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Comunidades campesinas y Gerardo Suárez Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, AC El aprovechamiento forestal sustentable es una actividad que permite a las comunidades y los ejidos propietarios de los bosques generar ingresos y mantener en buen estado los recursos forestales. Y eso no es todo, estas comunidades conforman empresas forestales comunitarias con sistemas administrativos cada vez más estructurados que les han permitido mejorar sus prácticas de aprovechamiento y lograr la certificación internacional cumpliendo con los más altos estándares de manejo forestal, que establece el Consejo Mundial de Gestión Forestal (Forest Stewardship Council, FSC). El ejido Nuevo Bécal, de Campeche, con sus 52 mil 800 hectáreas de selva, obtuvo en junio de 2016 su certificación en manejo forestal, luego de seis meses de trabajos preparatorios y recorridos de campo que permitieran comprobar, frente a los evaluadores externos, el cumplimiento a todos los principios y criterios que establece este esquema de certificación con reconocimiento mundial. Con la incorporación de estas 25 mil hectáreas, la superficie forestal certificada en México ya rebasa las 900 mil hectáreas, lo que representa cerca del 20 por ciento del total de la superficie forestal bajo manejo en nuestro país. Uno de los requisitos primordiales para aspirar a lograr la certificación es contar con un Programa de Manejo Forestal aprobado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), lo cual implica que el ejido o comunidad cuenta con estudios rigurosos del estado del bosque, con inventarios forestales y planes de corta de largo plazo, así como con documentación que respalde la propiedad de la tierra, entre otros muchos requisitos. El nivel de organización interna y la estructuración de su iniciativa forestal le ha permitido a Nuevo Bécal hacer más eficientes sus actividades y llevar un control de los volúmenes de madera que se cosechan y se venden. Las tareas de monitoreo, seguimiento y administración requieren de una preparación y especialización por parte de los miembros del ejido y, en esto, un elemento clave son los jóvenes. Las nuevas generaciones: hijos y nietos de ejidatarios, se están preparando académicamente. Salen de la comunidad a estudiar el bachillerato, la universidad o alguna carrera técnica que les permita regresar al ejido, más tarde, a aplicar sus conocimientos. “Muchos se van a estudiar a la escuela forestal”, destaca Tomás Amauri Jr., un joven de 21 años que desempeña las funciones de jefe de campo y promotor forestal en el ejido. Entre sus responsabilidades están la definición y división de las áreas de corta en cada anualidad; “para este año se dividieron las 500 hectáreas aprovechables en cuatro fajas de acuerdo con la mejor distribución de los árboles para que cada grupo de ejidatarios pueda cubrir las cuotas que les correspondan de cada especie de árbol”, explica Tomás. Además, durante el proceso de corta, Tomás, acompañado del Consejo de Vigilancia, realiza recorridos de campo para supervisar que los trabajos se lleven a cabo conforme al Programa de Manejo y aplicando las mejores prácticas de aprovechamiento forestal: que no dejen basura, que no tiren árboles que no están marcados, que saquen todas las puntas y ramas, y que dejen en buen estado las áreas intervenidas para que éstas pronto se puedan recuperar. Tomás registra en bitácoras los hallazgos detectados y los reporta al comisariado ejidal. De esta forma, en la Asamblea General de ejidatarios se comentan y resuelven las controversias derivadas de malas prácticas identificadas durante los trabajos de aprovechamiento forestal. “Si no se hacen los trabajos como se debe, el bosque se deteriora y además el ejido puede ser sancionado por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), o bien podemos perder la certificación de buen manejo forestal que tanto nos ha costado conseguir”. Sangre joven. El ejido Nuevo Bécal aprovecha sus recursos forestales con base en un Programa de Manejo Forestal desde el año 2009. “Antes sí se aprovechaba el bosque, pero sin orden ni control; la gente tiraba arbolado un tanto aquí otro tanto allá. Pero ahora las cosas han cambiado. El manejo planificado permite mantener en buen estado el recurso y garantizar la permanencia del bosque en el largo plazo. Por ejemplo, dice Tomás, “esta área que se aprovechó en el año 2011, ya se ha recuperado y hoy pareciera que nunca lo hubiéramos intervenido”. Subraya que “lo que hace falta es que el ejido se equipe con su propia maquinaria, para que ese dinero que ahora se gasta en la renta de equipo (grúas, motosierras, tractores Tree farmers, camiones) se quede en el ejido en beneficio de la gente”. “Se ha intentado convencer a los ejidatarios para que se cree un fondo que permita capitalizar al ejido y