Durante el segundo día de actividades del coloquio internacional χρωμα Color Tlapalli: el cromatismo en el arte grecorromano y mexica, que se realiza en El Colegio Nacional, el antropólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma ofreció la conferencia Antecedentes del estudio de la pintura mural mexica, en la que destacó el hallazgo en 1964, en la calle Argentina del Centro Histórico de la Ciudad de México, de un adoratorio y un mural que lo revestía, como muestra relevante de que los mexicas habían visitado Teotihuacán y se habían apropiado de los elementos pictóricos de esa cultura.

Matos se refirió a los tres especialistas cuya existencia en la época prehispánica se ha registrado: los que se dedicaban a pintar códices, verdaderas miniaturas que lo mismo contenían datos históricos o religiosos, que genealogías; quienes pintaban la realidad al natural, y aquellos que pintaban murales en casas y palacios sobre una fina capa de estuco, quienes también se encargaban de decorar las esculturas que representaban a sus dioses.

Señaló que, de acuerdo con el investigador Leopoldo Batres y los primeros registros, la paleta mexica se reducía a los colores rojo, amarillo, azul, blanco y negro.

En cuanto a las tareas de excavación del adoratorio hallado en 1964, cuya anecdótica solución final la proporcionaría un albañil, al proponer que se sacara en bloque dicho mural. Lo relevante es que sus elementos pictóricos nos recuerdan a Teotihuacán. Ello nos lleva a pensar en la recuperación del pasado teotihuacano por los mexicas, quienes al no saber quién construyó ese sitio, se lo asignaron a los dioses, llegando a tal grado que en sus mitos marcan a Teotihuacán como el lugar del inicio del Quinto Sol.

De acuerdo con las investigaciones de Leonardo López Luján, se ha comprobado que los mexicas incluso fueron a Teotihuacán para excavar. Los mexicas recuperaron e imitaron objetos teotihuacanos. La pieza es muestra de ello, dijo Matos.

El adoratorio y mural, concluyó, corresponde a la etapa seis del Templo Mayor. Fue hallado dirigido al oriente, igual que los templos que flanquean el mayor centro ceremonial mexica, y es una imitación de los viejos dioses teotihuacanos. Hoy dicho mural puede apreciarse en el Museo Nacional de Antropología.