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La música de Café Society, nuevo filme de Woody Allen
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Periódico La Jornada
Sábado 31 de diciembre de 2016, p. a16

Mis dos momentos mejores en el cine durante 2016: Youth, de Paolo Sorrentino, y Café Society, de Woody Allen.

La música de ambos filmes es fuera de serie.

Ya el Disquero reseñó en su oportunidad el álbum doble que contiene la música de carne y espíritu del filme anterior de Sorrentino: La grande belleza. He aquí el link de esa reseña:

www.jornada.unam.mx/2014/06/ 28/disquero/a16n1dis

Esa obra maestra de dos discos reúne en su primer volumen la música del placer carnal y en el segundo el éxtasis espiritual (Arvo Part, entre los autores citados).

En este 2016 se estrenó en México Youth, otra pieza magistral de Paolo Sorrentino, cuya música es también grandiosa. Este es el vínculo para leer la reseña del Disquero en esa ocasión:

www.jornada.unam.mx/2016/06/ 04/cultura/a12n1dis

Ocasión inolvidable, los tonos dorados, la atmósfera exquisitamente romántica y la sabiduría musical de Woody Allen, brotaron como un hermoso géiser en Café Society, cuya música es una verdadera delicia.

El soundtrack de esta película aparece como el cierre de año ideal para escuchar música a placer. Porque es un placer el disco entero. Desde su track inicial, Lady is a Tramp, la atmósfera se llena del rocío benigno, tibiecito y acariciante, que esparce un géiser.

La música de este disco pone de buenas.

Curioso. Escuchándolo una y otra vez, experimenté sensaciones tan agradables que mucho me recordaron al efecto orgánico que causa en el escucha la música barroca. Ambas, la que suena en el nuevo filme de Allen como la música del periodo Barroco, fueron creadas para crear belleza frente al horror.

Porque la belleza, como el amor, siempre es la respuesta.

La música que habita Café Society fue escrita entre 1919 y 1931, periodo harto difícil en Estados Unidos. La sabiduría musical de Woody Allen completa ese estado del alma (porque eso es el filme Café Society, un estado del alma), con la fotografía magistral de Vittorio Storaro, quien ilumina el alma del filme con tonos dorados: en las estancias, en las ropas de los personajes, en los atardeceres, los paisajes, las playas y en especial en la escena del amanecer en el Central Park. Inolvidable.

Una impronta.

Decía que la pieza inicial del disco, Lady is a Tramp, es una delicia. Luce en su esplendor la excelente Nighthawks Orchestra, fundada y dirigida por el maestro Vince Giordano, cómplice perfecto de Woody Allen. Ambos han colaborado en por lo menos media docena de filmes woodyalenescos.

La batería con escobillas en esta pieza inicial es sencillamente sensacional, en diálogos exquisitos con el piano, que lleva la voz cantante en esa obra maestra de Richard Rodgers y Lorenz Hart.

Por cierto, una de las muchas lecturas de este bellísimo soundtrack es que se trata de un espléndido homenaje a esa pareja, Rodgers and Hart, creadores de toda una época, hacedores de la educación sentimental de varias generaciones.

Por ejemplo, el track 5, I didn’t know what time it was, de Rodgers and Hart, es una joya, tomada de la versión original, un disco de 78 revoluciones por minuto, con la orquesta de Benny Goodman, ese clarinetista insuperable. Y como las casualidades no existen sino las causalidades, pues sucede que Woody Allen es un estupendo clarinetista, como el Disquero ha podido constatar en vivo en distintas ocasiones.

Y hablando de joyas, el track sexto también lo es. Taxi War Dance, pieza bailable interpretada por la Orquesta de Count Basie, con él por supuesto al piano y el sax supremo de Lester Young (el único hombre que amó verdaderamente a Billie Holiday. El la bautizó Lady Day). Atmósfera similar de la siguiente pieza en el disco: Zing! Went the Strings of my Heart, para dar paso a un clásico de clásicos: Manhattan, de Rodgers and Hart, con su melodía inconfundible, como el aroma de una mujer. Su piel, su pelo, sus ojos. Su sonrisa. Géiser.

Música para bailar de a cachetito, que así, por cierto, se llama uno de los discos de Vince Giordano con sus Blackhawks: Cheek to Cheeek. Al igual que de él recomiendo The Music of The Cotton Club, música que suena en ese filme de Francis Ford Coppola.

Enseguida, My Romance, otro clásico exquisito, también de la pareja Rodgers and Hart, que precede a otra pieza muy bailable: Pick Yourself Up, hilvanada con otra pieza muy entrañable: I only have eyes for you y enseguida, la puritita gozadera: El Manisero. Y todos de buenas, felices y contentos.

Que todos seamos felices y estemos contentos en el año que está por iniciar. Gracias, 2016; vamos con todo, 2017.

Los abraza,

El Disquero.

[email protected]