El pianista, compositor y arreglista celebró 40 años de carrera
Domingo 6 de noviembre de 2016, p. 8
Un homenaje al corazón de la urbe, su colorido Centro Histórico, es el espectáculo Citadino, creación del pianista y compositor Héctor Infanzón (CDMX, 1959), quien lo presentó la noche del viernes en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, como parte de los festejos por los 40 años de carrera artística del también arreglista y productor.
Este mosaico de sonoridades, imágenes, ambientes y emociones es un recorrido musical, de madrugada a madrugada, por la capital del país concebido por un enamorado de sus calles, edificios y monumentos emblemáticos. Infanzón pasó los primeros años de su vida en un departamento ubicado sobre San Juan de Letrán (ahora Eje Central), justo enfrente de la Torre Latinoamericana. Lo suyo fue amor a primera vista.
Para Infanzón el runrún de la CDMX aparentemente es caótica, pero tiene muchos sonidos que nos atrapan
. Si escuchamos, por ejemplo, a un organillero sabemos que es el centro. Justo con tres organilleros, que llegaron de entre el público entonando Sabor a mí, de Álvaro Carrillo, comenzó el espectáculo de casi tres horas de duración.
Para esto, el Vago, ser de la calle e hilo conductor, ya había deambulado por el escenario, cuya escenografía consistió en un sinfín de imágenes fotográficas, letreros de calles (Francisco I. Madero, con 16 de Septiembre, 5 de Febrero y López/Victoria), y videos que reflejaban el movimiento incesante del primer cuadro capitalino.
No tardaron en aparecer la tamalera, el deportista, la estudiante, el barrendero y el chico del celular. Infanzón arribó al escenario en un flamante ciclotaxi para preguntar cómo nos irá el día de hoy. Tal vez, Como en feria, interpretado por el pianista y sus cinco músicos, tres de ellos percusionistas, que para este número tocaron el cajón. Todo esto en medio del barullo callejero.
Siguió el danzón No, porque me acuerdo, dedicado a todos los edificios y negocios emblemáticos del centro, todos estos lugares de tradición que muchas veces han desaparecido, pero queda la nostalgia
.
El festejo siguió en la cantina El Tío Pepe; como invitado de honor estuvo el jazzista Francisco Téllez. El pianista se disculpó ya que “me salió un huesito en el bar León. Voy a acompañar a Wuelfo”. Un radio de época reprodujo un programa radiofónico de 1959 en que el pianista interpretaba el bolero jazzeado, Aquí en mí, tema que nos invita a estar con nosotros mismos en esta gran ciudad
.
Fuera de lo común resultó Hematofonía, o Sinfonía de los moretones, nacida del cruce peatonal del Eje Central con Madero, donde con cada cambio de semáforo dos muros al parecer infranqueables de seres humanos pasan al otro lado de la calle.
No podrían faltar los vendedores ambulantes, tanto los de antes que se mezclaron con los de hoy. El compositor hizo una combinación melódica de una vendedora de pantaletas y un hombre que vende lentes, a la que “le puse el piano encima y surgió el huapango, De a 10 varos”. En la pieza Zócalo intervinieron tres concheros, traídos del rumbo de la Plaza de la Constitución, con su tamborilero.
Carlos Tovar, el Popis, uno de los percusionistas invitados, cantó el bolero nostálgico La estación. En Rincón brujo Infanzón entabló un duelo entre pianista y la bailarina Lupita Padilla, quien alternó el zapateado español y mexicano con la danza contemporánea.
El Vago, interpretado por Memo Infanzón, también contó con su tema homónimo, en que el personaje realiza un mano a mano con el baterista Enrique Nativitas. Claro, el Vago tocó una batería improvisada con objetos recogidos de la calle.
Citadino terminó con el guaguancó Se vive así, composición de Marcial Alejandro, también cantado por Carlos Tovar.