15 de octubre de 2016     Número 109

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

mesa lengua e identidad

Ambonhaskakuarheparini/
Caminar en el propio entendimiento

Pedro Márquez Joaquín El Colegio de Michoacán

Muchos estudios antropológicas sobre los p’urhepecha hay, entre los estudiosos sólo uno se asume etnólogo sin tapujos. Según Jacques Lombaed, la etnología estudia culturas distintas a las del observador, “se ocupa de las sociedades contemporáneas situadas en un espacio diferente y que están poco marcadas por la escritura y las máquinas”. Si la etnología la hacen los “otros”, ¿qué hacemos nosotros, que somos miembros de las comunidades indígenas? No conozco algún artículo que ponga en la mesa la discusión sobre el papel de los investigadores indígenas.

Quiero llamar la atención sobre el tipo de investigación que hacemos, los enfoques metodológicos, el compromiso social, las responsabilidades con la gente y el uso de resultados. Son trabajos donde el investigador es al mismo tiempo objeto de estudio. ¿Aplicamos los mismos recursos para recopilar la información? ¿Qué implicaciones hay detrás de nuestras prácticas? ¿Las políticas públicas para la atención de los pueblos indígenas en México toman en cuenta los resultados de investigaciones?

Algunos antecedentes de ambonhaskakuarheparini o “caminar en el propio entendimiento” lo vemos en una memoria de Néstor Dimas, en el Coloquio de Ciencia y Tecnología en Lengua P‘urhepecha. Ahí hay un esfuerzo por pensar y escribir las cosas desde el pensamiento indígena. Las aportaciones de Raúl Máximo y Dante Cerano hacen el esfuerzo por mirarse a través de videos. Lucas Gómez e Ireneo Rojas hacen reflexiones en torno a la lengua y la música. Sólo por mencionar algunos.

El censo de 2010 de INEGI reporta 117 mil 221 mil hablantes de p’urhepecha mayores de tres años de edad. De ellos, 55 mil 731 mil son hombres y 55 mil 221 mujeres. Se reporta p’urhepecha en muchos entidades federativas. Los p’urhepecha viven en el centro occidente del Estado y entre los grupos indígenas son mayoría en número.

Se hace investigación pero no se ha reflexionado sobre ella, no ha sido motivo de reflexión para académicos indígenas. Por investigación indígena me refiero a estudios realizados por indígenas, con materiales escritos en idiomas nativos y pensados para el beneficio y aprovechamiento de las comunidades y pueblos indígenas. Esta afirmación no significa que desconozcamos estudios sobre indígenas, con materiales escritos en lenguas indígenas, en temas indígenas; los hay muchos y variados.

Se esperaría que en las instituciones de educación superior en Michoacán (como la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán, UIIM; la Escuela Normal Indígena de Michoacán, ENIM, y el Instituto Tecnológico Superior P’urhepecha, ITSP, así como las Unidades de la Universidad Nacional Pedagógica, UNP) atendieran a la población indígena. Ahí deben surgir las ideas y ser éstas el motor de desarrollo tecnológico, científico muy estrechamente vinculado a las características sociales, biológicas y culturales y la idiosincrasia nativa de la región.

En nuestra búsqueda encontramos una situación desoladora. La ENIM aparece en la lista de normales en México y no hay registro de sus publicaciones. Sin embargo hay estudios como los de Dora María Niniz Romero (La normal indígena de Michoacán; su diseño curricular. Instituto Michoacano de la Educación. México, 2015), y de Casimiro Leco Tomas (La Escuela Normal Indígena de Michoacán: Historia, pedagogía e identidad étnica. Morelia, Mich., 2008).Alicia Lemus y Joaquín Márquez publicaron Cuadernos de enseñanza de la lengua p’urhepecha desde el ITESP en 2012.La UIIM no tiene publicaciones de la autoría de su personal. Dan diplomados en lengua purépecha en distintos lugares.

Por su parte, la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) publica obras en lengua indígena, pero parece que está más interesada en traducir leyes y el Himno nacional. La Dirección General de Educación Indígena de la Secretaría de Educación Pública (DGEI-SEP) sí tiene en su haber varias publicaciones. El Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (Inali) publica obras en lenguas indígenas. En estas dependencias, al parecer hacen el esfuerzo por dar cumplimiento al contenido del artículo segundo constitucional, pero lo hacen a discreción, pues se carece de leyes secundarias mediante las cuales se establezcan las funciones y responsabilidades a los funcionarios de estas instituciones para que las acciones resultasen benéficas para los indígenas.

