón cuando era un bebé. La policía lo detuvo ‘‘por mal portado… no más por drogas y todo ese desmadre’’, dijo.

Antes de ser trasladado al país estuvo dos años en prisión. Allá estudió hasta la preparatoria, por ello consideró que al menos eso le ayudará a buscar un trabajo aquí. ‘‘Voy a ver qué onda. Tengo mi diploma’’.

Martín vivió 30 años en Seattle, donde dejó a su esposa e hijos. Sin mucho tiempo para hablar porque debía abordar un vuelo hacia Guadalajara, de donde es originario, mencionó que también estuvo involucrado en problemas con drogas y por eso lo regresaron. ‘‘Ahorita no sé qué va a pasar. Pienso ponerme a trabajar y volver’’.

Marco, en cambio, no tenía infracciones; se dedicaba a trabajar de pintor de casas en Seattle. Pero una mañana una patrulla le aventó las luces. ‘‘Yo pensé que era la policía; esta persona me dijo que le diera la licencia, se la di. Me dijo que era agente Servicio de Inmigración y Control de Aduanas’’. Después lo deportaron. Vivirá en su casa de Iztapalapa