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mesa lengua e identidad Ña na ka´anyo Ñuu Yivi / Jaime García Leyva Originario de La Victoria, Xalpatláhuac, Guerrero. Profesor-investigador del Centro de Investigación de Enfermedades Tropicales de la UAGro; coordinador del Campus Montaña, un proyecto educación superior en la región de la Montaña; miembro de Kahua Sisiki AC [email protected] El pueblo de la Lluvia, Ñuu Savi, también nombrados con el vocablo náhuatl de mixtecos, es una cultura extendida en el territorio hoy dividido en Oaxaca, Puebla y Guerrero. Durante muchos siglos hasta hoy, a pesar del colonialismo español, y en etapas sucesivas de dominación, han mantenido una resistencia expresada en sus prácticas cotidianas, formas de organización social, lengua, sistema de salud, respeto a la naturaleza, religiosidad, pensamiento y cosmovisión. Con estos elementos resisten los embates de autoridades, empresas y agentes externos. En este trayecto las adaptaciones y reconfiguración cultural han sido constantes. Uno de los ejes más importantes es la cosmovisión: el pensamiento, ideas y conceptos que se traducen en palabras, acciones y prácticas que nos definen como hombres y mujeres de la lluvia, como pueblo y cultura, y permiten establecer alianzas y respeto, reafirmar los lazos comunitarios y vincularnos al medio natural y el entorno. Esta filosofía es también lo que da sentido a la vida, el tiempo y las expectativas sobre la estancia en el Ñuu Yivi, el mundo, y las prácticas que se realizan. Nos autodenominamos Na Savi, la gente de la lluvia. El nombre se encuentra estrechamente relacionado con nuestra deidad sagrada Savi que significa “lluvia” pero que en términos de sacralidad adquiere un sentido de “lluvia sagrada”. Nuestra lengua materna es el Tu´un Savi/Palabra de la lluvia. El concepto histórico cultural que nos reivindica y con el cual nos designamos en sentido amplio como cultura es Ñuu Savi/el pueblo de la lluvia (según las variantes de la lengua, existen diversos términos para referirse al pueblo de la lluvia como dzahui, dau, davi, savi, dahui, ñuu sau). El amplio territorio histórico donde cohabitamos es Ñu´u Savi/Tierra o territorio de la lluvia, en tres entidades: Oaxaca, Puebla y Guerrero (Ñuu Nduva, Ñuu Ita Ndio´o, Ñuu Koatyi). Algunos de los lugares donde habitan los integrantes del pueblo de la lluvia son en Kiu´un (la montaña); Ñu’u Ñi’ni (tierra caliente), Ñuu Ndivi (costa) y en la diversa geografía del amplio territorio que se cohabita y comparte con otros pueblos indígenas, los mestizos y afrodescendientes. La palabra mixteca es de origen náhuatl y se refiere a “la gente del lugar de las nubes”. Desde la llegada de los españoles se ha venido utilizando este término por otros pueblos y culturas para denominar al pueblo Na Savi y a la región cultural como Mixteca. Sin embargo en nuestra lengua las formas de asignarnos son distintas a las mencionadas por el vocablo de origen náhuatl. La población Na Savi, asciende a 494 mil 478 personas de acuerdo con el censo oficial 2010 que considera a los hablantes de la lengua. No se incluye la población establecida en otras zonas del país y el extranjero. Las autoridades comunitarias cuentan con censos que incluyen a los migrantes y sus hijos avecindados en otros lugares, lo cual contribuye a mantener la red de colaboración, participación y pertenencia con los lugares de origen y como una forma de vinculación y adscripción. El territorio es montañoso e impide las actividades agrícolas de manera extensiva. Varios municipios registran bajos niveles de desarrollo humano, como Cochoapa El Grande, Guerrero, considerado el más pobre de México y con niveles de vida similares a países africanos. La miseria económica, la pobreza de los suelos, la búsqueda de mejoras sociales, entre otros han obligado a la población Na Savi a migrar y establecerse en centros urbanos de Guerrero, Puebla y Oaxaca. Un importante número se ha establecido en el área conurbada de la Ciudad de México, en lugares como Nezahualcóyotl, Chimalhuacán y el Valle de Chalco. También en Cuernavaca, Cuautla y Tlayacapan, Morelos; en Culiacán, Sinaloa, y San Quintín y Tijuana, Baja California. La