a salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE), conocida como Brexit, fue una decisión adoptada mediante un referéndum celebrado el 23 de junio de este año. Por su complejidad, es un proceso que está muy lejos de haber concluido, pues la separación afecta una amplia gama de actividades, incluidas, desde luego, la ciencia y la tecnología, áreas estrechamente relacionadas con el desarrollo económico y social de esa nación. Lo anterior ha motivado que la influyente comunidad científica inglesa haya iniciado desde el primer momento una amplia discusión sobre este tema y, en un hecho muy significativo, sus preocupaciones y recomendaciones han sido recogidas en un documento elaborado y publicado el pasado jueves por el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes. El texto titulado: Salir de la Unión Europea: implicaciones y oportunidades para la ciencia y la investigación, contiene algunas lecciones importantes para otras naciones, y en particular para México, especialmente ahora que en Estados Unidos ha logrado un resonante triunfo el endurecimiento de las políticas proteccionistas y contra los migrantes.
El documento está dirigido en todo momento a la actuación del actual gobierno que encabeza la primera ministra Theresa May. Se señala que la pertenencia a la UE tiene una influencia amplia en la ciencia y la investigación del Reino Unido; que el nivel de compromiso del país con los programas de financiamiento de esa comunidad es considerable, y que la adhesión a ella también tiene una influencia significativa en las colaboraciones científicas, la movilidad de los investigadores, los marcos reglamentarios, así como la investigación y el desarrollo emprendidos por las empresas, entre otros.
El documento expresa la preocupación de numerosas instituciones científicas e investigadores que no están convencidos de que las necesidades de la ciencia y la investigación están bien representadas en el nuevo Departamento para la Salida de la Unión Europea (DExEU, por sus siglas en inglés), el cual necesita urgentemente un asesor científico en jefe, se dice en el texto. Se formulan varias interrogantes sobre cuáles son las prioridades científicas y de investigación para el gobierno del Reino Unido en la negociación de una nueva relación con la UE, y sobre el estatus de los investigadores, científicos y estudiantes que trabajan y estudian en ese país cuando éste abandone dicha comunidad, y qué medidas de protección deberían establecerse para ellos. El último es un punto de particular interés no sólo para la ciencia inglesa, sino para la de todo el mundo.
Es bien conocido que una de las razones que inclinó la balanza en favor de la decisión del Reino Unido para separarse de la UE, fue el temor provocado por los grandes flujos de migrantes en Europa. Miles de personas a quienes no queda más remedio que huir de la pobreza y de los conflictos armados hacia lugares con mayor estabilidad en los que buscan trabajo y un desarrollo con dignidad para sus familias. Pero esta migración tan temida, ha llevado a la aplicación de medidas restrictivas que afectan también a una proporción significativa de la población altamente calificada, lo que pone en riesgo el liderazgo y la esencia misma de la ciencia británica.
En un apartado del documento que lleva por título: ¿Qué es lo que más importa a la ciencia y a la investigación?
, se aborda el tema de la circulación de los investigadores. En este punto, el Comité de Ciencia y Tecnología de la Cámara de los Comunes cita una declaración de sus homólogos en la Cámara de los Lores previa al referéndum, en la que afirman que la movilidad de los científicos es de importancia crítica para la comunidad científica del Reino Unido
. Incluyen, además, la postura del Instituto Francis Crick, que afirma que el talento científico internacional es el alma de esa institución y que “la ciencia necesita de alta calidad y de los mejores cerebros, tanto del Reino Unido como de todo el mundo (…) Debemos ser capaces de reclutar y retener a los mejores científicos, cualquiera que sea el país del que provienen”.
En el documento, publicado el 17 de noviembre, se reconoce que la planificación para la salida de la UE aún está en curso, pero advierte que no hay un acuerdo claro de que la movilidad de los investigadores es un componente crucial del éxito del Reino Unido en la investigación y la ciencia, y fijan su postura de que el tema de los extranjeros altamente calificados debe ser tratado separadamente de los debates sobre el control de la inmigración en su forma más amplia.
Pero, regresando a América, yo he escuchado y leído que con la llegada de Donald Trump a la presidencia, la colaboración científica entre Estados Unidos y México no se verá afectada, principalmente por la fortaleza de las instituciones científicas en aquel país. El vecino del Norte es el principal destino de nuestros estudiantes de posgrado, existen numerosos convenios de colaboración basados en la movilidad de científicos a través de la frontera y hay un alto número de investigadores mexicanos que trabajan allá. Pero creo que una de las lecciones del Brexit –al menos en la etapa en la que se encuentra– nos enseña algo distinto, pues garantizar la movilidad de las personas altamente calificadas está significando una lucha importante de los científicos y de los legisladores británicos contra el desdén de su gobierno hacia estos temas.