19 de noviembre de 2016     Número 110

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Aumenta pérdida de bosques en zonas
tropicales; necesarias políticas integrales agricultura/alimentación/forestería: FAO


FOTO: FAO

Hasta finales del siglo XIX, la mayor deforestación se registró en las regiones de clima templado, pero actualmente es más elevada en las zonas de clima tropical, y en especial en países de bajos ingresos, afirma la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y precisa que entre 2000 y 2010 se registró una pérdida neta de bosques de siete millones de hectáreas anuales en los países tropicales y un aumento neto de los terrenos agrícolas de seis millones de hectáreas al año.

“La mayor pérdida neta de bosques y el mayor incremento neto de terrenos agrícolas durante este período se produjeron en el grupo de países de ingresos bajos, donde las poblaciones rurales están aumentando”, afirma la FAO en su informe El estado de los bosques del mundo, 2016: Los bosques y la agricultura: desafíos y oportunidades en relación con el uso de la tierra. Y precisa: La agricultura comercial a gran escala origina aproximadamente el 40 por ciento de la deforestación en los trópicos y los subtrópicos; la agricultura de subsistencia local, el 33, la infraestructura, el diez; la expansión urbana, el diez, y la minería, el siete por ciento”.

El documento que –dice– se inserta en los esfuerzos de la FAO “para desempeñar una función clave en la prestación de ayuda a los países para elaborar planes, políticas y programas nacionales con vistas a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, señala también que en los años recientes la superficie forestal neta se ha incrementado en las regiones templadas y se han producido relativamente pocos cambios en la superficie forestal de las regiones de clima boreal y subtropical. En el caso de las zonas tropicales, precisa que existen variaciones significativas respecto de los motivos de la mayor deforestación según la región: por ejemplo, la agricultura comercial origina casi el 70 por ciento de la deforestación en América Latina, pero sólo un tercio en África, donde la agricultura a pequeña escala constituye un factor más significativo de la deforestación.

El reporte muestra un mapa mundial con los países iluminados con diversos colores según el clima dominante. A México se le clasifica como país subtropical, mientras que Centro y Sudamérica, así como el Caribe, con excepción de Argentina y Chile, están clasificados con región tropical dominante, al igual que casi toda África y algunos países asiáticos. Y se presenta otro mapa que muestra las variaciones netas en superficie agrícola y forestal por país. Para el caso de México, se establece que no hay o son escasas tales variaciones, mientras que en la mayor parte de Sudamérica se registra un aumento neto de la superficie agrícola con pérdida neta de la superficie forestal. La excepción la hace Chile, que observa aumento neto tanto en la superficie forestal como en la agrícola. En Estados Unidos, Alaska, la mayoría de países de Europa y parte de Asia se registra aumento neto de la superficie forestal y pérdida de la agrícola.

Factores de éxito en Chile

En el caso del estudio de Chile, la FAO menciona los principales factores que han contribuido a las tendencias positivas en materia de seguridad alimentaria y cubierta forestal en este país. Entre ellas están:

-El crecimiento económico en un entorno de mercado abierto y competitivo ha dado lugar al aumento de las exportaciones y a la reducción del desempleo y la pobreza.

-Un marco de instituciones fiables ha respaldado el crecimiento económico y ha proporcionado protección social.

-El sector agrícola se ha mostrado flexible al reaccionar a las condiciones cambiantes del mercado, en particular al potencial de exportación, y ha respondido de manera positiva a las reducciones arancelarias mediante la sustitución de los cultivos tradicionales por alternativas más rentables.

-Se han puesto fondos a disposición, procedentes principalmente de bancos comerciales. Los instrumentos financieros gubernamentales se han centrado en fomentar la inversión del sector privado, restaurar los suelos degradados y mejorar los sistemas de riego.

-Se han llevado a cabo programas bien orientados con objetivos sociales y de producción para prestar apoyo a pequeñas y medianas empresas, en particular mediante el suministro de asistencia técnica, apoyo financiero y capacitación para mejorar la productividad y la sostenibilidad de las explotaciones familiares.

-Se han impulsado plantaciones forestales destinadas a la producción de madera para elaboración industrial y al suministro de beneficios ambientales como la protección de los suelos mediante subvenciones a la forestación, un requisito jurídico para replantar tras la explotación y una respuesta positiva a este tipo de oportunidades en el sector privado.

-El reconocimiento en las políticas del potencial de la agricultura y la actividad forestal, sobre la base de la sostenibilidad de los diferentes usos de la tierra, ha dado lugar a un apoyo sólido y eficaz para ambos sectores.

Fuente: El estado de los bosques del mundo, 2016, FAO.