migración hacia Estados Unidos se ha intensificado desde la década de 1980; están en Los Ángeles, San Diego, Chicago, Nueva York, Virginia, Oregón, Minnesota, Atlanta, Houston, San Francisco. En el ámbito nacional e internacional, los migrantes Na Savi realizan actividades en el comercio informal, en centros fabriles, la agroindustria, en la construcción y en trabajos y actividades poco remuneradas y sujetos a la explotación, sin garantías ni derechos laborales. A los lugares de desplazamiento llevan su cultura que reinventan, refuncionalizan y recrean su identidad apropiándose de espacios urbanos, fundan escuelas, barrios, organizaciones sociales y luchan por sus derechos en nuevos escenarios. En ocasiones mantienen una estrecha relación con sus lugares de origen o se desvinculan. La migración representa el desplazamiento de numerosas familias que se ven obligadas a sobrevivir en condiciones adversas padeciendo los problemas económicos y políticas de exclusión en el mundo contemporáneo. Uno resultado de ello es la inyección de recursos económicos a sus familiares en las comunidades, que les ayuda a soportar las penurias y la pobreza. En los pueblos se yerguen humildes las casas de cañuelas, lodo y varas, y se combinan con las construidas de láminas de cartón, asbesto o material industrializado que reflejan los cambios sociales y la transformación del paisaje comunitario. Los Na Savi mantienen un modo de producción doméstica basado en la siembra de maíz mediante la roza, tumba y quema de la vegetación para sembrar en tlacololes. Sólo en algunas zonas se práctica la agricultura intensiva. Otras actividades económicas son la recolección de frutas y verduras, el tejido de sombreros y la ganadería extensiva y en menor medida intensiva. Se suman las misceláneas y tiendas de abarrotes, el comercio informal, la prestación de servicios y otras. En el amplio territorio se han creado circuitos económicos locales y regionales que dan vigor a las relaciones interétnicas y comerciales. La exclusión económica es un rasgo de los pueblos Na Savi en el actual contexto neoliberal. Durante varios siglos la división administrativa que impusieron los colonizadores dio lugar a la fragmentación del territorio Ñuu Savi. Actualmente se le conoce como la mixteca guerrerense, mixteca oaxaqueña y mixteca poblana. Además de otros calificativos como mixteca alta, mixteca baja o mixteca de la costa. En distintas etapas se ha dividido a los pueblos Na Savi en jurisdicciones, insertándolos en procesos ajenos a sus formas organizativas. También los cacicazgos políticos regionales y autoridades estatales han determinado la fragmentación del territorio y del pueblo de manera arbitraria. Na Savi han participado activamente en la historia. Han compartido una experiencia histórica de colonización, negación de su cultura, encomiendas, repartimientos, haciendas, explotación, represión, movilidad social, procesos de transculturación, evangelización, revueltas contra los poderes locales, articulación con otros movimientos sociales, políticas de desarrollo impulsadas desde las esferas gubernamentales y, en los años recientes, la incorporación a un movimiento indígena que lucha por el respeto a sus derechos más elementales. En épocas pasadas combatieron contra encomenderos, corregidores o caciques. En la Montaña de Guerrero acompañaron las luchas insurgentes de José María Morelos y Vicente Guerrero; acompañaron a Porfirio Díaz, a Emiliano Zapata y otros personajes históricos además de estar en involucrados en procesos de lucha contemporánea. La identidad de Na Savi se cimenta en la lengua, la historia, la forma de concebir el mundo y en los vínculos comunitarios. Durante siglos se ha mantenido un sistema de organización social y ritual que reafirma nuestra identidad con las entidades sagradas como la lluvia (savi), el rayo (taxa), los vientos (tatyi), los cerros (yuku), las nubes (viko), las plantas y árboles, los animales (kiti), las cuevas (kahua), los ríos (yita), la tierra (ñu´u), los muertos (ndií), las semillas y granos como el maíz (nuní), el frijol (nduchi), la calabaza (yikin), los espíritus de la montaña y otras deidades. El núcleo simbólico de