Más de 50 mil personas se congregaron en el Foro Sol para despedir a la mítica banda inglesa
El célebre cantante Ozzy Osborne interpretó himnos del grupo, fundado en 1968
Sonaron los potentes riffs en rolas como Birmingham, War Pigs y Paranoid, con la que se despidieron
Viernes 18 de noviembre de 2016, p. 7
Una congregación de más de 50 mil metalheads, inmersos en una atmósfera avivada por los riffs de filoso voltaje surgidos de la guitarra del sempiterno Tony Iommy, del contundente bajo de Geezer Butler, la voz añeja/metalera de Ozzy Osbourne y las percusiones de Tommy Clufetos, dieron inicio al ritual del adiós de una de las bandas primigenias del heavy metal: Black Sabbath.
La banda de Birmingham, surgida en 1968, empezó su concierto en el Foro Sol con su canción epónima. Durante la rola, Ozzy, con los brazos abiertos en cruz, soltó la clásica carcajada y logró arrancar el primer ¡ah!
multitudinario. A partir de ese momento, la señal de cuernos
creada por Ronnie James Dio hizo se aparición entre chavos de todas las épocas. Al concluir la rola, el cantante saludó a México.
Mientras el concierto transcurría los recuerdos hacían lo propio, por ejemplo, cuando las rolas de Sabbath sólo eran programadas en Radio Capital, únicamente en el programa Vibraciones, o cuando la chaviza –a principios de los años 70– leyó en la revista México canta que no se les permitió bautizar su segundo disco con el nombre de War Pigs; pero la remembranza principal fue lo de su fallido concierto en octubre de 1989, primero suspendido en León, Guanajuato, y después en San Luis Potosí. Venían con su gira llamada como su disco de ese año: Headless, y los integrantes eran Tony Iommy, Neil Murray, Cozy Powell, Tony Martin (voz) y Geoff Nichols (teclados).
Los ingleses no regresaron a nuestro país hasta el 8 de noviembre de 1992.
Pero el miércoles pasado llegó The End, última gira de la banda primigenia del metal.
Fairies Wear Boots e Into the Void se dejaron escuchar, mientras las imágenes en disolvencias recreaban un entorno vintage roquero/metalero en las tres pantallas gigantes.
Al terminar Snowblind, Ozzy presentó a la banda y, como era de esperar los gritos, aplausos y chiflidos, con más duración fueron para Tony, quien, incólume, los recibió para enseguida continuar su recorrido –junto con músicos y seguidores– por los sinuosos caminos del metal, donde Sabbath colocó la primera lápida.
Siguió el desfile de himnos metaleros. War Pigs generó los primeros coros; aparecieron Rat Salad, Iron Man y con N.I.B., como es recurrente, muchos nos acordamos de The Cream. Pero, también, muchos, cantaron a todo pulmón la parte de la canción que dice “forever with me til’ the end of time”. Como para asociar el momento con el nombre de la gira o como para acatar la petición de Black Sabbath a sus seguidores.
Durante gran parte del concierto una iluminación predominante en rojo, un sonido prístino y una contundente base rítmica unieron los sentidos visuales, auditivos y emocionales para provocar que centenares de poseídos giraran la cabeza casi 360 grados y organizaran minislams entre ellos. Ambiente que no desapareció ni cuando se ejecutaron portentosos solos de batería y de bajo; lo que motivó más a la cofradía oscura/metalera fueron las diferentes tomas de esos momentos, proyectadas en la tercia de pantallas ubicadas en los laterales y en el centro del amplio escenario un fondo de cajones sonoros.
La rola del fin
Children of the Grave, Hand of Doom hicieron olvidar el augurio de lluvia (¿tormenta?) presente durante todo el nublado día, y cuando sonó Paranoid todos seguían disfrutando. Nadie aceptaba en ese momento que era la última canción elegida por Tony, Ozzy y Geezer para despedir a Black Sabbath de México como debe ser: con un adiós rebosante de un sonido de heavy metal añoso con marcados compases de sonidos contemporáneos. Poco a poco, la multitud fue dejando solitario el Foro Sol. Sólo la Luna –por fin– brillaba sobre el escenario ya silencioso y oscuro.