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Leer en libertad nuestra historia inmediata
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ace unos días, la Brigada para Leer en Libertad cumplió siete años. No contaré su historia ni su celebración, porque ya lo hizo Paco Ignacio Taibo II (http://www.jornada.unam.mx/2016/12/ 09/opinion/022a1pol y http://www.jornada.unam.mx/2016/12/ 10/opinion/033a1soc). Escribo este artículo para recordar que entre sus muchos méritos está el de rescatar la historia de los movimientos políticos y sociales de nuestro pasado reciente.

La Brigada nos regala más de 130 libros que pueden descargarse gratuitamente aquí (http://brigadaparaleerenlibertad.com/ descargas/ ).Entre ellos, algunos que cuentan el inicio de la lucha sostenida por el pueblo mexicano contra la dictadura priísta, como El movimiento médico: 1964-1965, de Ricardo Pozas Horcasitas; 68: gesta, fiesta y protesta, de Humberto Musacchio, y Guerrero bronco, de Armando Bartra. Otros, que son historia y crónica de los diversos movimientos sociales de los años 70 y 80 que desembocaron en la derrota del PRI en 1988 y la sustitución de la dictadura priísta –por la fuerza y desde arriba– por el régimen neoliberal.

Así, Pedro Moctezuma nos cuenta lo que dice el título de su libro, La chispa: orígenes del movimiento urbano popular en el valle de México; Humberto Musacchio, en Ciudad quebrada, la reacción social, la organización solidaria frente al terremoto de 1985, y Raúl Bautista González, Superbarrio, su experiencia en La ciudad, la otra.

Sobre el movimiento obrero de aquellos años están la espléndida crónica de la huelga de Motores Xalostoc, de Francisco Pérez-Arce, La huelga que vivimos; la resistencia permanente de los barrios obreros en Jorge Belarmino Fernández, San Ecatepec de los obreros; la maravillosa historia de las obreras textiles de la maquila, en Irapuato mi amor, de Paco Ignacio Taibo II. Más cercanas en el tiempo, para recordarnos que el neoliberalismo es aún peor con la clase trabajadora que el autoritarismo priísta, Arturo Cano en Cananea y Aarón Álvarez Vargas en Taxco en lucha, nos muestran la resistencia contra una minería depredadora coludida con gobiernos entreguistas y represores.

La lucha campesina en defensa de la tierra y contra los cacicazgos priístas está contada en Las milpas de la ira, de Armando Bartra, y en Siembra de concreto, cosecha de la ira, de Luis Hernández Navarro, quien también escribe una obra imprescindible para entender esa derivación de la resistencia campesina que son las policías comunitarias y las autodefensas: Hermanos en armas. La resistencia de los maestros frente a las devastadoras reformas neoliberales contra la educación pública y las condiciones laborales, tiene un insuperable cronista en Luis Hernández Navarro: Cero en conducta, No habrá recreo y La novena ola magisterial. Derivado del movimiento magisterial y alcanzando a otros sectores, Fabrizio Mejía nos recuerda la batalla por Oaxaca en 2006, en México indómito.

En fin: la aún no resuelta tragedia que pintó de cuerpo entero al régimen neoliberal y al gobierno de Peña Nieto, los niveles de colusión de los tres niveles de gobierno con el crimen organizado y la impiedad de sus personeros, es abordada por Federico Mastrogiovanni en Los 43 de Ayotzinapa, y por Jorge Belarmino en Julio César Mondragón.

Francisco Pérez-Arce busca darle un sentido general a los movimientos políticos y sociales entre 1968 y 1988 en El principio. Comparto su idea central, expuesta al principio de este artículo: ha sido la sociedad organizada la que destruyó gradualmente la dictadura priísta. Añado a ello, a partir del punto en donde Pérez-Arce deja su historia (1988), que la transición a la democracia que creímos podría ser la llave de una transformación mucho más profunda, no lo fue, y que la misma democratización gradual del país fue cancelada por los poderes fácticos en 2003-2006.

Estas historias, que cambiaron el rostro del país, que forzaron a un régimen autoritario a abrirse gradualmente, son de enorme pertinencia, pues los intelectuales orgánicos han hecho lo imposible por convencernos no sólo de que vivimos en democracia, también de que en la ya felizmente coronada transición a la democracia, el actor central es el gobierno y la democracia en que dicen que vivimos, una graciosa concesión del régimen.

Ya hablaremos de la moda académico-política de la transicionología. Baste por hoy señalar que los libros que la Brigada nos regala (y las discusiones que generan en las calles y las plazas, con sus autores) apuntan a un cambio de enfoque fundamental y son una poderosa llamada de atención: demuestran que el sujeto central de los cambios políticos recientes es el pueblo, la sociedad organizada. Estos libros, pequeña muestra de las movilizaciones que barrieron al PRI (Pérez-Arce incluye una vasta bibliografía sobre decenas de episodios más), son una puerta de entrada a ese universo, tan poco estudiado, tan mal conocido, que quieren que olvidemos.

Gracias Paloma, gracias Paco, gracias a todos los camaradas de la Brigada por demostrarnos también esto.

Twitter: @HistoriaPedro

Blog: lacabezadevilla.wordpress.com