La paralímpica de 65 años recordó que sus rivales le temían por su estilo de juego
Fue considerada la mejor tenista de mesa en silla de ruedas del siglo XX
para recibir el máximo reconocimiento que puede tener una deportista en el paísFoto Conade
Jueves 10 de noviembre de 2016, p. a15
Con una carrera deportiva de 30 años, en la que conquistó todos los laureles en diversas latitudes mundiales, finalmente la tenista de mesa en silla de ruedas María Cristina Hoffman Torres, a sus 65 años de edad, recibirá el Premio Nacional de Deportes, estímulo que la tiene contenta y satisfecha por haber representado dignamente a México.
Fueron 20 años los que esperó para recibir la distinción, máximo reconocimiento que puede tener un deportista en el país
, dijo orgullosa, por lo que ahora siente el compromiso de promover el deporte adaptado para regresarlo a los lugares donde se mantuvo durante mucho tiempo: entre los mejores del mundo
.
Rememoró algunos de sus logros más importantes, como haber sido subcampeona paralímpica en Atlanta 1996, tres veces monarca mundial (1993, 1995 y 1998), la número uno del orbe de la especialidad en ocho ocasiones y por su estilo de juego fue considerada la mejor jugadora de tenis de mesa en silla de ruedas del siglo XX.
Emocionada, la ex competidora dijo que en una de las mejores etapas de su carrera deportiva las asiáticas y europeas la miraban como una rival a vencer porque mi estilo de juego era diferente al de ellas, aunque terminaron por estudiarme
hasta que lograron neutralizar su repertorio de estrategias.
Dijo que gracias al apoyo de su esposo Sergio Luján –promotor de su deporte– tuvo clases privadas y todo el tiempo para convertirse en la mejor exponente de su modalidad en el orbe, por lo que los de a pie no querían jugar conmigo porque les daba pena perder
.
Madre de dos hijos, Sergio y Alejandro, ambos profesionistas, Cristina está satisfecha con lo hecho en su carrera deportiva y más en su vida personal. Su familia es un tesoro que mantiene como uno de sus grandes bienes, pero también mantiene otra pasión inalterable: promover el tenis de mesa entre los competidores con capacidades diferentes.
Se retiró del deporte activo luego de Atenas 2004, cuando tuvo todo para ganar, pero las rivales no la dejaron alcanzar la máxima gloria –se fue cuando estaba en la cúspide, era la cuarta del mundo–, porque piensa que en esa posición debe llegar la despedida y no cuando uno va de bajada y empieza a perder todo eso que lo llevó a la cima.
Su vida ahora la consagra a promover su deporte en las comunidades donde hace falta llevar estas actividades, para que la niñez y la juventud tengan un camino diferente por el que puedan triunfar.