Agnes Heller y la teoría de las necesidades humanas / V
En su edad madura, escribe Teoría de las necesidades en Marx
n el prólogo a Teoría de las necesidades en Marx (TNM, Península, Barcelona, 1978), de Agnes Heller (AH), Pierre Rovati (PR) advierte que “se trata de material de trabajo todavía no elaborado por completo, ni siquiera lingüísticamente”. Esta advertencia me parece central: mi ejemplar de TNM tiene muchas anotaciones al margen que dicen no entiendo
. Además de mis limitaciones, parece haber dos razones más de mis dificultades de comprensión: el carácter semielaborado de la obra y las dificultades de cualquier traducción. Algunos pasajes no se entienden y otros muestran titubeos de la autora. En algunos casos, para tratar de clarificar qué quiso decir AH, acudí a la traducción al inglés: The Theory of Need in Marx, Allison & Busby, Londres, 1976. A pesar de lo ya citado, PR piensa, con lo cual coincido, que TNM es a la vez un material rico en sugerencias y en auténticos descubrimientos
. AH se sitúa, comenta PR, en un marxismo no escolástico
, pues lee a Marx desde una nueva perspectiva, desde la pregunta “¿qué son y qué papel juegan las necesidades (N) radicales?” Es una lectura “motivada por la exigencia de ir más allá de Marx, de enriquecerlo, advertir sus desigualdades, sus dificultades o incluso sus impedimentos históricos, interrogándolo a partir de las urgencias prácticas y teóricas del presente (p.14).
TNM está conformado por cinco capítulos que versan sobre: observaciones al concepto marxiano de necesidad
(N); el concepto filosófico de N
y de la alienación de las N
; el “concepto de necesidad social’; las necesidades radicales
; y, finalmente, el sistema de N y la sociedad de los productores asociados
. En el primero, AH señala con agudeza que “Marx acostumbra a definir mediante el concepto de N, pero no define nunca el concepto de N y ni siquiera describe qué debe entenderse con tal término” (p.21). Sostiene que el concepto de N ocupa un lugar central en el pensamiento de Marx, para lo cual muestra que los tres puntos en los cuales Marx resume su originalidad respecto de la economía política clásica (venta de fuerza de trabajo y no de trabajo; elaboración de la categoría general de plusvalía y su demostración; descubrimiento del significado del concepto valor de uso) están construidos sobre el concepto de N. El valor de uso es definido inmediatamente por las N; el valor de la fuerza de trabajo, dado un nivel de productividad, está determinado por las N del trabajador. La plusvalía es producida a través de la utilización del valor de uso de la fuerza de trabajo. La posibilidad misma de producir plusvalía se presenta, dice AH, cuando determinada sociedad es capaz de producir más que lo requerido para satisfacer sus N vitales (pp. 21-23). El desarrollo de la división del trabajo y de la productividad crea no sólo la riqueza material, sino también la riqueza y la multiplicidad de las N, señala AH. “Pero, añade, las N se reparten siempre en virtud de la división del trabajo: el lugar ocupado en el seno de la división del trabajo determina la estructura de la N o al menos sus límites. (p.23). Esta frase sería correcta si en lugar de N se refiriese a su satisfacción o modo de satisfacción. Con frecuencia, AH no distingue entre recursos, satisfactores y N.
Desde los Manuscritos de 1844, dice AH, Marx rechaza la concepción puramente económica de la N, pues tal reducción constituye una expresión de la alienación de las N en una sociedad en la cual el fin de la producción no es la satisfacción de las N, sino la valorización del capital, en la que el sistema de necesidades (SdeN)… sólo aparece en el mercado bajo la forma de demanda solvente” (pp. 24-25). Añade que mientras en la sociedad de los productores asociados el aumento de la productividad puede llevar a la disminución de la jornada de trabajo, con la consiguiente posibilidad para el trabajador de satisfacer N más elevadas, esto no puede ocurrir en el capitalismo porque la valoración del capital pone límites a la reducción de dicha jornada y, sobre todo, porque no puede desarrollarse a la medida de los hombres una estructura de N que haga posible” lo anterior. (p.25). AH no explica esta última afirmación. Destaca dos cuestiones. Primero, que “las categorías marxianas de N no son por lo general categorías económicas”, sino extraeconómicas: histórico-filosóficas y antropológicas de valor. Segundo, que, “para poder analizar las categorías económicas del capitalismo como categorías de N alienadas…debe instituirse la categoría de valor positivo del ‘SdeN no alienadas’, cuya completa expansión y realización queda situada en un futuro en el cual la economía estará subordinada a ese SdeN ‘humano’” (p.26).
AH entra aquí en una oscura discusión sobre las diversas clasificaciones (concepciones) de N en Marx. Se refiere a la clasificación de las N según sus objetivaciones, pero en sentido más amplio respecto de las actividades, los sentimientos y las pasiones, en la que aparecen conceptos como bienes materiales y espirituales, la N política, la de vida social, de trabajo (actividad). Distingue N naturales y N socialmente determinadas o N sociales, apoyándose en un criterio de clasificación histórico-filosófico-antropológico. La esterilidad de este intento de descubrir la taxonomía de las N en Marx se manifiesta cuando AH se contradice al señalar que desde una perspectiva económica Marx distingue (tanto en los Manuscritos como en las obras de madurez) N naturales y N socialmente determinadas. A pesar de esta esterilidad, AH va introduciendo observaciones valiosas al respecto al examinar los Grundrisse y El Capital. Sostiene que entre ambas obras no cambia el concepto de N naturales pero sí se modifica el de N necesarias. La autora dice que si bien las N naturales se refieren al mantenimiento de la vida humana y son naturalmente necesarias, no son idénticas a las propias de los animales, puesto que el hombre para su auto-conservación necesita ciertas condiciones (calefacción, vestidos) que para el animal no son una N. Hace referencia al famoso pasaje de la Introducción a los Grundrisse sobre cómo la modificación de los modos de satisfacción de una necesidad (hambre con carne cruda o cocida, consumida con las manos o con cuchillo y tenedor) modifica la N misma, para concluir que las “necesidades necesarias para el mantenimiento del hombre como ser natural son también sociales” (p.31), y concluye que el “enunciado del ‘concepto de ‘N naturales’ como ‘conjunto independiente de N, enfrentado con el de N ‘socialmente producidas’ es contradictorio. Pero ha sido Marx, citado por AH, quien sostiene que es la sociedad capitalista la que sienta las bases para superar la oposición entre N naturales y sociales. En opinión de AH las necesidades naturales “no constituyen un conjunto de N, sino un concepto límite: límite diferenciable según las sociedades-superado el cual la vida humana ya no es reproducible como tal…”
Invito a todos a la presentación de un libro que coordiné (jueves 27). Abrir esta liga.