La tejedora recibió el galardón del gobierno mexicano en el rubro de artes populares
Heredó de su madre y su abuela los oficios del bordado en telar de cintura y el teñido con añil
Comparte su legado con las nuevas generaciones de su comunidad
Creó la organización Tamachichíjhuatl, para rescatar las técnicas de tintura y de piezas típicas de Hueyapan
Viernes 30 de diciembre de 2016, p. 2
La pasión de Manuela Cecilia Lino Bello por combinar colores y bordar comenzó en 1949, cuando a los siete años se inició en las artes del tejido en telar de cintura, gracias al conocimiento que le transmitieron su madre y su abuela.
“Mi mamacita y mi abuelita me enseñaron desde niña. Mi ropa era del color del borrego, mi abuelita los cuidaba y yo la acompañaba; tenía siete años cuando empecé, claro que las más grandes tenían su malacate para hilar y les pedía que me hicieran uno, y así aprendí.
Mis primeros hilados sirvieron para mis cintos, porque unos me quedaban delgados y otros más gruesos; los usaba con mi falda negra y mi camisa de labores. Me quedé en cuarto año de primaria y me da mucha ilusión que mis hijos siguieran adelante y estudiaran
, comenta en entrevista telefónica Lino Bello, originaria de Hueyapan, Puebla, y Premio Nacional de Artes y Literatura 2016, en la categoría de Artes y Tradiciones Populares.
Las figuras de flores, árboles, pájaros y grecas de diferentes colores sobresalen en las prendas que elabora Manuela Cecilia Lino, quien a sus 74 años todavía disfruta teñir con añil, como hacía su abuela.
Me gusta mucho el teñido, combinar colores, aunque ya no veo bien; hay personas que trabajan conmigo y me ayudan a bordar, pero yo selecciono mis colores y también los guío para las grecas
, explica la galardonada, cuyos textiles son únicos.
En Hueyapan, municipio de la parte norte del estado de Puebla, doña Manuela comparte su manera de tratar y tejer la lana con las nuevas generaciones, así como el teñido con añil y cochinilla. Pasa horas explicando cómo le gusta que le borden un chal, ya sea con punto de cruz o punto de lado, que también le llaman de doble vista.
Con voz pausada, Lino reitera que en su trabajo lo que más disfruta es teñir y formar los bordados con dibujos de animalitos
, esos que desde niña ha visto. En sus prendas hay bordados conejos, ardillas, perros, pájaros y venados.
También se emociona al hablar de los colores. La base principal es el añil, porque se logra el negro y varios azules; de la cochinilla sale un rojo y rosa intenso, depende de la hierba que recolectemos
.
La bordadora señala que los jóvenes prefieren las prendas de un solo color, ya sea blanco o azul, para que puedan combinarla con su ropa.
Con su dedicación y el trabajo de otras bordadoras, Lino Bello preservó la elaboración de piezas textiles tradicionales. Fue a finales de la década de los años 70 que empleados del Instituto Nacional Indigenista de Teziutlán, Puebla, orientaron a las mujeres en la comercialización de sus prendas y las capacitaron también en la venta de sus productos, para evitar a los intermediarios.
No siempre fue fácil
De esa época, doña Manuela recuerda: Empezamos a sacar productos y grandes cantidades. Una parte se llevaba a Chiapas y otra a Colima. Fonart escogió lo que teníamos que hacer, como unos chales regulares, para que no salieran tan caros y los compraran
.
Pero no todo fue fácil para Lino Bello. Señala que hubo momentos en que la artesanía no le dejaba ganancias y también trabajó con máquinas de pedal para hacer trajes regionales de su pueblo. De esos trajes ya ni hay, toda la ropa está hecha como se visten los jóvenes; en mis tiempos las mujeres usábamos faldas con mucho vuelo, les llamábamos de carpas; ahora se visten de otra forma
.
Las bordadoras, junto con Lino Bello, se organizaron y crearon la organización Tamachichíjhuatl, que logró congregar hasta 200 mujeres nahuas, y doña Manuela fue su presidenta durante 12 años. De esta forma se rescataron las técnicas de tintura, bordados y de piezas tradicionales de Hueyapan, como el tomicotón y el chal.
Para Lino Bello es importante que no se dejen de elaborar los textiles y que los jóvenes preserven las tradiciones de sus ancestros.
Ahora que me invitaron a recibir mi premio me dio mucha ilusión, gusto y hasta miedo, porque no estamos acostumbrados a salir mucho
, señala Manuela Cecilia Lino, quien con su talento y valor preserva los conocimientos antiguos que le fueron legados.