nuestra identidad radica en la lluvia. Yoko Savi es el espíritu de la lluvia sagrada que se invocada en el mes de abril y que provee de agua, alimentos, bendiciones, asegura la vida y germina las semillas para que se de la vida en el mundo. Las fiestas y rituales giran en torno a dos tiempos: el tiempo de secas y el de lluvias. En octubre y noviembre se realiza la fiesta de los muertos, Viko Ndii. Esta festividad convoca a la reunión de los avecindados en distintos lugares y es la fecha en que se elige a las autoridades por ser el momento propicio y tener como invitados de honor a los espíritus de los antepasados. Con esos actos se revitaliza y refuerza la memoria histórica colectiva que se expresa en asumir el mandato comunitario. Las autoridades deben cumplir con sus responsabilidades o de lo contrario el espíritu de los antepasados hará justicia en la comunidad otorgando armonía o castigos. En la vida religiosa el santoral católico ha sido reelaborado para adaptarlo con el sistema y calendario festivo propio. Así tenemos que a San Marcos se le vincula con Yoko Savi, la entidad y espíritu de la lluvia, y a San Miguel con el de la fertilidad.
El pueblo de la lluvia mantiene relaciones económicas, políticas o comerciales con otros pueblos, a veces conflictivas, y se muestran las diferencias por medio de la lengua. En la lengua en Tu´un Savi se denomina a los miembros del pueblo Me´phaa como Na vaá o Na wuaá: los que viven abajo. Esto en alusión su ubicación geográfica en zonas con menor altitud. De igual manera eso se interpreta de acuerdo con la cultura culinaria; Na vaá xaxi ko´ndo: los de abajo que comen ranas. En alusión a que dicho animal forma parte de la comida de este pueblo. A los integrantes del pueblo nahua se les denomina Na Nkoo, Na Ngoo: los que son de las serpientes, o Na Ñuu Nko´yo: los que son del lugar húmedo. Lo anterior en alusión a que se ubicaban en los valles húmedos y frescos del Altiplano y también por la importancia que daban a las serpientes en su cultura. A los españoles se les llamaba Na Chopi, que es resultado de la contracción de la palabra gachupín. A los españoles de manera despectiva se les denominaba Na sa´an o Na xa´an, los “mantecosos” o los que “huelen mal”. De ahí deriva que la gente externa o mestiza se le denomine como Na sa´an o también se les siga denominando con los términos coloniales de “gente de razón” o Na inka ñuu: los que son de otro pueblo. A los Ñomdaa nancue se les nombra como: Na ka´an tu´un ñama, “los que hablan la lengua como de cañuela”. Es en alusión a los sonidos que emiten al hablar que es como cuando el viento sopla entre las cañuelas. Los Me´phaa nombran a Na Savi como Renee y le atribuyen distintos significados como: gente rebelde, brujos, que le gusta vestir de colores fuertes, que no saben comer, son discriminados, y que su lengua es corta porque no pronuncian bien las palabras. A Na Savi, de manera despectiva y racista, se nos denomina como: transavi (savi transa), mixterco (mixteco terco), mixtequillo (diminutivo de mixteco y con un sentido de desprecio), paisanito (diminutivo de paisano y desprecio), tu no savi tu si savi (tu no sabes tu si sabes), son de Metlatonto (son de Metlatónoc), son de Tontotepec (son de Tototepec), indio bajado a tamborazos de la Montaña, mixcuaro, güanco o huanco (que viene del náhuatl tlahuanco: borracho y sin razón, perdido), nacos, montañeros, gente necia, indios de allá arriba, entre otros calificativos con una carga de discriminación y racismo muy profunda; incluso muchos Na savi los han internalizado y los usan, pero tiene que ver con una dominación muy profunda que proviene de la época colonial y de las formas de dominación en distintas etapas. A pesar de las denominaciones y designaciones que otras personas y culturas realizan, se mantiene la identidad y se reivindican los conceptos de Ñuu Savi y Na Savi para seguir autodesignándonos como Pueblo de la lluvia y Gente de la lluvia y que cobra un mayor sentido de reivindicación en años recientes. Ñu´u yo/Nuestra tierra. El carácter simbólico y sagrado de la relación entre la tierra, la naturaleza y la sociedad Na Savi se muestra por medio de diversas prácticas rituales