poder adquirir maquinaria con el dinero que se saca de la venta de la madera y carbón, pero algunos con poca visión se resisten pues quieren recibir pronto su reparto de utilidades, no ven más adelante; sin embargo, las cosas están cambiando y ahora las nuevas generaciones traemos nuevas ideas. Tomás decidió no seguir estudiando; al concluir la secundaria ingresó al bachillerato pero ya no le gustó, prefirió dedicarse de lleno a los trabajos de su ejido. No obstante, tiene claro que la formación académica es muy importante para alcanzar un mejor nivel de vida y fortalecer las capacidades del ejido, por ello, se esfuerza en trabajar y aprender haciendo, y de esa forma costear la educación de su hermano menor para que cuando concluya su carrera en la escuela forestal regrese al ejido a aplicar sus conocimientos. “Mi otra hermana también está estudiando, ella cursa la carrera de Derecho en una universidad de paga en Yucatán, y yo creo que cuando termine también podrá ayudar con cosas del ejido”, indica Tomás. Comenta que otros jóvenes y sus familias están haciendo lo mismo: juntan dinero, producto de su trabajo en el aprovechamiento forestal y otras actividades como la producción de miel y la crianza de ganado; para que los “chavos se vayan a estudiar y luego vengan a trabajar al ejido”. El aprovechamiento forestal comunitario es un esquema que permite conservar los bosques y generar empleos e ingresos para las comunidades rurales. Los jóvenes pueden encontrar oportunidades de empleo en sus propios ejidos y comunidades cuando en éstos se emprenden proyectos de manejo forestal y así evitar la migración en busca de ingresos o mejores condiciones de vida. De acuerdo con datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un tercio de todos los emigrantes del mundo son jóvenes de entre 15 y 34 años, muchos de ellos del sector rural. Por ello, el 40 por ciento de las remesas que se generan en el mundo se envían a zonas rurales. Asimismo, la FAO indica que las principales causas de la migración de jóvenes rurales son la insuficiencia alimentaria y de ingresos y la degradación ambiental. La salida de los jóvenes es una pérdida sustantiva, los ejidos pierden el bono generacional, y no se aprovecha su fuerza y vitalidad para generar desarrollo local. Por ello resulta clave poner en marcha proyectos productivos bien estructurados de aprovechamiento sustentable de los recursos naturales que permita la generación de empleos e ingresos en las propias comunidades. La migración de los jóvenes rurales genera impactos negativos como la pérdida de mano de obra, la dependencia de los hogares a las remesas que envían los jóvenes, la sobrecarga de trabajo para los miembros de la familia que no migran, y la adopción de patrones de consumo insostenibles. Conciencia ambiental y conservación. Tomás es hijo del actual comisariado ejidal de Nuevo Bécal, y desde muy chico le gustó andar en todos los menesteres del ejido junto a su padre. Conoce perfectamente la operación del aprovechamiento forestal y la importancia de conservar los recursos naturales. Por ello fue designado como promotor forestal. El hijo del ejidatario platica que hay contratistas que ofrecen comprar el arbolado en pie, a cambio de un pago por adelantado, haciendo a un lado a los ejidatarios de las actividades administrativas, productivas y comerciales del aprovechamiento forestal. Bajo ese esquema, el ejidatario sólo recibe su renta y del resto se encarga el contratista. “Pero cuando eso ocurre, perdemos el control de nuestros recursos, perdemos la oportunidad de aprender a manejar nuestro bosque y la oportunidad de generar oportunidades para la población local”, enfatiza. “A los compradores no les interesa cómo queda el bosque después las labores de extracción; ellos sólo sacan los mejores troncos y la madera con mayor diámetro y dejan todo lo demás tirado”. Abunda que por ello “estamos en favor de capitalizar la empresa ejidal y en capacitar a los jóvenes para que no se tenga que trabajar más con contratistas y solo sean los ejidatarios quienes realicen el manejo del bosque”. En Nuevo Bécal, refiere Tomás, “hemos tomado medidas para garantizar la conservación de la biodiversidad del bosque, porque hay muchas especies de plantas y animales que debemos proteger pues están enlistadas en la Norma Oficial Mexicana que establece aquellas que están bajo riesgo o amenaza. La salud del bosque depende de la permanencia de la diversidad de las especies. “Las medidas de protección del bosque han sido acordadas en la Asamblea de ejidatarios y establecidas en el Programa de Manejo. Además hemos mandado a hacer letreros con información sobre las especies protegidas para colocarlas en donde haya presencia y así recordarles a los ejidatarios que tengan presente que están ahí y lo importantes que son”.
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