Hacer una tesis para obtener un grado académico puede convertirse en una metáfora de la vida, y sobre ello ahonda el monodrama musical Diálogos en soledad, que hoy tendrá su segunda y última función a las 18 horas, en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, como parte del ciclo Ópera Contemporánea.

Escrita y protagonizada por la soprano mexicana Catalina Pereda, se trata de una historia hecha con retazos de historias en las que la realidad y la ficción, los deseos y los ensueños, los logros y la desesperación, la tragedia y la comedia se funden y confunden.

Es una reflexión sobre la voz, no sólo como instrumento musical, sino como la búsqueda de la personalidad. También sobre el papel de la mujer en la ópera y en la vida, donde siempre se le ve y trata como víctima, según explicó la autora.

Son mi vida y mis anhelos. Como en toda ficción, aquí hay mucho de autobiográfico y de soñado. Es una mezcla entre mi historia y la de las mujeres de una investigación que hice, agregó.

Es muy interesante el papel de la mujer en la ópera. Es un personaje abandonado, victimizado, que siempre muere al final. Creo que esto es algo que debe detenerse. Es cruel que la mujer en la ópera sea la eterna víctima. Un poco la idea de este trabajo es reivindicar el papel femenino dentro de ese espectáculo y la vida misma.

Con 50 minutos de duración, la obra está construida a partir de fragmentos literarios de Clarice Lispector, Marguerite Duras y TS Elliot, y musicales de Arnold Schoenberg, Francis Poulenc, Franz Schubert, Richard Wagner, Giuseppe Verdi y Marcela Rodríguez, con acompañamiento solamente de un piano.

Atmósfera íntima y onírica

La dirección escénica está a cargo de Jesusa Rodríguez, quien parte de muy escasos recursos escenográficos, sólo un escritorio, un sofá, un piano y un espejo, para configurar una atmósfera de profunda intimidad y, por momentos, de hondo calado onírico. Es un universo personal contenido, plagado de dudas, anhelos, remembranzas, desasosiego, certezas, alegrías y decepciones.

El montaje tiene en la dirección escénica a la actriz y activista social Jesusa RodríguezFoto Roberto García Ortiz

Elemento central del diseño escenográfico es una enorme tela traslúcida de color rojo que se distribuye a lo largo y ancho del escenario para simbolizar el interior de una garganta humana, en referencia al lugar de donde nace la voz.

Catalina Pereda realizó este monodrama de manera simultánea a su tesis para obtener el doctorado en canto, el primero en México. Aclaró que este espectáculo funcionó como una válvula de escape.

La tesis, como cualquier proyecto a largo plazo, es una metáfora de la vida, en el sentido de que se convierte en una prueba para uno mismo. Es algo que uno elige y que, en varios momentos, termina por hartar. Así es la vida, uno elige su camino y a veces se enfrenta con problemas y tropiezas, pero una vez que se logra avanzar, se le encuentra sentido.

La trama de Diálogos en soledad presenta a una joven mujer encerrada en su estudio durante el curso de varios días, semanas, acaso años, tiempo durante el cual se confronta consigo misma y, por momentos, pierde la noción entre lo que es real y ficticio, entre lo que desea y lo que le ha sido impuesto, entre la razón y la locura.

Su propia vida comienza a mezclarse con las trágicas historias de las mujeres de la investigación que está realizando, para dar como resultado situaciones que transitan de lo dramático a lo humorístico, de la desolación a lo festivo, un estado de tensión permanente que es remarcado por las diferentes piezas vocales y arias que integran la obra.