Aplicar recortes a investigación, educación y salud por la necesidad del gobierno de reducir su gasto es un desatino vandálico de quienes manejan los recursos públicos, afirmó el director de investigación del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER), Moisés Selman Lama, al recibir anoche el Premio Heberto Castillo 2016 de manos del jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera.

Nacido en Chile, donde estudió la carrera de medicina, Selman llegó a México exiliado por el golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende y aquí continuó la especialidad en neumología y la maestría en ciencias, además de obtener la nacionalidad. El galardón reconoce su contribución científica al estudio de las enfermedades fibrióticas pulmonares y su aporte a la salud pública.

El galeno dijo que al ser un reconocimiento más a su actividad científica que a su persona, pertenece a todos sus colaboradores y es más gratificante aún por honrar y llevar el nombre de un hombre excepcional, ingeniero de avanzada, líder social, ideólogo y formador de generaciones, que nunca renunció a sus principios y valores.

Selman Lama se asumió de entrada en su mensaje como un hombre de izquierda y se dijo dolido de ver como se fragmenta y pierde sus principios. Creo que si la izquierda es fiel a su naturaleza y a su historia, enfrentará con éxito los embates que sufre en un mundo dominado por la derecha ideológica y económica.

Cuestionó los problemas que enfrentan los institutos nacionales de salud por un grave recrudecimiento de las trabas administrativas y de fiscalización que entorpecen la gestión de los proyectos hasta la desesperación, dificultando la disposición de fondos ya aprobados.

Cómo es posible que en una situación de crisis se mantenga el apoyo a organismos que despilfarran o roban los recursos a manos llenas y cuyos desmanes tendremos que pagar el resto de los mexicanos, mientras un proyecto de investigación aprobado y evaluado por la institución deba ser auditado antes, durante y después de su ejecución con una minuciosidad paralizante, mientras en ese otro mundo lleno de corrupción pueden adquirirse, por ejemplo, propiedades insultantes.