o ceremoniales. La tierra y el territorio tienen un significado simbólico y sagrado desde la cosmovisión. Por ello se le respeta y ante la injerencia de agentes externos que pretenden desarticular a las poblaciones, imponer políticas públicas, instalar mineras, explotar los bosques, privatizar la tierra y atentar contra los recursos de los pueblos, se impulsan acciones de defensa basados en el derecho, la historia, la costumbre y la cosmovisión. Recientemente han aparecido empresarios madereros que explotan los bosques; mineras trasnacionales que buscan apoderarse de los recursos naturales con fines comerciales. Ello ha convocado a la oposición y movilización de pueblos y organizaciones sociales. En el caso de la gente de la lluvia, la tierra y el territorio se encuentran entrelazados estrechamente con su manera de comprender el universo. En la cosmogonía fue precisamente en las cuevas donde se crea el mito primigenio y, según platican los ancianos, donde el agua, el viento, el fuego, la tierra y la montaña, así como los granos de maíz y otras deidades se articulan para brindar los alimentos a los pueblos Na Savi. Desde la cosmovisión el culto a la deidad de la Lluvia, Ñu’u Savi, se realiza en espacio abiertos, en la cima de los cerros más altos y en cavernas de las cuales brota el agua nueva, el agua original, que mana de las profundidades por medio de las filtraciones y los manantiales subterráneos. Es decir, la lluvia surge inicialmente de la tierra, a la cual está íntimamente vinculada, ya que ambas constituyen en conjunto la fuerza germinal por excelencia. Por otra parte, ese mismo poder germinal presente en las cuevas es el elemento que la historia sagrada mixteca registra como el que otorgó fuerza vital a los fundadores de sus más importantes linajes. De ahí que tanto la vida vegetal como los linajes humanos tengan su origen en las cavernas sagradas que existen en el Ñu’u Savi (Bartolomé, 2008). Otra forma de relación con la tierra es cuando alguien se espanta. Cuando esto sucede, las personas toman un puño de tierra y se lo llevan a los rezanderos o curanderos para que éstos invoquen a los espíritus y les ofrecen un pago en especie a los espíritus como son flores, velas, copal, recursos y dinero. Se le llama Tayi Ka´nu (silla sagrada), que consiste en una ofrenda y rezos en el lugar en que el individuo sufrió el espanto y se solicita a los espíritus que la salud de la persona retorne. Ñu´u es el concepto que alude a la tierra, el espacio material en que nos encontramos. Por tanto y de acuerdo con esa raíz lingüística: Ñuu yo es nuestro pueblo, y que engloba a la tierra y los elementos materiales en que nos encontramos, pero que se refiere a nuestro pueblo como espacio colectivo en el cual se da la vida. Así el Ñuu yoo, es nuestro pueblo y también nuestra tierra. Así tenemos que el Ñuu Yivi: es el Pueblo de la Gente, pero la connotación es que se relaciona con el mundo. El lugar donde habitan los hombres vivos, la humanidad. De ahí que exista el Ñuu Ndii, pueblo sagrado, de los muertos. Tiene entonces una connotación e incluso un sentido histórico. Es el espacio social habitado que fue ocupado en un momento de su desarrollo, apropiado y resignificado, que abarca un área y que impone, incluso una frontera regional, delimitada por rocas, barrancas, ríos, señas o fronteras naturales, que los mismos habitantes han definido y que en algún momento fue apropiado u ocupado por diversas situaciones. Además ha sido modificado, reposicionado, utilizado y reapropiado. Otra forma de ver a la tierra, a nuestra tierra, Ñu´u yo, es desde la visión de los lugares sagrados. No sólo alude a la serranía montañosa, sino que está asociado a los nombres de los pueblos y los elementos naturales: Yuku Savi Yoso Nuni Yoso Ndiva´yi Yichi Kunu Yivi Ka´nu Ita Ta´nu Ita Toon Los cerros son lugares donde habitan las deidades, los espíritus y se les considera sagrados y de respeto. En la geografía de la Montaña existen muchos lugares de este tipo. La población acude a la cima de las montañas más importantes para realizar rezos e invocaciones. Allí se dan los encuentros con los espíritus y las fuerzas de la naturaleza. Las partes del