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Puebla Experiencia de Agroecología María Luisa Albores Unión de Cooperativas Tosepan [email protected] Con el relato de esta experiencia, mostraremos quién es la Tosepan. Somos una organización indígena-campesina de los grupos originarios náhuat y tutunaku, con 39 años de trabajo ininterrumpidos. Vivimos en la Sierra Nororiental de Puebla y en la Sierra Totonaca de Veracruz. Algunos cientos de compañeros que vivían en cinco comunidades del municipio de Cuetzalan, Puebla, iniciaron nuestra organización. Actualmente somos más de 35 mil cooperativistas que habitamos 430 pueblos en 29 municipios. La historia de la Tosepan está ligada completamente a su misión y razón de ser, vigente hasta la fecha: “Mejorar la calidad de vida de las familias de los socios, a través del trabajo organizado para avanzar hacia la construcción de un proyecto de Vida Buena/Yeknemilis, en náhuat”. Nuestra Unión de Cooperativas Tosepan es altamente diversificada, al igual que el modo de producción campesino. Agrupa a ocho cooperativas y a tres asociaciones civiles. Una de las cooperativas se encarga de impulsar la producción orgánica en nuestras parcelas y de producir las plantas que necesitamos para conservar la vegetación que tenemos; otra nos ofrece los servicios financieros que requerimos; una más nos acopia, transforma y comercializa los productos que cosechamos; otra busca incubar proyectos productivos que generen empleos e ingresos a grupos de mujeres y de jóvenes; otra más ofrece servicios de ecoturismo a los visitantes de nuestra región; los servicios de salud son atendidos por otra cooperativa; una más tiene la responsabilidad de facilitarnos la construcción y el mejoramiento de nuestras viviendas. La capacitación, la formación de los actuales y de los futuros cooperativistas, así como la asistencia técnica que requerimos, también son atendidos por nuestra Unión de Cooperativas Tosepan. La Unión de Cooperativas Tosepan es inquieta y responde a nuestro propio proceso de vida en el día a día. Quienes la formamos en su mayoría somos indígenas (78 por ciento) y mujeres (64 por ciento). Por eso se ha tenido mucha sensibilidad de respuesta para resolver los problemas que nos aquejan en la vida cotidiana. Nuestro modelo cooperativo se basa en los valores de la cosmovisión o forma de ver la vida que tenemos y que coinciden en mucho con el de la economía social y solidaria que tiene como eje central a la vida, a la persona, a la tierra, a las plantas, a los animales. Desde esta mirada hemos construido el modelo de vida de la Tosepan. Este modelo embona con el modo de producción campesina, con la agroecología, donde el territorio es el espacio que nos sirve para reproducir la vida y lo que somos, donde prevalece una mirada de respeto. El territorio es el lugar que nos ve nacer, en él crecemos y en él moriremos. Por eso al momento de sembrar y de cuidar de nuestros animales pedimos a la madre tierra y al padre sol que provean para que tengamos buenas cosechas. No sembramos con la idea de obtener ganancias económicas, sembramos para reproducir con dignidad nuestra vida y la de los demás. En 2001 la Tosepan inició su incursión en la producción de café orgánico. Fue un paso importante para la organización, y para los socios fue voltear el rostro al pasado para reconocer el trabajo de l@s abuel@s, valorando cómo ellos cuidaban la tierra, el agua, las plantas y los animales del cafetal. Fue como un regresar al ser y hacer campesino, que se guía por la luna para realizar sus prácticas agrícolas; que produce abonos o alimentos para la tierra de manera natural; que pide permiso cuando chapea, porque le va a quitar parte de su cobija a la madre tierra; que traza curvas de nivel para cuidar el suelo; que le hace la media luna al cafeto para colocarle su alimento; que respeta los árboles nativos que dan sombra al cafetal, porque dan cobijo y alimento a aves y abejas, mismas que contribuyen a dispersar la semilla o a polinizar las flores. Así hemos construido los Kuojtakiloyan/Jardines de café, que son los cafetales más diversificados del país, pues en una hectárea pueden encontrarse más de 120 especies de plantas con un valor de uso ritual (para curar el susto, el mal aire, el ojo, para la ofrenda, etcétera), medicinal, para combustible, de consumo familiar, para intercambio, para venta regional o para la exportación (café y pimienta gorda). El manejo integrado en el control de plagas y enfermedades ha disminuido la incidencia de la broca y de la roya del café. El daño sufrido ha sido mucho menor que en otras regiones cafetaleras del país. El 2014 fue declarado “el Año de la Soberanía Alimentaria” en la Tosepan.Desde entonces los cooperativistas intensificamos la producción de maíz orgánico; establecimos huertos y gallineros en la mayoría de nuestros hogares; diseñamos el producto financiero denominado “creditraspatio”; impartimos talleres de capacitación sobre la manera de preparar comidas y jugos nutritivos; realizamos el video Corazones de Maíz, la Lotería de los Alimentos y un recetario de quelites; llevamos a cabo degustaciones para compartir comidas tradicionales; efectuamos eventos para hacer trueque de alimentos producidos en el traspatio y de semillas de maíz, frijol, quelites, chiles y calabazas. Desde 2003 en la Tosepan hemos trabajado para recuperar la abeja nativa conocida en la región como pisilnekmej, de la que se obtiene miel virgen, polen, propóleo y cera. Esta abeja fue domesticada desde antes de que llegaran los españoles a México y la forma de cultivarla se conserva desde entonces: en mancuernas de ollitas de barro. La miel tiene un sabor agridulce y contiene muchas propiedades medicinales; el polen es rico en proteínas; la cera se utiliza como pegamento, pero también tiene propiedades cicatrizantes; el propóleo o takauil se utiliza para curar enfermedades de las vías respiratorias. En la Tosepan hemos aprovechado las características cosméticas que tienen la miel y la cera para producir champú, crema y gel. La identidad de un maseual Tosepan se refleja claramente en lo que siente y piensa. Cito textualmente dos párrafo que un cooperativista compartió en un taller en 2016: “Nosotros creemos que la tierra está viva y es como nosotros. La tierra tiene sus huesos y son las piedras, es lo que la sostiene. Imagínense que fuéramos pura carne, no podríamos sostenernos. Por eso decimos que las piedras, las rocas, son muy importantes. “Esto es lo que nos hace ser maseual y nos hace diferentes. Porque creemos que el territorio y todo lo que existe en él tiene sus propios guardianes y los respetamos y lo que nos diferencia es que queremos lo que hacemos, le tenemos amor a nuestro trabajo”. El sentido de pertenencia y permanencia en nuestro territorio nos da identidad, y lo decimos en pleno siglo XXI, ante el embate y despojo que quiere hacernos el sistema capitalista. Aquí estamos y seguiremos dignamente de pie, caminando en nuestro territorio, que es sagrado.
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