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Pequeños de varias comunidades acompañaron al caifán en el cierre de Vientos de la Montaña

Saúl Hernández vivió una experiencia angelical con 56 niños texcocanos

Abordan la música con mucha pureza y eso es algo que se agradece, señaló en entrevista

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Saúl Hernández con los chicos del Ensamble de Metales y Coro de los Núcleos de Enseñanza Musical de Texcoco, a cargo del maestro Joel Aguilar EspinosaFoto Javier Salinas Cesáreo
Enviado
Periódico La Jornada
Martes 25 de octubre de 2016, p. a10

Texcoco, Méx.

El caifán Saúl Hernández vivió una experiencia angelical el pasado domingo, en su concierto que clausuró del cuarto Festival de Música Vientos de la Montaña, en el que estuvo acompañado por 56 niños de varias comunidades que estudian música de banda tradicional, quienes interpretaron rolas como Mátenme porque me muero.

A eso de las siete de la noche, ante unas 7 mil personas que esperaron anhelantes a Saúl, al grito de ¡eres lo máximo!, ¡eres un chingón!, etcétera, hasta el punto del paroxismo, entró el autor de Los dioses ocultos en la tierra de Tláloc y de Coatlinchán, donde aún se rinde culto a las deidades de las aguas celestes y terrestres.

La primera parte estuvo integrada con canciones de Saúl solista, acompañado por un grupazo que borró a los Caifanes.

El discurso visual de las rolas de Saúl empatizaba con el pasado prehispánico de Texcoco, herencia viva. Los texcocanos sienten que tocan sus raíces con esa música de rock que no reniega del pasado en todas sus modalidades.

Saúl y su grupo ensayaron con los 56 niños del Ensamble de Metales y Coro de los Núcleos de Enseñanza Musical de Texcoco, a cargo del maestro Joel Aguilar Espinosa.

La brincadera colectiva de miles con No dejes que, éxito caifanesco, la quintaesencia de Saúl de los tiempos posThe Cure. Muchachos que apartaron su lugar desde un día antes ya coreaban. Otros cerraban los ojos, en trance con quien sabe qué persona, lugar o ave de paso.

Cuando se escuchó Antes de que nos olviden el deseo de justicia fue un grito de coraje contra el gobierno, contra el Estado, que no ha aclarado la desaparición de los 43 alumnos de Ayotzinapa.

Se va Saúl, pero todo es una finta. Entran los 56 niños y niñas que se convierten en los caifanes más pequeños de la historia. Cantan juntos Viento, con música de viento, y un temor y temblor corre por los cuerpos de todos los testigos de esa experiencia estética. Saúl ríe, a veces hace sólo una mueca, último recurso de quien no puede carcajearse.

A través del vaso

En la soledad de su camerino, Saúl bebe vino tinto para calentar su garganta antes de que comience el concierto. Tiene un resfrío en ciernes, pero la noche será larga y lo esperan miles.

Cita que en Texcoco hay siglos de historia prehispánica y autoridades que apoyan la cultura, a pesar de los recortes presupuestales. Reconoció el trabajo de Azucena Cisneros, directora de Cultura de Texcoco.

Trabajar con niños, dijo en entrevista, “fue una gran sorpresa. Abordan la música con mucha pureza; es algo muy hermoso. Luego, con esa pureza e ingenuidad, empiezan a tocar y, obviamente, suena así. Eso es una experiencia porque escuchas la música tocada a partir de una experiencia pura. Y eso es algo que se agradece, porque es un masaje al alma. Ves a unos chiquitos en el coro, a otros en las trompetas, otros con un camino que ojalá no dejen. ¡Agradezco estar con ellos!

“Vamos a tocar Viento, Afuera, Mátenme porque me muero y Antes de que nos olviden. El ensayo fue medio extraño, porque yo no sabía lo que habían hecho. Vi los arreglos que me dio el maestro Joel y los incorporamos todos. Fue interesante. Sólo ensayamos las canciones dos veces. La pureza de los niños me hizo pedir que ya no repasaran más, para tocar como es, al primer impulso.”

Saúl no tomó clases de música cuando era niño. “Oír a estos niños tocar mis canciones y hacer coros fue una experiencia angelical. Ojalá hubiera programas de difusión mucho más serios, más comprometidos con estas propuestas, que son muy humildes, pero poderosas. A la pureza hay que acercarse.

Lo que más gusto me dio fue que los niños se me acercaran, y que eso no era parte de un programa. Están contentos y eso me partió el corazón. Si hubiera más dinero, pero recortan el presupuesto. Cada sexenio hacen lo mismo. Son gobiernos que le temen a una sociedad preparada. ¡Bien por el gremio de cine que se pronunció contra el recorte! Los apoyo, por supuesto.