El documento da relevancia a “los desafíos y las oportunidades que representa la compleja interrelación de los bosques, la agricultura y el desarrollo sostenible”. Dice: “[…] la gestión sostenible de los bosques y la agricultura y su integración en los planes de uso de la tierra resulta esencial para lograr los ODS, garantizar la seguridad alimentaria y hacer frente al cambio climático”, y es que, argumenta: ”En la Agenda 2030 se reconoce que la alimentación, los medios de vida y la ordenación de los recursos naturales ya no se pueden considerar por separado. Es necesario un enfoque coherente e integrado de la sostenibilidad en todos los sectores agrícolas y en los sistemas alimentarios […] Los bosques y la agricultura desempeñan una función muy importante en el cumplimiento del compromiso histórico de la Agenda 2030 de librar el mundo de las lacras de la pobreza y el hambre”.

Afirma: “Los bosques y los árboles favorecen la agricultura sostenible porque, entre otras cosas, estabilizan los suelos y el clima, regulan los flujos de agua, ofrecen sombra y refugio y proporcionan un hábitat a los polinizadores y a los depredadores naturales de plagas agrícolas. Cuando se integran con sensatez en los territorios agrícolas, los bosques y los árboles permiten, por tanto, aumentar la productividad de la agricultura. Los bosques y los árboles también ayudan a garantizar la seguridad alimentaria de cientos de millones de personas, para quienes constituyen importantes fuentes de alimentos, energía e ingresos, sobre todo en momentos difíciles.

“A pesar de todo, la agricultura sigue siendo el principal factor de la deforestación a nivel mundial y, a menudo, las políticas agrícolas, forestales y de tierras no están armonizadas”.

El reporte destaca que factores que influyen en el mantenimiento o deforestación incluyen: el crecimiento de la población y los cambios en los hábitos de consumo de alimentos; la evolución del sector agrícola (por ejemplo, cambios en los mercados o mejoras de la tecnología e intervenciones activas en materia de políticas); la seguridad de la tenencia de la tierra, y la gobernanza del cambio del uso de la tierra. “Las pérdidas de bosques en el período 2010-15 (la mayoría de las cuales se refieren a bosques naturales) se compensaron parcialmente por medio de una combinación de expansión natural, a menudo en terrenos agrícolas abandonados (2.2 millones de hectáreas anuales) y establecimiento de bosques plantados (3.1 millones de hectáreas anuales).

Muestra que algunos países han sido capaces de conciliar los intereses de los diferentes sectores y han logrado incrementar la productividad agrícola y la seguridad alimentaria de sus poblaciones deteniendo o incluso invirtiendo al mismo tiempo la deforestación. Presenta estudios de casos sobre siete de estos países (Chile, Costa Rica, Gambia, Georgia, Ghana, Túnez y Viet Nam), aunque, advierte, “existen otros que también han llevado a cabo transiciones similares. Actualmente, el desafío consiste en impulsar estas tendencias positivas en los países, especialmente en aquellos de ingresos bajos, donde la inseguridad alimentaria todavía es generalizada y donde se siguen perdiendo bosques”.

En el documento se establecen varias recomendaciones sobre los enfoques que los países pueden adoptar, con la ayuda de la comunidad internacional, “a fin de integrar mejor los bosques y la agricultura al mismo tiempo que se incrementa la seguridad alimentaria y se reduce la pérdida de bosques. Inevitablemente, en algunos países los bosques seguirán transformándose en terrenos agrícolas. Sin embargo, el cambio desde un uso forestal de la tierra hacia un uso agrícola perjudicará menos el medio ambiente y producirá mejores resultados económicos y sociales si se realiza de forma planificada e integrada”.

Dice que la planificación integrada del uso de la tierra proporciona un marco estratégico esencial para equilibrar los usos de la tierra. Pero es importante que estos procesos de planificación sean participativos, “ya que son los agricultores y los otros habitantes del medio rural quienes, en última instancia, deben poner en práctica los planes, y solo lo harán si estos satisfacen sus necesidades e intereses”.

Respecto de los siete estudios de caso con experiencias positivas, la FAO señala que los siete países han experimentado un crecimiento económico favorable, que en algunos casos iba asociado a reformas económicas estructurales.

En la mayor parte de estos estudios se demostraron los vínculos entre la pobreza y la inseguridad alimentaria, así como la importancia de incluir la erradicación de la pobreza y la reducción de la desigualdad como objetivos clave de las políticas económicas nacionales. “Esos estudios sugieren que el desarrollo de economías agrícolas abiertas y orientadas al mercado debería incluir salvaguardias sociales y medioambientales complementarias, por ejemplo, para proteger a los hogares vulnerables de las repercusiones de las fluctuaciones de los mercados mundiales y para evitar daños ambientales derivados de una producción agrícola más intensiva. Los países estudiados han reconocido los grandes beneficios económicos, sociales y ambientales de los bosques, incluida su contribución a programas más amplios de desarrollo sostenible, reducción de la pobreza y cambio climático”, dice.

Recomendaciones de FAO para una política integral agrícola/forestal

1. Para satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos y otros productos procedentes de la tierra serán necesarios territorios altamente productivos gestionados de forma sostenible.