Se observa una contradicción entre la realidad y las leyes, documentos oficiales y declaraciones oficiales, pues en estos últimos se insiste en la necesidad de impulsar el desarrollo de la diversidad cultural, mediante acciones que lleven a la convivencia armónica de todas las culturas, pero en la práctica se atiende a cuentagotas a las comunidades indígenas, sin ningún esfuerzo sistemático para que la sociedad mexicana tomen conciencia de nuestra multiculturalidad. No se trataba para la interculturalidad. Con prácticas discrecionales y con propósitos electorales en los programas “asistenciales”, dejan al abandono su propio discurso y el reconocimiento de la diversidad cultural. La educación intercultural se dirige a los indígenas cuando debería estar dirigida a toda la sociedad mexicana.

La DGEI a escala federal y la DGEI en Michoacán crecieron en cantidad pero no en calidad. El resultado es que la mayoría de los docentes no tienen competencia verbal en lengua indígena, ni competencia escrita, lo que deja mucho que desear. Los materiales que la DGEI ha publicado en lengua p’urhepecha sólo abarcan el área del lenguaje y sólo los primeros grados de primaria. Desconozco si la SEP difundió estos materiales, si hay seguimiento y si hubo capacitación a los docentes. No conozco una evaluación de su impacto. José del Val, director del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad de la UNAM, al anunciar el Estado de desarrollo económico y social de los pueblos indígenas de Michoacán, comenta que la educación indígena tal como se plantea no atiende a las necesidades de la comprensión de la pluriculturalidad y plurilingüe de México porque sólo encapsulan a las lenguas indígenas en el mejor de los casos.

En la práctica no hay educación indígena donde se impulsen la enseñanza y el desarrollo de la lengua nativa, ni la educación intercultural. Las razones son varias. Podemos ver la experiencia de San Isidro, municipio de Los Reyes, Michoacán, que al parecer no tiene reconocimiento por la Secretaría de Educación del estado. No hay continuidad en secundarias. La única escuela secundaria con educación indígena (mejor conocida como Internado Indígena de Paracho) está en el Centro de Integración Social número 16 de Parcho. Recientemente se fundó la Escuela Preparatoria Intercultural en Santa Fe de la Laguna, en el municipio de Quiroga.

Pero, ¿cómo se vive la interculturalidad en la sociedad? Sólo conozco la obra de María de Lourdes Garduño La educación intercultural bilingüe y la vivencia de la interculturalidad en familias p’urhepecha, de 2013. Pedro Cortés Rodríguez, en su artículo “La experiencia intercultural en la Universidad de la Ciénega de Michoacán (en Héctor Muñoz Cruz, editor, Educación intercultural: ética y estética de cambios necesarios. Conacyt, Universidad Autónoma Metropolitana, 2013) nos comunica cómo docentes y alumnos viven la interculturalidad en la Universidad de la Ciénega.

Por su parte, Martín Equihua, cita a José del Val en el periódico digital Mundo P’urhepecha para decir que “hay un machacado discurso sobre interculturalidad, de reconocimiento de los pueblos, de la diversidad, pero en la práctica contradice eso todos los días”. Si es esto lo que ocurre en las políticas públicas del indigenismo del Estado, ¿cómo influye en las instituciones de educación superior?

En la recopilación de datos para la tesis de mi licenciatura conviví con autoridades y comuneros y ahí surgieron las primeras ideas de cómo yo, siendo de la región, necesitaba actuar de modo distinto a como lo hacían otros estudiosos. Me comprometía con la gente para atender asuntos de tipo social y político. Poco a poco, al paso de los años y ya en el trabajo de la maestría, comencé a madurar la necesidad de platicar mis sentires de investigación con otros colegas. Desde entonces vengo desarrollando la pregunta si los investigadores indígenas que laboran en otras instituciones hacen investigación como yo experimenté. Deseo saber si tienen experiencias similares a las que me ha tocado vivir en mi proceso formativo. Veo que los otros investigadores llegan a las comunidades, y en cuanto obtienen datos se van sin ningún remordimiento, sin ningún otro compromiso con la gente. Redactan sus textos y la mayoría sólo sirve para obtener un grado. Algunos regresan con una copia de la tesis y se las entregan a las familias con quienes estuvieron en contacto y muchas veces no devuelven los resultados.

Me inquieta saber si los investigadores indígenas que trabajan en instituciones estarían en condiciones de platicar las experiencias. Me pregunto. ¿Es posible caracterizar la investigación indígena?

La ciencia viene del Occidente, que trazó las formas de saber, las reglas que deben cumplirse en una investigación científica. Se pide que los datos sean cuantificables, demostrables y repetibles, o sea que se puedan verificar en procesos similares. Que en ciertas condiciones socio-ambientales se den ciertos resultados. Si esto ocurre, entonces sacan leyes y/o teorías que se puede generalizar.


