Raiders y Texanos congregan a 76 mil 473 aficionados; 10 mil, procedentes de EU
Martes 22 de noviembre de 2016, p. a39
La NFL volvió a México once años después para realizar el primer Monday Night fuera de Estados Unidos con un juego que cumplió las expectativas del segundo mercado para la liga.
El duelo en el Estadio Azteca, en el que Raiders de Oakland vencieron 27-20 a los Texanos de Houston, convocó a 76 mil 473 aficionados, 10 mil que llegaron desde el otro lado de la frontera, cifras contundentes que anticipan que en 2017 y 2018 se repetirá esta experiencia, para la cual el gobierno mexicano invirtió 14.5 millones de dólares.
Durante la patada inicial de los Texanos, en el estadio se escuchó el grito homofóbico de ¡eeeh, puto!
, una seña hostil que no se ha podido erradicar en el futbol mexicano. El grito se repitió en otras jugadas, como goles de campo y despejes de los Texanos, que jugaron como visitantes. Los malos gestos del balompié local se reprodujeron en este juego de americano; también hubo aficionados que molestaron a los jugadores apuntándoles con un rayo de luz a los ojos.
La presencia masiva de aficionados que viajaron desde Estados Unidos para este juego de lunes por la noche le dio un tono carnavalesco a los alrededores de Santa Úrsula. Contingentes ruidosos, estrafalarios, sobre todo en negro y gris, los colores de los Raiders, desfilaban alrededor del Azteca. Eran locales, en efecto, que se sumaron a la multitud de seguidores mexicanos para hacer una mayoría escandalosa. Los de California avanzaban con carteles en los que reclamaban que no se lleven a los Malosos a la ciudad de Las Vegas. Quédense aquí
, rezaban las pancartas para que su equipo mantenga la sede en Oakland.
Abarrotaban las tienditas y puestos de fritangas del barrio aledaño. Gritos y cantos. De pronto enfiló por el circuito un autobús repleto de seguidores de los Texanos que vinieron a apoyar a los suyos, todo rojo y azul, con el mismo alboroto que provocan las caravanas de barras bravas. Al cruzarse, se notó que este era otro futbol, los contingentes de uno y otro equipo se saludaron y aplaudieron de manera recíproca.
Trump está viendo
Abundaron las historias de migraciones entre los asistentes. Los abuelos o los padres que se fueron hace tanto tiempo, muchos aficionados nacidos allá, otros con estancias más recientes. Algunos aprovecharon la ocasión para visitar a la familia que se quedó. Otros para conocer a los parientes de los que sólo conocían de oídas.
Armando, por ejemplo, nació en Fresno y exhibe con orgullo su afición, todo negro y plata. Está emocionado por ver este juego en la tierra de sus padres y aprovechó para recordar el momento de tensión que se vive en su país.
–Estamos enojados por la victoria de Donald Trump –dice Armando–. Trump está viendo que allá los mexicanos tenemos unidad. Y aquí en México, todos son bien recibidos.
También hay apasionados del equipo de California que viven en México. Una familia de Chihuahua viajó 16 horas en carretera para el juego. Todos maquillados y con los pelos pintados de los colores de Oakland. El padre presume que ni siquiera tenían boletos; los compraron en reventa. Salieron el viernes y ayer encontraron las entradas.
–¿Sabes cuánto me gasté en los tickets? Me gasté 45 bolas por siete entradas, nomás para que te espantes.
La ceremonia de los himnos nacionales transcurrió sin contratiempos, sin interrupciones de hostilidad. Las banderas de ambos países se formaron con mosaicos en cada turno.
Y empezó el juego con dos equipos que encabezan sus respectivas divisiones. Raiders con marca de 7-2 y Texanos 6-3.
Texanos sorprendieron tras un intento fallido de DeAndre Hopkins, anulado por pisar fuera cuando enfilaba a las diagonales. Pero fue Nick Novak quien sumó los primeros tres puntos con un gol de campo de 32 yardas.
Pero los de Oakland se adelantaron al inicio del segundo cuarto en una jugada por tierra. Jalen Richard acarreó 17 yardas, eludiendo a la defensiva texana para conseguir la primera anotación de su equipo, más el punto extra de Sebastian Janikowski para quedar 7-3.
La presión fue poderosa en el ataque, pero se estrellaron ante el muro de Houston a unas yardas de las diagonales, por lo que apostaron a lo seguro y otra vez Janikowski pateó un gol de campo para aumentar a 10-3.
La respuesta de Texanos fue vigorosa, Lamar Miller se escapó 34 yardas por el flanco derecho para entrar a la zona de anotación, pero el touchdown fue anulado porque consideraron que pisó fuera del campo. Otro Miller, Braxton, atrapó un pase corto para desplazarse a lo largo de 12 yardas y conseguir la anotación, con un punto extra de Novak para quedar empatados 10-10 y con la adrenalina por lo alto.
El mariscal de los Texanos, Brock Osweiler, cometió un grave error al final del segundo cuarto, al lanzar un pase que terminó en manos enemigas de Malcolm Smith. El intermedio llegó con el marcador empatado.
Al volver, los de Houston llegaron recargados. Tras un castigo de cinco yardas a los Raiders por un holding, Texanos quedó a una yarda de anotación. Lamar Miller atravesó la muralla de Oakland para darle la ventaja 17-10, por punto extra, a Houston.
Raiders otra vez no tuvo opción ante la imposibilidad de atravesar la defensiva de Houston y llamó a Janikowski para acortar la desventaja con un gol de campo de 20 yardas y quedar 17-13.
Como en un duelo de patadas, Novak sumó otros tres puntos con un gol de 29 yardas para dejar los cartones 20-13.
Pero Oakland respondió unos minutos después para empatar de nuevo, con un touchdown de Jamize Olawale en una escapada de 75 yardas, más el punto extra que dejó 20-20 el marcador.
A cuatro minutos del final, para sazonar con emoción, un pase acertado del mariscal De-rek Carr fue recibido sin problemas por Amari Cooper para acarrear 35 yardas, cruzar las diagonales y romper el empate con marcador 27-20.
La fiesta de lunes por la noche fue afortunada para los que usaron el Azteca como su cancha. Lo fue también para una liga que palpó el músculo de su mercado más grande fuera de Estados Unidos.