Sábado 19 de noviembre de 2016, p. a16
Norah Jones logró su obra maestra.
Day Breaks, su nueva grabación discográfica, editada por Blue Note Records, la ubica en la primera línea del jazz contemporáneo por las siguientes razones:
Se trata de un trabajo musical de gran calado.
Su estructura responde por igual a la gran tradición del jazz clásico al mismo tiempo que a las nuevas expresiones del género.
La disquera que publica su nuevo trabajo es un referente en la cultura jazzística del orbe.
Los músicos con quienes construye este navío sonoro son gigantes del firmamento musical de hoy, con quienes ella cumple un desempeño a la par.
Al piano y a la voz, ella retorna el proyecto original que la hizo triunfar a los 22 años de edad, hace apenas 14 años.
Desde entonces, con más de 40 millones de discos vendidos, extiende su reinado desde el pop, que ha dejado atrás, hacia confines variopintos.
Su voz es un prodigio de jazmines.
Al piano, su discurso sonoro es equiparable a las atmósferas nímbicas, zonas áureas, oasis de paz y un toque exquisito que hace pensar de manera inevitable en Bill Evans. De ese tamaño es el prodigio.
Su voz es bálsamo.
De los 16 tracks que contiene el disco, 12 constituyen su sexta grabación de estudio, cuatro de ellos fungen a manera de bonus tracks, ocho son composiciones escritas por ella y los cuatro restantes son versiones a clásicos contemporáneos.
Desde el track inicial, todo en ella es magistral.
Así como el piano, ya dijimos, pone en nuestra mente las atmósferas de Bill Evans, su principal influencia, en su voz hay un dejo inequívoco de su maestra Billie Holiday.
Porque su voz es un prodigio.
Su voz, tan límbica, numen, hada y misterio.
Hay un elemento fundamental que sostiene todo su discurso, el andamiaje entero de esta su obra de arte se remonta a un par de años atrás, cuando ante la muerte inminente de su padre, Ravi Shankar, su hermana Anoushka la buscó para grabar, juntas, un disco de amor, de reconciliación, de paz y de armonía.
Aquel disco se titula Traces of you y el Disquero lo recomendó en su oportunidad y lo vuelve a hacer, con ahínco, pues para disfrutar aún más la nueva obra maestra de Norah Jones, Day Breaks, que hoy nos ocupa, amerita revisar la anterior obra de arte, Traces of you, que así reseñamos, en este link:
El alba de este disco, Day Breaks, estalla precisamente con la misma atmósfera de Traces of you y ese ambiente amoroso hará todo el recorrido hasta el final.
Ese track inicial, titulado Burn, hace ignición con estos versos, en labios de Norah: the plot begins with you/ and me in dark lit rooms
en acompasado diapasón de frases entrecortadas en el piano, una alfombra mágica que tiende el contrabajo acústico mientras un sax soprano nos ubica en algún relato, el más amoroso de todos, de Las mil y una noches.
Es momento de mencionar el nombre de los gigantes con quienes ahora se equipara Norah Jones: el maestro John Patitucci está al contrabajo mientras su eminencia el gran Wayne Shorter está en el sax soprano en esta pieza donde hace danzar odaliscas en nuestra mente y luego habrá de transformar el territorio de los sueños en paisajes nirvánicos con sax tenor.
La preferida del Disquero está en el track 10: Sleeping wild, donde ella entona estrofas cuasi shakespearianas:
I love you / adore you
y el track 12 y culminante/ fulminante: Fleurette Africaine, donde ella musita, gime, susurra, insinúa, guiña, gutura, arrulla, acaricia, hace nacer mariposas de sus labios con un canto sin palabras, más allá de las palabras.
Su voz, tan seda y labios húmedos.
Es tan bello este disco que el sax es un hechizo, el toque pianístico un eco de Schubert y Shakespeare enamorados, el conjunto instrumental un eco del mismísimo Debussy cuando todo se vuelve paisaje sonoro, alba, sueño. Paraíso.
Su voz, tan sabia y suave, tan nube y nívea, tan brizna fresca y elegante de tan ligera.
Su voz, tan mariposa.
Su voz, tan ella.
Norah Jones ha alcanzado el grado de maestría en jazz porque tiene, ya, la capacidad y gracia plena de hacer sonar la paz, en la pieza titulada Peace, de Horace Silver, de una manera tan gozosa que la vibración del contrabajo acústico de Patitucci es un fauno y el sax soprano de Shorter se acorta en duende:
There’s a place that I know
Where the sycamores grow
And daffodils have their fun
Where the cares of the day
Seems to slowly fade away
In the glow of the evening sun
Peace when the day is done
Y el escucha ve con nitidez en su mente la danza de Dafins et Chloe y el Triunfo de Afrodita y la Siesta del Atardecer del Fauno en ese lugar que ella, Norah, conoce y nos lleva con su voz hacia donde crecen los sicomoros y los narcisos se divierten y olvidamos todas nuestras preocupaciones porque, canta Norah:
Peace is for everyone
Su voz, tan elegante y seductora. Tan florecita de alelí.
Porque solamente una voz tan exquisita y bella puede hacernos estremecer de ternura y seducción cuando nos dice, quedo:
And then there was you
Su voz, tan verso y beso. Tan bella e insondable como un soneto de amor de William Shakespeare.
He aquí, en Day Breaks, la obra maestra de la maestra Norah Jones, doctorada en belleza musical.