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Los jóvenes en el campo,
Hubert C. de Grammont IIS-UNAM Con la mundialización, surgen dos nuevos fenómenos en el campo mexicano. Por un lado el impresionante crecimiento de las maquiladoras y del trabajo a domicilio cuyo modelo más conocido es el de la industria de la confección que penetra hasta en regiones indígenas marginadas. Por otro lado, el desarrollo de los transportes y de los medios electrónicos de comunicación, que han incrementado exponencialmente la movilidad de la población rural, aun de la población rural pobre, que le permite adaptarse a las nuevas condiciones de los mercados de trabajo precario y flexible, propios del actual proceso de industrialización posfordista. Estamos frente a un nuevo reparto espacial del empleo que provocó un importante incremento del Empleo Rural No Agrícola. Así, el empleo rural se ha modificado profundamente en los 30 años recientes. Ha pasado de ser un empleo esencialmente agrícola a un empleo asalariado predominantemente desempeñado en los sectores secundarios y terciarios. Esta situación se refleja en la transformación y diversificación de los hogares rurales. Tal vez el fenómeno más importante por sus consecuencias en la transformación de la sociedad rural es el aumento de los hogares que no trabajan en la agricultura, ni como productores ni como asalariados, pero que se quedan en su localidad de origen mientras sus miembros buscan ubicarse en los mercados de trabajo vía complejos procesos migratorios circulatorios. El crecimiento de la población rural se debe al impresionante incremento de estos hogares rurales no campesinos (véase la aparición de los avecindados en los ejidos). Además, los hogares de los pequeños productores agropecuarios incrementan sus actividades fuera de la finca familiar (pluriactividad) como resultado de estrategias de sobrevivencia para enfrentar la crisis de la economía campesina. Ambos tipos de hogares rurales tienen perfiles sociodemográficos diferentes. Los primeros (no campesinos) tienen un perfil más urbano, con familias más pequeñas, jefes de hogar más jóvenes, niveles educativos sensiblemente más elevados, mayor participación en el empleo asalariado de los jóvenes y mujeres así como en los flujos migratorios. Mientras el proceso de construcción del campesinado mexicano (la recampesinización por el reparto agrario) duró unos 70 años, su proceso de desconstrucción tomó menos de dos décadas. Se ha dado con una velocidad tal que no logramos vislumbrar aún sus verdaderas consecuencias, aunque ya podemos constatar el surgimiento de nuevos actores sociales, como las mujeres y los jóvenes. Como en el resto de la sociedad, hace tiempo que los jóvenes rurales se han apropiado de las diferentes tecnologías de internet (telefonía celular, Facebook, WhatsApp), y su uso se ha ampliado en la medida en que su costo ha disminuido. Eso les ha permitido complejizar sus relaciones sociales y crear nuevos espacios de coordinación social. Una consecuencia fundamental de las redes virtuales es que permiten a los migrantes tener una información abundante, completa, actualizada y accesible, y cara a cara sobre los mercados de trabajo lejanos, incluso en otros países. Con ello pueden adaptarse mejor a las necesidades de la movilidad laboral. Aunque no puedan cambiar las condiciones de la precariedad del empleo, por lo menos esto les permite conseguir mayor cantidad de trabajo. Pertenecer a una red virtual es un ventaja comparativa importante para obtener trabajo. Un buen ejemplo de ello es el de cuatro jovencitas que viven en zonas rurales, unas en México y otras en Estados Unidos. Son Maritza, Vianey, Aurora y Mary Carmen están en el centro de una red de decenas de contactos (Facebook, Whatsapp, chat, Skype) y se comparten la información clave que les permite tener un amplio conocimiento sobre diferentes tópicos de gran utilidad para migrar y conseguir trabajo en ambos países (vida de los miembros de la red, condiciones de trabajo en muchas partes, posibilidades de apoyo, etcétera). La fuente de esta información es: Luna Hernández, Alfredo, 2014 “Redes migrantes y complejidad del vínculo: un estudio sobre mercados de trabajo rurales”, Tesis de Maestría en Antropología, Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, México. Esta nueva situación es uno de los factores que inciden en la profunda transformación de la vieja sociedad agrarista patriarcal hacia una sociedad rural más diversificada en donde el empleo tiende a sustituir a la tierra como eje organizador de la vida de la población, y esto en dos niveles: en el hogar y en la comunidad. En el primer nivel, además del padre de familia, los demás miembros que aportan ingresos propios al hogar tienen cada vez más la posibilidad de participar en la toma de decisión, o, en caso de incompatibilidad, de abandonar la familia para vivir su vida de manera autónoma. Existen entonces nuevos entramados de tensiones y conflictos dentro de la familia, por género y generaciones. En el segundo, la creciente presencia de una población rural no agrícola ha transformado la vida de la “comunidad campesina”. Esto se puede constatar con el surgimiento de nuevos conflictos en los pueblos, como son las nuevas contradicciones que existen entre los “avecindados” y los ejidatarios, así como entre migrantes y no migrantes, por el control de las autoridades municipales o de sus delegaciones cuando existen. Hoy en día los campesinos conviven con una población rural joven que no tiene tierra pero que reclama sus derechos de participación en la vida de sus pueblos. Sin embargo, todavía atenidos a las formas de gobierno de la vieja comunidad agraria patriarcal, basada en la posesión de la tierra, los campesinos no aceptan con facilidad compartir el poder local con los nuevos miembros de la actual sociedad rural. Esta nueva problemática está en el centro de muchos conflictos locales.
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