cuerpo se denominan como parte esencial de una Montaña: sini yuku (cabeza o cima del cerro); soko yuku (cuello del cerro); tóko yuku (cintura del cerro); ko´o ndo yuku (colina del cerro), xa´a yuku (pie del cerro). El significado de la tierra también integra la geografía simbólica, sagrada, y los recursos naturales que dan vida a los pueblos y culturas de la Montaña. En la lucha por la defensa y reivindicación del territorio convergen iniciativas de ciudadanos y los pueblos indígenas con diversos niveles de experiencia y organización. Las organizaciones etnopolíticas han sido de las más activas y se mueven y oponen a las iniciativas contemporáneas de agresión al territorio y al saqueo de los recursos naturales. En el fondo, los pueblos empiezan a establecer una nueva correlación de fuerzas que cuestiona el actual modelo de desarrollo neoliberal y reivindican una manera más digna de vivir. Para Na Savi, se trata de: Na kundoyo, na ku taku yo va´a xi´in na nta´an yo, xi´in na ve´e yo, que significa “vivir o estar bien con nuestros hermanos y los de nuestra casa o familia”. El “estar” se refiere al “existir” en la vida, con los hermanos, que implica formar parte de un colectivo más amplio que inicia precisamente en el ámbito familiar pero se amplia a la comunidad. “Vivir bien” significa cohabitar en un espacio social y territorial en armonía personal, colectiva y tener los recursos necesarios para vivir con justicia. “Kuu taku yo” se refiere a existir, palpitar, germinar como na yivi, como personas y seres humanos en nuestra tierra. Por eso es común decir: ¿An sivi ta yivi ku ún?, ¿qué acaso no eres gente? Entonces ser gente es tener un nombre, un lugar, un sentido de adscripción, un lugar y una tierra. Es para que no se oculte el rostro. El ser y existir se relaciona entonces no sólo con la existencia sino con el espacio social y territorial donde el sujeto se mueve, habita y construye sus procesos sociales. Entre un sector de los maestros, dirigentes políticos y algunos académicos, se ha empezado a construir la idea y concepto de Ñuu Savi como un espacio vinculado al territorio y de la nación. Este concepto se ha venido utilizando, primero por profesores bilingües, y ahora por los miembros de la academia,así como los Comités de Desarrollo Lingüístico de cada una de las entidades. Forma parte de la revitalización de un discurso contemporáneo que viene cobrando fuerza, que alude al territorio histórico y que fue fragmentado en un momento por las políticas administrativas coloniales y del siglo XIX. La recuperación de este concepto alude a un área geográfica y cultural de historias y resistencias compartidas así como de reivindicación de derechos sociales y justicia. En este planteamiento resurge con mayor solidez la defensa de la lengua materna como eje articulador, la historia y el territorio. La lengua es una reivindicación que surge a fines de la década de 1970 y se articula con los procesos de educación indígena y de la estandarización de la lecto escritura. Sin embargo, gradualmente, se ha venido fortaleciendo y se comparten experiencias de lucha y exigencia de otros derechos. En la lucha por el territorio, se van innovando las formas de accionar. Desde la toma de oficinas y bloqueos carreteros, el impedimento a la entrada de maquinaria de las empresas mineras y la oposición a la entrada de agentes gubernamentales, hasta la difusión por medio de boletines, pasquines, volantes, radios comunitarias, páginas de internet y redes sociales. Esta resistencia se ha convertido también en un memorial de agravios y de héroes comunitarios en nombre de los cuales se llama a la lucha por la defensa del territorio. Las reivindicaciones son pacíficas y se dan en el marco jurídico constitucional. A pesar de ello los dirigentes, líderes, autoridades comunitarias y ciudadanos han sido objeto de la criminalización. Son frecuentes los encarcelamientos, la represión, la intimidación, la militarización de comunidades indígenas, el hostigamiento, amenazas y asesinatos. Las autoridades han mantenido una postura de cerrazón al diálogo y no resuelven los problemas de la población indígena.
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