n grupo formado por cerca de 20 mil científicos, al que se suman cada día más investigadores y académicos en Estados Unidos, ha elaborado una pronunciamiento en el que se oponen tajantemente a la orden ejecutiva firmada por el presidente Donald Trump, que suspende por 90 días las visas y otros beneficios para ciudadanos de Libia, Irán, Irak, Siria, Somalia, Sudán y Yemen. Los firmantes de la carta abierta, entre los que se encuentran 40 premios Nobel, expresan su preocupación por las condiciones poco realistas que se han puesto para suspender este decreto presidencial, por lo que estiman probable que se convierta en una condición permanente. Si bien la orden se refiere a los siete países señalados, en mi opinión podría eventualmente ser aplicada a otras naciones, cuyos habitantes sean considerados indeseables por Trump.
La oposición a la orden ejecutiva en la carta abierta de los científicos se basa en tres argumentos: 1. Es discriminatoria, pues está dirigida contra un grupo de inmigrantes y no inmigrantes sobre la base de sus países de origen, los cuales tienen mayoría musulmana. 2. Es perjudicial para los intereses nacionales de Estados Unidos, pues daña significativamente el liderazgo estadunidense en la educación superior y la investigación y 3. Desgarra a las familias, restringiendo la entrada de sus miembros que viven fuera y limitan la capacidad de viajar para aquellos que residen y trabajan en los Estados Unidos.
El segundo punto, que se refiere a los efectos de la medida sobre la investigación, es particularmente importante, pues puede ser aplicable a los científicos de todas las nacionalidades, incluidos los mexicanos que pudieran ser afectados con las medidas antinmigrantes, pues el pronunciamiento considera que la orden ejecutiva limita las colaboraciones con los investigadores al restringir su entrada a Estados Unidos y puede conducir potencialmente a la salida de muchas personas con talento que son actuales y futuros investigadores y empresarios en ese país.
Pero este no es el único ejemplo de la acción de los científicos frente a los despropósitos del actual ocupante de la Casa Blanca. Florece una iniciativa para realizar una marcha de protesta de científicos contra la administración de Trump, motivada por el ejemplo de la realizada hace algunos días por grupos de mujeres y por las concepciones expresadas por el nuevo mandatario y sus colaboradores, al negar las evidencias científicas sobre cambio climático o la teoría de la evolución, entre otros temas, que incluyen la relación de la vacunación infantil con el autismo. Aunque todavía no hay una fecha definida para la marcha que se realizaría en Washington y otras ciudades, de acuerdo con el diario británico The Guardian, el viernes pasado el Twitter del grupo había ganado 124 mil seguidores en tan sólo 24 horas, y cerca de medio millón de personas se habían unido a la página de Facebook del grupo.
Puede afirmarse que la comunidad científica de Estados Unidos (y del mundo) se encuentra en estado de alerta ante las medidas que pudiera emprender el inquilino de la Casa Blanca en contra de la ciencia. Aunque también priva la incertidumbre, y para algunos todavía es prematuro saber con precisión cuál será la política que seguirá el nuevo gobierno en ciencia y tecnología. Pero hay varios indicios, pues entre las primeras medidas ya adoptadas se incluye un plan de energía que reitera la promesa de derogar las regulaciones sobre cambio climático establecidas durante el gobierno de Barack Obama, se pone énfasis en los combustibles fósiles y se guarda silencio sobre las energías renovables. En el campo de la salud, aún no se sabe qué va a pasar; el único hecho fue ratificar al director de los Institutos Nacionales de Salud, el célebre genetista Francis Collins, aunque este nombramiento es sólo temporal. La discusión de todos estos temas está más viva que nunca, como puede verse en los contenidos recientes de las principales revistas científicas del mundo. Pero esta tensión también se observa en otros lugares, como México.
Ayer dos instituciones de educación superior e investigación de nuestro país publicaron sendos comunicados en los que rechazan las medidas anunciadas por el presidente Donald Trump contra México y los mexicanos. La Universidad Nacional Autónoma de México llama a la unidad basada en la pluralidad, a la deliberación responsable y rigurosa de los universitarios, y a la búsqueda de alternativas para enfrentar lo que considera uno de los mayores desafíos en la historia de nuestro país. Señala que México debe diversificar sus relaciones con Latinoamérica y el mundo y unirse a los sectores de la sociedad estadunidense que están en contra de las acciones de su presidente. Resalta la necesidad de que el país se prepare para recibir a los estudiantes que puedan ser obligados a abandonar Estados Unidos, y espera que el gobierno federal y el Congreso de la Unión tomen decisiones congruentes con el interés nacional y que sean dignas de un país soberano. Un pronunciamiento a la altura de lo que los mexicanos esperamos de nuestra máxima casa de estudios. En un sentido semejante se pronunció también la Universidad de Guadalajara… Como muy pocas veces, la tensión se encuentra al máximo.