FOTO: Arantxa

Pero el mundo es muy diverso. ¿No hay otras posibilidades de saber? Recientes estudios indican que hay distintas formas de saber y distintas formas de hacer ciencia. Un ejemplo de esa reflexión es de Raúl Fornet-Betancourt:

Hoy sabemos que las lenguas particulares de las diversas culturas del mundo tienen un papel preponderante, en tanto que cada idioma es un espejo de determinadas estructuras mentales y tradiciones culturales; por tanto, la desaparición de alguna implica que se diluya el conocimiento sobre las prácticas comunicativas y cognitivas de ese pueblo indígena. (Ursula Lkesing-Rampel. Reflexiones de Raúl Fornet-Betancourt. Sobre el concepto de interculturalidad. Consorcio Intercultural. Asociación Alemana para la Educación de Adultos. México. 2004).

El Occidente niega que los pueblos indígenas tengan conocimiento; sólo tienen “saberes”. Esto es que el cúmulo de saberes de los pueblos nativos es considerado de menor valía, como consecuencia se tiene la idea de que son culturas atrasadas, que no han podido desarrollarse plenamente porque no utilizan los mismos recursos de aprehensión para la comprensión de las cosas. Para Occidente lo no verificable, repetible, cuantificable y demostrable es un invento, tiene un carácter subjetivo, es poco creíble, porque no reúne los datos cuantificables, y se consideran la información de segunda clase, se etiqueta de mitos a las historias, de leyendas a los cuentos históricos que se mueven como historias orales.

No negamos la opinión de Violeta Amapola Nava. En su artículo ”¿Cómo reconocer el fraude de las pseudociencias?” (Agencia Informativa Conacyt, 19 de julio 2016) refiere que las “ideas, creencias o prácticas son presentadas como producto científico, pero en realidad carecen de una metodología, de una revisión y de una comprobación rigurosa”. Sergio Régules Ruiz-Funes dice que “las pseudociencias utilizan teorías científicamente aceptadas para dar soporte a sus afirmaciones, en ocasiones incluso imitan el lenguaje científico. El problema es que las deducciones de estas pseudociencias no han sido comprobadas”. Nuestro caso no es éste.

La historia india no se considera cierta porque está basada en mitos. Los mitos son el resultado de un profundo modo de tradición oral que circula de generaciones viejas a generaciones jóvenes por vía de la oralidad; aquí no hay fuentes escritas que las sustenten. Luis Reyes García, en su texto “Comentarios sobre la historia india” (en Arturo Warman y Arturo Argueta, coordinadores, Movimientos indígenas contemporáneos en México. CIIH, Miguel Ángel Porrua, 1993) apunta interesantes puntos de vista que obligan a una nueva revisión de estudios históricos de los pueblos nativos.

Encuentro estudios con nombre de Etno, por ejemplo de Arturo Chamorro, Fernando Nava, Cecilia Reynoso y Néstor Dimas, cuyo enfoque es etnomusicológico; estudios de Eduardo Williams, asociado a la etnoarqueología; de Juan Gallardo Ruiz , quien habla sobre la etnomedicina. Hans Roscamp estudia etnohistoria. Pedro Márquez lo hace sobre la etnolingüística. Por su parte, Alain Coulon, desde la sociología crítica, habla de etnometodología. La riqueza de estudios étnicos hace que nos preguntemos ¿cuál es la diferencia entre lo que hacen los estudiosos nativos respecto de lo que hacen los investigadores?

En el Seminario de Cultura P’urhepecha tenemos el lema Ambonhaskakuarheparini, que significa “Caminar en el propio entendimiento”. Pretendemos estudiar nuestra cultura a partir de buscar, acuñar conceptos propios, con el fin de saber cómo se mira la cultura desde la lengua. Nuestros tópicos las queremos discutir con los estudiosos de nuestra cultura, para abrir un diálogo. Hasta ahora lo hemos intentado. En este foro se han discutido la juramukua “gobernanza”, marhuatspekua “servicio”, jurhenkuarheni “aprenderse”... Involucramos a jóvenes estudiantes que se interesan en este proceso.

Conscientes estamos de que la investigación indígena requiere definirse, y mientras tanto puede entenderse de varios modos: 1. porque se estudian temas indígenas, 2. porque las fuentes que se estudian están escritas en lenguas indígenas, 3. porque los textos hablan de los indígenas, 4. porque son los indígenas quienes hacen los estudios, y las interpretaciones son desde el saber de pueblos y comunidades indígenas, 5. porque trata de temas que aquejan a los indígenas directa o indirectamente.

