15 de octubre de 2016     Número 109

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

mesa desarrollo

Xochiohtli-Xochikoskatl-Xochikali: camino de flores como práctica
para el bienestar

Eneida Hernández Hernández


FOTO: Enrique Pérez S. / Anec

“Los abuelos cuentan nuestra memoria, recuerdan la sucesión de las crueles batallas, persecuciones, torturas y cazas de humanos por los que llegaron del otro lado del mar y sus descendientes contra los que vivíamos en esta nuestra tierra, les consideraron como seres inferiores, ‘carentes de razón’, querían borrar nuestro rostro. La bandera de la verdad que portaban era una bandera que sólo los cobijaba a ellos. Los hermanos sobrevivientes que quedaron fueron esclavos del trabajo y muchos de nosotros continuamos siendo esclavos, no vamos a poder crecer como personas, como familia , como comunidad, si no salimos de la esclavitud que hemos permitido que avance, antes y ahora sólo ha cambiado de forma. El dolor y ‘susto colectivo’ tienen que ser desanudados, pues nos ha llevado también a caminos enredados, Pero hay esperanza si recordamos nuestro Huehuehtlatolli/Palabra antigua, en nuestros espacios sagrados como Xochikali/Casa de la flor; es urgente sembrar en el corazón fértil de las nuevas semillas que darán más luz a la humanidad; busquemos los “testigos” que nos ayuden a encontrar el camino de flores, podemos volver a ella y caminar el camino de en medio para volver a tejer la malla de vínculos indisolubles que refleje nuestro universo, nuestra tierra”. Testimonio de Manuel Hernández, de la comunidad de Lomas del Dorado, Ixhuatlán de Madero, Veracruz.

Esta es la síntesis y es la imagen que tengo de la historia de nuestras comunidades, compartido por un abuelo nahua, en el que manifiesta su visión sobre lo que ocurrió con la vida y lo que considera su bienestar y la forma de conseguirlo para él y para su comunidad; con el tiempo, las formas han cambiado pero la imposición de lo que el sistema dominante considera como única verdad continúa.

Los problemas de las comunidades indígenas dentro de una sociedad dominante son sumamente complejos; las relaciones desiguales que se establecen siguen siendo de control y de dominación para las comunidades. Los empeños civilizatorios, de incorporación al progreso y de desarrollo, han sido incesantes, respaldados por leyes, políticas públicas, proyectos, megaproyectos y programas impulsados por instituciones bajo diseños ajenos a las comunidades, que suponen incorporar al indígena a una sociedad moderna y desarrollada que implica la industrialización de la economía, la urbanización de la población y la utilización de una tecnología que va en contra de la vida sólo por mencionar algunos factores.

Pero en la mayoría de los casos los proyectos de las instituciones pierden de vista la filosofía y práctica de las comunidades, la raíz esencial, lo que no se ve pero da sustento y va dando estructura: lo mítico y espiritual, para de allí partir. El tejido de las cosas desde aquí no incluye sólo a las personas y sus relaciones, incluye la totalidad, incluye al universo, si no se parte desde aquí no hay humanidad aunque haya proyectos y programas. Se realizan acciones sin sentido para una humanidad anulada desde un principio. Aún más, las personas pasamos a ser metas, resultados, estadísticas y números cuantificables sin sentido.

Bajo este esquema desigual se mide el índice de bienestar y se dan las categorizaciones, es decir somos medibles sólo desde lo económico; lo humano y las relaciones que se establecen no se toman en cuenta.

Las instituciones educativas base para la formación de los seres humanos y un mundo mejor siguen siendo homogeneizantes y reproductoras del sistema, pues siguen acuñando conceptos, ideas y métodos de un modelo de educación y ciencia que va en contra de la vida, no sólo de los pueblos indígenas sino de la totalidad de la Tierra y sus relaciones intrínsecas. Hemos aprendido a vivir en una construcción de formas desde lo exterior, en construcciones luminosas pero vacías, sin corazón, creadas por personas sin corazón.

