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Rodolfo Stavenhagen: Milton Gabriel Hernández García Investigador titular del INAH [email protected] El pasado 4 de noviembre se nos adelantó el profesor Rodolfo Stavenhagen, a los 84 años. Su vida y obra constituyen un referente paradigmático en la defensa de los derechos de los pueblos originarios de México y el mundo. Hace 67 años tuvo su primer gran encuentro etnográfico, entre los lacandondes. Desde ese momento, su vida se vinculó con una fuerza indeleble a las necesidades, problemáticas e injusticias que viven los pueblos indígenas y campesinos de nuestro país, aun antes de formarse como etnólogo, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), de donde egresó en 1959. Escribió obras emblemáticas como Las clases sociales en las sociedades agrarias, Sociología del subdesarrolllo, La cuestión étnica, Derecho indígena y derechos humanos en América Latina, Derechos humanos de los pueblos indígenas y Problemas étnicos y campesinos, así comolas Siete tesis equivocadas sobre América Latina, inspirado por su experiencia de trabajo en el Centro de Investigaciones Sociales de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en Brasil. Etnólogo, sociólogo, profesor, investigador, defensor de los derechos humanos, pero sobre todo un hombre con capacidad para hacer unidad entre pensamiento y acción. En las ciencias sociales supo oscilar con destreza entre la casuística focalizada y las reflexiones más generales de escala nacional y subcontinental, pero en especial fue capaz de trascender el trabajo puramente descriptivo e interpretativo para avanzar hacia la formulación y aplicación de respuestas y alternativas a las problemáticas sociales. Fue relator especial de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas. Su labor al lado de estos pueblos fue desde el inicio respetuosa y congruente con su convicción de no hablar por ellos, sino partir de la escucha y el acompañamiento. Supo hacer eco mundial de sus demandas históricas. Denunció el colonialismo interno, la colonialidad, el racismo, la discriminación y la exclusión de diferentes “minorías sociales”. Fue defensor de la pluralidad, del reconocimiento de la diversidad cultural. Tuvo cuidado de no caer en la exaltación de un multiculturalismo ingenuo de tintes exotistas, que oscurece las desigualdades estructurales, la pobreza y la injusticia social. Creía firmemente que los antropólogos y en general los científicos sociales tienen que asumir su responsabilidad social frente a los grandes problemas nacionales. Al respecto, consideraba como una cuestión ética que los especialistas levanten la voz ante una realidad nacional en la que prevalece la desigualdad de género y los derechos humanos son ignorados. Señaló en repetidas ocasiones que las grandes violaciones a los derechos de los pueblos indígenas tienen que ver con problemas territoriales y con políticas discriminatorias que a su vez son un correlato de prácticas sociales de carácter racista. Su obra será fuente de inspiración y consulta en el futuro y seguirá aportando elementos para fundamentar la defensa de los derechos humanos, así como la construcción de la justicia social en estos tiempos oscuridad, pero también para enfrentar la desesperanza con entereza y con una sonrisa entre dientes. Nuestro agradecimiento por una vida entregada al servicio humilde y generoso en defensa de los desposeídos del mundo.
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