|
||||||||
Aumenta pérdida de bosques en zonas
Hasta finales del siglo XIX, la mayor deforestación se registró en las regiones de clima templado, pero actualmente es más elevada en las zonas de clima tropical, y en especial en países de bajos ingresos, afirma la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y precisa que entre 2000 y 2010 se registró una pérdida neta de bosques de siete millones de hectáreas anuales en los países tropicales y un aumento neto de los terrenos agrícolas de seis millones de hectáreas al año. “La mayor pérdida neta de bosques y el mayor incremento neto de terrenos agrícolas durante este período se produjeron en el grupo de países de ingresos bajos, donde las poblaciones rurales están aumentando”, afirma la FAO en su informe El estado de los bosques del mundo, 2016: Los bosques y la agricultura: desafíos y oportunidades en relación con el uso de la tierra. Y precisa: La agricultura comercial a gran escala origina aproximadamente el 40 por ciento de la deforestación en los trópicos y los subtrópicos; la agricultura de subsistencia local, el 33, la infraestructura, el diez; la expansión urbana, el diez, y la minería, el siete por ciento”. El documento que –dice– se inserta en los esfuerzos de la FAO “para desempeñar una función clave en la prestación de ayuda a los países para elaborar planes, políticas y programas nacionales con vistas a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”, señala también que en los años recientes la superficie forestal neta se ha incrementado en las regiones templadas y se han producido relativamente pocos cambios en la superficie forestal de las regiones de clima boreal y subtropical. En el caso de las zonas tropicales, precisa que existen variaciones significativas respecto de los motivos de la mayor deforestación según la región: por ejemplo, la agricultura comercial origina casi el 70 por ciento de la deforestación en América Latina, pero sólo un tercio en África, donde la agricultura a pequeña escala constituye un factor más significativo de la deforestación. El reporte muestra un mapa mundial con los países iluminados con diversos colores según el clima dominante. A México se le clasifica como país subtropical, mientras que Centro y Sudamérica, así como el Caribe, con excepción de Argentina y Chile, están clasificados con región tropical dominante, al igual que casi toda África y algunos países asiáticos. Y se presenta otro mapa que muestra las variaciones netas en superficie agrícola y forestal por país. Para el caso de México, se establece que no hay o son escasas tales variaciones, mientras que en la mayor parte de Sudamérica se registra un aumento neto de la superficie agrícola con pérdida neta de la superficie forestal. La excepción la hace Chile, que observa aumento neto tanto en la superficie forestal como en la agrícola. En Estados Unidos, Alaska, la mayoría de países de Europa y parte de Asia se registra aumento neto de la superficie forestal y pérdida de la agrícola.
El documento da relevancia a “los desafíos y las oportunidades que representa la compleja interrelación de los bosques, la agricultura y el desarrollo sostenible”. Dice: “[…] la gestión sostenible de los bosques y la agricultura y su integración en los planes de uso de la tierra resulta esencial para lograr los ODS, garantizar la seguridad alimentaria y hacer frente al cambio climático”, y es que, argumenta: ”En la Agenda 2030 se reconoce que la alimentación, los medios de vida y la ordenación de los recursos naturales ya no se pueden considerar por separado. Es necesario un enfoque coherente e integrado de la sostenibilidad en todos los sectores agrícolas y en los sistemas alimentarios […] Los bosques y la agricultura desempeñan una función muy importante en el cumplimiento del compromiso histórico de la Agenda 2030 de librar el mundo de las lacras de la pobreza y el hambre”. Afirma: “Los bosques y los árboles favorecen la agricultura sostenible porque, entre otras cosas, estabilizan los suelos y el clima, regulan los flujos de agua, ofrecen sombra y refugio y proporcionan un hábitat a los polinizadores y a los depredadores naturales de plagas agrícolas. Cuando se integran con sensatez en los territorios agrícolas, los bosques y los árboles permiten, por tanto, aumentar la productividad de la agricultura. Los bosques y los árboles también ayudan a garantizar la seguridad alimentaria de cientos de millones de personas, para quienes constituyen importantes fuentes de alimentos, energía e ingresos, sobre todo en momentos difíciles. “A pesar de todo, la agricultura sigue siendo el principal factor de la deforestación a nivel mundial y, a menudo, las políticas agrícolas, forestales y de tierras no están armonizadas”. El reporte destaca que factores que influyen en el mantenimiento o deforestación incluyen: el crecimiento de la población y los cambios en los hábitos de consumo de alimentos; la evolución del sector agrícola (por ejemplo, cambios en los mercados o mejoras de la tecnología e intervenciones activas en materia de políticas); la seguridad de la tenencia de la tierra, y la gobernanza del cambio del uso de la tierra. “Las pérdidas de bosques en el período 2010-15 (la mayoría de las cuales se refieren a bosques naturales) se compensaron parcialmente por medio de una combinación de expansión natural, a menudo en terrenos agrícolas abandonados (2.2 millones de hectáreas anuales) y establecimiento de bosques plantados (3.1 millones de hectáreas anuales). Muestra que algunos países han sido capaces de conciliar los intereses de los diferentes sectores y han logrado incrementar la productividad agrícola y la seguridad alimentaria de sus poblaciones deteniendo o incluso invirtiendo al mismo tiempo la deforestación. Presenta estudios de casos sobre siete de estos países (Chile, Costa Rica, Gambia, Georgia, Ghana, Túnez y Viet Nam), aunque, advierte, “existen otros que también han llevado a cabo transiciones similares. Actualmente, el desafío consiste en impulsar estas tendencias positivas en los países, especialmente en aquellos de ingresos bajos, donde la inseguridad alimentaria todavía es generalizada y donde se siguen perdiendo bosques”. En el documento se establecen varias recomendaciones sobre los enfoques que los países pueden adoptar, con la ayuda de la comunidad internacional, “a fin de integrar mejor los bosques y la agricultura al mismo tiempo que se incrementa la seguridad alimentaria y se reduce la pérdida de bosques. Inevitablemente, en algunos países los bosques seguirán transformándose en terrenos agrícolas. Sin embargo, el cambio desde un uso forestal de la tierra hacia un uso agrícola perjudicará menos el medio ambiente y producirá mejores resultados económicos y sociales si se realiza de forma planificada e integrada”. Dice que la planificación integrada del uso de la tierra proporciona un marco estratégico esencial para equilibrar los usos de la tierra. Pero es importante que estos procesos de planificación sean participativos, “ya que son los agricultores y los otros habitantes del medio rural quienes, en última instancia, deben poner en práctica los planes, y solo lo harán si estos satisfacen sus necesidades e intereses”. Respecto de los siete estudios de caso con experiencias positivas, la FAO señala que los siete países han experimentado un crecimiento económico favorable, que en algunos casos iba asociado a reformas económicas estructurales. En la mayor parte de estos estudios se demostraron los vínculos entre la pobreza y la inseguridad alimentaria, así como la importancia de incluir la erradicación de la pobreza y la reducción de la desigualdad como objetivos clave de las políticas económicas nacionales. “Esos estudios sugieren que el desarrollo de economías agrícolas abiertas y orientadas al mercado debería incluir salvaguardias sociales y medioambientales complementarias, por ejemplo, para proteger a los hogares vulnerables de las repercusiones de las fluctuaciones de los mercados mundiales y para evitar daños ambientales derivados de una producción agrícola más intensiva. Los países estudiados han reconocido los grandes beneficios económicos, sociales y ambientales de los bosques, incluida su contribución a programas más amplios de desarrollo sostenible, reducción de la pobreza y cambio climático”, dice.
|