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Ver día anteriorLunes 30 de enero de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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El muro: atentado contra la biodiversidad
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rece la indignación en México, en nuestro vecino al norte y en otros países por la actitud imperial de quien habita la Casa Blanca. Hay excepciones, como el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, experto en muros para aislar al pueblo palestino. En lo que sucede tiene mucha culpa el grupo de incondicionales que rodea al presidente Peña Nieto y el descrédito que arrastra la clase política, los integrantes de los poderes Legislativo y Judicial, y la cúspide de la burocracia federal por su corrupción, altos salarios y prerrogativas.

Los errores comienzan cuando el entonces secretario de Hacienda Luis Videgaray invita al candidato Trump a visitar al presidente sin cumplir con las mínimas normas diplomáticas. El magnate que había tratado de criminales y violadores a nuestros migrantes, después de la visita dice querernos mucho.

Cesado el señor Videgaray por su torpeza, regresa al gabinete como secretario de Relaciones Exteriores poco antes de que Trump asuma su cargo. Elogios de los columnistas oficiales por su designación, pues Videgaray se lleva bien con el yerno del ex animador de shows televisivos y del concurso Miss Universo. Llego a aprender, confiesa Videgaray. Pero es de lento aprendizaje: mientras vuela a Washington a tratar asuntos básicos de la agenda bilateral, Trump hace oficial la construcción del muro limítrofe entre las dos naciones y que lo pagará México. Además, aprueba la expulsión de los migrantes ilegales. En vez de regresarse ante tales anuncios, se queda con el titular de Economía, el señor Guajardo, negociando lo innegociable. Declara después que virtualmente no pasaba nada y todo se arreglaría en buenos términos.

Pasaba y mucho. Peña Nieto aprovecha la televisión para expresar con lugares comunes su firme decisión de defender la dignidad del país y sus migrantes. Y que decidirá si viaja a Washington a reunirse con Trump el 30 de enero, luego de consultar con la Comisión Permanente del Congreso y la Conferencia Nacional de Gobernadores. Aclara que México no pagará la construcción del muro. Trump no tarda en responderle: si México no lo paga, no hay caso de reunirse con Peña que, horas más tarde, anuncia la suspensión de su visita.

La cancelación del viaje (que exigió muy oportunamente el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano) desata el apoyo de los partidos políticos, algunos prominentes empresarios y las organizaciones sociales. Todos a una exigen la defensa de los intereses nacionales. El Partido Verde publica un desplegado lacayuno, tipo PRI. Esto ocurre cuando Peña Nieto cuenta apenas con 10 por ciento de aprobación ciudadana. Hasta el cuarto hombre más rico del mundo plantea en una reunión con los medios una política para contrarrestar algunas de las medidas de Trump contra México: empleo, mayor consumo interno e inversiones, lo que falta en el país desde hace lustros.

Mientras, los responsables del Medio Ambiente y Recursos Naturales enmudecen ante los daños que el muro causará a los dos países. Un ejemplo: la Reserva de la Biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, declarada Patrimonio Natural de la Humanidad por la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura. Se trata del más grande desierto de arena de América de Norte, el más biodiverso del mundo y muy importante para la ciencia. Resaltan su belleza, las cambiantes dunas de arena y 10 cráteres enormes, profundos y circulares.

El Pinacate y Gran Desierto de Altar se extiende desde Sonora y Baja California Sur hasta Arizona y California en Estados Unidos. Es el hogar de numerosas especies: más de mil de flora y fauna; de mamíferos, reptiles, aves, anfibios, peces endémicos. Allí viven especies únicas, amenazadas y en peligro de extinción. Como el berrendo, el borrego cimarrón, el monstruo de gila y la tortuga de desierto.

Pero esa inmensa unidad biológica, a la que se suman otras no menos importantes, estará en grave peligro de construirse lo que resta del muro para sellar la frontera sur de Estados Unidos con México. Además de ser un agravio para nuestro país, el muro echa por tierra los exitosos programas binacionales sobre el medio ambiente y los recursos naturales. Es un severo golpe a una biodiversidad común para la que nunca han existido fronteras.