Opinión
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La Muestra

Graduación

U

na espiral de corrupción. Una constante temática en las películas más interesantes de esta Muestra de cine ha sido evocar las sensaciones de inseguridad física y zozobra existencial que hoy viven muchos ciudadanos en Europa, Medio Oriente o en países americanos, y esto va desde la cinta iraní El cliente hasta el documental mexicano Tempestad, o el filme peruano Magallanes, o la brasileña Aquarius, o la revisión histórica de El matrimonio Loving. La propuesta más reciente del rumano Cristi Mungiu, Graduación (Bacalaureat), no añade una nota de optimismo a este panorama sombrío.

Romeo (Adrian Titieni), médico de provincia y padre de una joven de 15 años, desea con todas sus fuerzas que ésta pueda terminar su bachillerato, graduarse con las mejores notas, y ser así aceptada en una universidad británica, con el fin de hacerla salir de Rumania, país que a su parecer atraviesa por un proceso de decadencia irremediable. No desea tampoco Romeo que su hija viva el desencanto que él mismo vivió, en compañía de su esposa, cuando ambos abandonaron la nación comunista y corrupta de Ceaucescu sólo para encontrar, al regreso de su exilio voluntario, en 1991, un país sediento de modernización neoliberal, pero todavía muy corrupto y culturalmente atrasado.

Cristian Mungiu vuelve a recrear en la época actual las mismas atmósferas sombrías de su formidable película Cuatro meses, tres semanas y dos días (Palma de Oro, Cannes 2007), añadiendo una construcción más elaborada y fina del guión y fuertes dosis de suspenso. La piedra que se estrella contra la ventana de la casa del doctor, o el vandalismo a su automóvil por parte de desconocidos, o la agresión sexual que sufre su hija en vísperas de presentar su examen escolar, todo parece formar parte de una conspiración o de una amenaza difusa, cuyo objetivo es cimbrar las últimas certidumbres o doblegar las posibles resistencias del médico ciudadano inconforme. Si a eso se añade la crisis conyugal que lo orilla a llevar una existencia doble en el domicilio de una amante, se comprende que Romeo haga todo lo posible por liberar a su hija de ese clima de inseguridad y de su propio limbo moral plagado de frustraciones y mentiras.

La ironía terrible es que la única forma de lograrlo consistirá en volverse cómplice activo de la misma cadena de corruptelas y chantajes, favoritismos y claudicaciones morales de las que ha querido escapar toda su vida. Graduación describe, mediante una disección social muy aguda, el laberinto de desventuras y tropiezos en que Romeo se ve atrapado y al que no puede evitar arrastrar, muy a pesar suyo, a su ser más querido. Una radiografía implacable y pesimista de una sociedad rumana que, de un régimen a otro, advierte que la corrupción sigue siendo el mejor instrumento social para la supervivencia.

Graduación se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. Funciones: 16 y 21 horas.

Twitter: @Carlos.Bonfil1