Los que hacemos investigación, ¿qué hacemos? ¿Qué se es espera debemos hacer los indígenas cuando estudiamos asuntos de nuestras localidades? Suele calificarse de investigación “endógena” cuando los elementos analizados se hacen desde adentro de la cultura, o sea desde el punto de vista de los implicados en el estudio. Los estudiosos son a la vez objetos de estudio. Son investigaciones descriptivas más con enfoque de investigación-acción, o investigación participativa. Buscan transformar parte de la realidad social. Comencemos por darle un nombre a nuestras prácticas.

Las investigaciones exógenas –o sea desde afuera– primero acumulan cuanta información haya sobre el objeto de estudio. Hacen el trabajo de campo generalmente por periodos cortos y con fines de corroborar lo que han leído. Hay múltiples implicaciones como el compromiso social, fines de la investigación, resultados e impactos, compromiso en regresar los resultados, e implicaciones en las técnicas de recolección, en la interpretación de datos.

El compromiso social de investigador indígena es participar en eventos que rebasan la búsqueda de información, por ejemplo entrar en los rituales y ceremonias familiares y de comunidad, donde se le invitan a ser padrino de generación, bautizo o confirmación, donde se tiene que actuar conforme a las normas locales. O de apoyar una construcción colectiva. Los investigadores de afuera buscan a toda costa no involucrarse en los compromisos sociales ni con las familias no quieren porque no deben comprometerse con este tipo de actuaciones.

Entre los fines de la investigación hecha por los indígenas es, a mi modo de ver, está el obtener un grado académico, pero casi siempre también busca a resolver los problemas de la vida del sector de población que se estudia.
Los resultados en la investigación-acción no necesariamente son una obra publicada, sino cambios de algún sector de población, modificación de modo de apreciación de ciertas cosas, una nueva manera de percibir las cosas.

El impacto es distinto en cada caso en el proceso de participación en las discusiones colectivas para la toma de decisiones. Otros estudiosos pueden entregar o no textos o publicaciones. La gente casi no lee, entonces la sociedad no alcanza a visualizar los beneficios de los resultados.

Si la etnología es para “conocerse a sí mismo a través de los demás”. Y las sociología crítica dice que el investigador debe ir en blanco para recoger las categorías analíticas en la comunidad, de todos modos son gente de afuera.
Muchas veces el investigador local ya sabe, por intuición los datos aunque no está seguro de ello, pero al corroborar la información afianza lo que observa. Implica ser partícipe en el proceso con el riesgo de comprometerse hasta en los aspectos sentimentales, y armar compromisos sociales. Esta cuestión no se puede hacer a un lado.

Al interpretar los datos, ocurren varias cosas: puede estar solamente corroborando la información que tiene en su vida diaria, pero con la diferencia de que ahora lo está mirando desde sus ojos más críticos y no como simple observaciones que no tienen importancia, ahora los mismos datos adquieren una importancia sin igual que ayuda a comprender y explicarse cosas y casi siempre tienen un origen no lejano. El estudioso de fuera únicamente verá datos recientes sin tener la oportunidad de comparar y de entender y comprende la información. El investigador de afuera tiene la ventaja de mirar con mayor agudeza los detalles, por ejemplo aspectos que al investigador local le parecen datos tan cotidianos que no las percibe como datos interesantes para dar una explicación coherente. Pero también al revés puede ocurrir que la investigador de afuera tenga problemas para “comprender” los asuntos que estudia, quizás por eso se apoya en teorías.

De aquel “caminar en el propio entendimiento” desarrollamos el tema de jurámukua sabiendo que hay investigaciones sobre sistema de cargos, autoridad y gobierno indígena. En el sistema de cargos resaltan los cargos religiosos no así los civiles, menos de las funciones. Nosotros proponemos abordar el concepto juramukua (mando, autoridad, gobernanza) pues da pistas para comprender que los estudios son fragmentados y que requiere una aportación más integral.

Hemos apuntado la posibilidad de pensar y sistematizar la experiencia de investigación indígena. Mi experiencia y reflexión se basa en el trabajo de campo, los compromisos que implican. Las IES en Michoacán no han podido despegar en esta materia. Hay varios antecedentes de investigación pero no se ha sistematizado. Este es el llamado a los participantes en el Coloquio sobre el Pensamiento Indígena Contemporáneo. Un asomo y crítica a los que hacen las dependencias indigenistas que a falta de leyes secundarias que den orden hacen lo que mejor entienden. La educación indígena no es lo mismo que la educación intercultural, éste es un discurso la realidad lo contradice. Propongo busquemos otras formas de saber no como el del occidente, pero sin caen a las pseudociencias. Muchos estudios hay sobre etno- . En el Seminario de Cultura P’urhepecha hacemos los primeros esfuerzos por abrir el dialogo con otros estudiosos a partir de nuestros conceptos. Damos pistas para diferenciar la investigación endógena.

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