La aplicación de modelos educativos y programas estructurados desde parámetros distintos a las culturas originarias ha implicado la no visibilización y práctica de las formas propias de educación para la vida, creación y arte sustentado en la filosofía y práctica propia que pervive muchas veces en la oralidad de las abuelas y los abuelos en espacios sagrados como Kantiyan/Casa de sabiduría totonaca, Xochikali/Casa de la flor, del maíz nahua y gundené/Casa del maíz ñhohu, pero en muchos casos siguen siendo espacios de refugio, y siguen siendo amenazados con desaparecerlos, sólo porque la dimensión de la verdad es distinta.

El problema es complejo, los hilos están anudados en desorden aparente, el reto es cómo ordenarlos para hacer la trama y un nuevo tejido, brillante y florido. Nosotros somos una hebra de esta trama del gran tejido, nuestras acciones individuales impactan en el gran tejido, porque desde la tradición las abuelas nos dicen que en realidad no hay individuos, no hay separación entre todos nosotros, personas, la Tierra que todo lo contiene (plantas, animales), los soles, deidades, todo. Estamos conectados por medio de xochimekayotl/ esencia del cordón florido del árbol generacional que las abuelas nos vienen heredando y que se siembra cada vez en la Tierra, por eso es nuestra madre.

Lo sabemos sólo en palabras, en teoría; necesitamos dar el siguiente paso, asumirlo desde el corazón; cambiar de percepción para crear una nueva comprensión de la realidad a partir de lo nuestro, de nuestra palabra antigua Huehuehtlahtoli, desaprender lo aprendido y volver a aprender a partir del silencio mítico.

Hemos aprendido hasta ahora que sólo se mejora una situación reaccionando ante ella y forzando una nueva realidad cueste lo que cueste, luchando, haciendo batalla, combatiendo, compitiendo, difundiendo…

¿Qué es lo que está pretendiendo salir desde el fondo de nuestros corazones para restablecer el equilibrio?

¿Se puede actuar ante una realidad sin forzarla? ¿Sólo entendiendo el sentido de las cosas, el camino de las cosas?

¿Propiciando su flujo? Esto es lo que dicen las abuelas y abuelos en Xochikali Tepeko a través del Huehuehtlahtoli.

Xochiohtli/ Camino de flores. Nuestros mitos no son sólo aquellos que se confunden con leyendas, con cuentos, con creencias. Es nuestra verdad, nuestra génesis, está allí el surgimiento de nuestra vida que nunca acaba.

Es nuestra memoria colectiva viva que debe ser soñada, vivida, comprendida y reconstruida. Nos dibuja un camino que puede ser perfeccionado. Pero también debe ser nuestro campo de indagación, para responder el quiénes somos, el cómo estamos y adónde vamos. Desde aquí surge nuestras ideas numéricas, nuestras técnicas y ciencias, nuestra economía, nuestra organización, nuestras normas de vida, pero sobre todo nuestra transformación como seres humanos y las relaciones que se establecen entre el todo para construirnos y construir una vida distinta, más digna, más dialogada, entre semejantes y diversos; en el respeto.

Construirnos, construir una familia y construir la comunidad. Pero el mito también se reflexiona, se desdibuja y se reconstruye de tiempo en tiempo.

Esto es lo que hacemos en Xochicali, caminamos el mismo sendero cada año en nuestras ceremonias, vivenciamos y compartimos nuestro mito de origen a partir de Huehuehtlahtoli; pero ni somos los mismos como personas, ni es la misma ceremonia, aunque parezca serlo. Soñar nuestra génesis, vivirla y desde allí transformarnos y transformar nuestra realidad de acuerdo con las leyes naturales que la rigen y traerla a nuestra cotidianidad asumiéndonos en el presente, es una responsabilidad compartida de las diosas, los dioses y nuestra también.