2. Los bosques desempeñan una función esencial en el ciclo del agua, la conservación de los suelos, la fijación de carbono y la protección de los hábitats, en particular los de los polinizadores. Su gestión sostenible es crucial para lograr una agricultura sostenible y alcanzar la seguridad alimentaria.

3. La agricultura sigue siendo el factor más importante de la deforestación en el mundo y es urgentemente necesario promover interacciones más positivas entre la agricultura y la actividad forestal.

4. Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por los países en 2015 son “de carácter integrado e indivisible”. los progresos hacia la agricultura sostenible, la seguridad alimentaria y la gestión forestal sostenible, elementos básicos de los ODS, deberían avanzar en paralelo.

5. Es necesaria una mayor coordinación entre las políticas sobre los bosques, la agricultura, la alimentación, el uso de la tierra y el desarrollo rural. Igualmente importante resulta disponer de marcos jurídicos claros que rijan el cambio del uso de la tierra, en particular, sistemas de tenencia de la tierra seguros que reconozcan los derechos consuetudinarios tradicionales a hacer uso de la tierra y de los productos forestales.

6. En las zonas donde la agricultura comercial a gran escala constituye el principal factor del cambio del uso de la tierra, será necesaria una regulación eficaz del cambio, con las salvaguardias sociales y medioambientales apropiadas. Las iniciativas de gobernanza privadas, como los sistemas de certificación voluntarios y los compromisos para la eliminación total de la deforestación, también tienen un efecto positivo.

7. En los lugares en los que la agricultura de subsistencia local constituya el principal factor del cambio del uso de la tierra, se deberían aplicar medidas más amplias de mitigación de la pobreza y de desarrollo rural, así como iniciativas para mejorar la agricultura, la agroforestería y otras prácticas de uso de la tierra a nivel local.

8. El ordenamiento territorial integrado proporciona un marco estratégico para equilibrar los usos de la tierra a escala nacional, subnacional y territorial. Esto debería incluir una participación significativa de los interesados directos a fin de garantizar la legitimidad de los planes relativos al uso de la tierra y obtener la aceptación de los interesados para aplicar y realizar el seguimiento de dichos planes. 9 La seguridad alimentaria se puede lograr mediante la intensificación de la agricultura y otras medidas, como sistemas de protección social, en lugar de con la expansión de las zonas agrícolas a expensas de los bosques.

9. Aunque la mayoría de los países disponen de políticas oficiales para sus sectores forestal y agrícola, existe una necesidad cada vez mayor de políticas sobre el cambio del uso de la tierra de la actividad forestal a la agricultura y viceversa. Así lo exigen los acuerdos internacionales establecidos recientemente, como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el cambio climático.

10. La complejidad de la gobernanza del cambio del uso de la tierra se podría reducir mediante una mayor coordinación entre las políticas relativas a los bosques, la agricultura, la alimentación, el uso de la tierra, el desarrollo rural, el agua y el cambio climático.

11. Los marcos jurídicos para la conversión de los bosques en terrenos agrícolas suelen ser complejos y las prácticas locales informales pueden influir considerablemente en los ámbitos donde la aplicación y el cumplimiento de las leyes es deficiente. La función del derecho consuetudinario, basado en derechos tradicionales, resulta especialmente importante para los grupos vulnerables.

12. La pérdida de bosques es una característica de numerosos países de bajos ingresos y con déficit de alimentos donde la inversión gubernamental en la agricultura y la actividad forestal es escasa. Los países que promueven la inversión y el valor añadido en la agricultura y que proporcionan una infraestructura adecuada han abordado el problema de la pérdida de bosques de forma más eficaz que aquellos cuyas inversiones son escasas.

13. La gobernanza y la gestión del cambio del uso de la tierra requieren un enfoque multidimensional que incluya una elaboración de políticas coordinada; seguridad de la tenencia de la tierra; una aplicación eficaz de las leyes; incentivos económicos específicos destinados a promover la intensificación sostenible de la agricultura, la gestión sostenible de los bosques y la inversión social en las zonas rurales; un compromiso sólido por parte de los interesados; asociaciones entre el sector público y el privado; una planificación integrada del uso de la tierra; y un seguimiento adecuado del cambio del uso de la tierra.

14. En los países que han garantizado la inversión en el sector forestal, la pérdida de bosques es menor en general. Algunos países están invirtiendo en bosques de forma que ayudan a lograr objetivos sociales y ambientales más amplios relacionados con el empleo, el cambio climático, la degradación de la tierra, la restauración del territorio y la resiliencia de la agricultura.

15. Una planificación integrada del uso de la tierra resulta importante para crear un marco estratégico que permita equilibrar los usos contrapuestos de la tierra entre las partes interesadas. Este marco debería incluir organismos gubernamentales, comunidades locales, organizaciones de la sociedad civil e intereses responsables por parte del sector privado.

Fuente: El estado de los bosques del mundo, 2016, FAO.

 
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