Opinión
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Kubrick musical
A

demás de muchas otras cosas importantes que Stanley Kubrick (1928-1999) dejó como legado cinematográfico a lo largo de su brillante y controvertida carrera, su cine contiene un trabajo musical que le ha sido reconocido sólo parcialmente. ¿A qué me refiero? A que todo buen cinéfilo conoce (o debería conocer) los hitos musicales que caracterizan al cine de Kubrick a partir de 2001: Odisea del espacio (1968), pero la mayoría ignora el inteligente uso de la música que habita las películas anteriores del singular cineasta oriundo del Bronx.

En este ámbito, sin duda lo más destacado está en las sólidas partituras creadas por Gerald Fried para el primer corto documental de Kubrick, Día de la pelea (1951), y sus tempranas películas de ficción: Miedo y deseo (1953), El beso del asesino (1955), Casta de malditos (1956) y Patrulla infernal (1957). El segundo corto de Kubrick, El padre volador (1951) fue musicalizado de manera igualmente eficaz por Nathaniel Shilkret. Para Espartaco (1960), Kubrick contó con los servicios de Alex North, y el destacado arreglista Nelson Riddle se encargó de lo fundamental de la pista musical de Lolita (1962), mientras Laurie Johnson redactó las escuetas secuencias de música militarista para Dr. Insólito (1964). En las pistas sonoras estos dos últimos filmes, como ocurriría en algunas otras de las películas de Kubrick, se encuentran también varias canciones de la época.

Vino después 2001: Odisea del espacio, que significó un auténtico parteaguas fílmico en muchos sentidos, incluyendo un soundtrack de proporciones míticas armado a partir de obras de Richard Strauss, György Ligeti, Johann Strauss y Aram Khachaturian. A partir de entonces, Kubrick incluyó diversas piezas de música clásica en la continuidad musical de casi todos sus filmes, con la excepción de Cara de guerra (1987) cuya música original es obra de Abigail Mead (seudónimo de su hija, Vivian Kubrick). Para Barry Lyndon (1975) eligió un buen número de obras de época, desde el barroco hasta el clásico temprano, complementadas con música tradicional irlandesa. Naranja mecánica (1971) incluye algunos tracks originales de Walter Carlos quien, ya transformado en Wendy Carlos, proporcionó también música para El resplandor (1980). En la última película de Kubrick, Ojos bien cerrados (1999), las piezas de Shostakovich, Ligeti y Liszt están arropadas en notables músicas originales de Jocelyn Pook y, como en otros casos, con piezas populares de época, entre ellas Extraños en la noche.

Si bien los soundtracks de las películas tardías de Kubrick han circulado ampliamente (el LP de Naranja mecánica obtuvo incluso un Disco de Oro), la música de sus filmes tempranos es prácticamente desconocida, pero puede ser escuchada en un interesante CD titulado Strangelove: Music from the Films of Stanley Kubrick, que contiene fragmentos de, entre otras, las partituras de Día de la pelea, Miedo y deseo, El beso del asesino, Casta de malditos, Patrulla infernal y Lolita. El soundtrack de Espartaco compuesto por Alex North ha tenido circulación comercial, como la tuvo también la música original (muy buena) que el propio North compuso para 2001: Odisea del espacio y que Kubrick decidió no utilizar.

Todo esto viene a cuento porque hace un par de días se inauguró, en la galería de la Cineteca Nacional, Stanley Kubrick: la exposición, muestra itinerante originada hace 12 años en Alemania y que ha recorrido hasta ahora 16 ciudades por el mundo con un éxito arrollador. Vale mucho la pena verla (estará montada hasta abril de 2017) por la cantidad y variedad de imágenes y objetos que contiene, relacionados con toda la filmografía de Kubrick, porque ha sido montada con una museografía de cualidades muy especiales y porque, entre muchas otras riquezas, incluye un pequeño espacio en el que se exploran a fondo las singulares y efectivas ideas de Kubrick sobre la dramaturgia musical de sus películas. Tanto para kubrickianos de corazón como para cinéfilos incipientes, la exposición es una inmersión total, fascinante, en el mundo de este lúcido, escéptico y genial cineasta. No hay que perdérsela.