Con este panorama considero dos acciones importantes que debemos apuntalar: Acciones desde dentro de las comunidades indígenas a partir de nuestro legado, y por otro lado dese el marco jurídico mexicano, las políticas públicas y su aplicabilidad en las instituciones educativas y culturales para conjuntar acciones.

 

Dos experiencias para responder quiénes somos,
qué buscamos y adónde vamos

Desde las comunidades indígenas voy a compartir dos experiencias distintas en su dimensión, espacio y cultura, pero que en esencia hablan de propuestas similares. Buscan preguntas sobre quiénes somos, qué estamos buscando y hacia dónde vamos y cuál es nuestra idea sobre el BIEN-ESTAR y sobre qué camino estamos caminando para lograrlo como personas, familia y comunidad.

1.- Xochikali Tepeko: Moyolitia Sintsi/Casa de la flor en Tepeko: Maíz que renace. Es un proyecto comunitario, que se desarrolla en la comunidad nahua de Lomas del Dorado, Ixhuatlán de Madero, Huasteca Veracruzana. Trata de fortalecer el espacio espiritual milenario de Xochikali/Casa de la flor,como lugar de transformación y metáfora de la vida. Se concibe como un espacio de enseñanza, sustentado en los valores y principios del saber ancestral de la comunidad, atesorados en el Huehuehtlahtoli/Palabra antigua.

La columna vertebral del trabajo en Xochikali son las ceremonias agrícolas propiciatorias y de agradecimiento que datan de tiempos inmemorables:

• Xochiyankuilistli/Renovación de las flores (mes de enero)

• Atlatlakualtilistli/Agradecimiento y petición de agua de lluvia (Mayo-junio)

• Elotlamanilistli/Ceremonia del elote (Agosto-septiembre)

• Xochikali es nuestro espacio de enseñanza y transformación; durante la ceremonia participan abuelas y abuelos, personas sabias, jóvenes y niños, maestros guardianes de la tradición; el eje conductor es el Huehuehtlahtoli, la reflexión del mito desde la lengua; nosotros, nuestras acciones, relaciones, negociaciones con las deidades y resolución de conflictos. Para llegar a esta comprensión es importante nuestra preparación anticipada, mediante disposición, ayunos, entrega y comprensión. Aprendemos como personas, a descubrir nuestra luz dicen las abuelas; aprendemos que chikomexochitl/el maíz y nosotros somos uno, su nacimiento y desarrollo es equiparable al nuestro, Aprendemos durante la ceremonia una manera de relacionarnos entre el mundo físico y espiritual, el cuidado de la tierra y su cultivo, la música tradicional del maíz, el arte textil, la ofrenda de las flores, la numerología, la elaboración del alimento sagrado, aprendemos a dialogar con el universo cósmico y las deidades, en fin, a sentirnos en la colectividad y a Estar-Bien en esta dimensión; el reto es cómo pasar de este estado a nuestra cotidianidad.

En el intervalo, para la realización de las ceremonias, hay diversas acciones entre ellas: reflexiones en la lengua propia, diálogos y pláticas, talleres e investigación, así como trabajo práctico. Se incide básicamente en cinco líneas de acción, que denominamos surcos de flores/xochiohtli.

El Huhuejtlajtoli/Sabiduría de los ancianos, para la recuperación de la memoria propia (filosófica e histórica). Participan investigadores nahuas formados en las universidades, sabios tradicionales, jóvenes de la comunidad y alumnos de la Universidad Intercultural de Ixhuatlán de Madero.

Yektlajtsontli/Arte textil. Participan mujeres y niñas en la recuperación de la iconografía de la comunidad por medio del bordado en punto de cruz; se propician los trabajos colectivos entre las mujeres. A partir de la memoria mítica y la nueva historia comunal, se trabajan mediante acciones reflexivas, talleres y prácticas los valores espirituales como el perdón y la ofrenda de flores

Xochitlatsotsontli/Música ceremonial. Maestros tradicionales enseñan por primera vez a los jóvenes en Xochikali los sones del maíz. El espacio de enseñanza con mejor aprendizaje es durante la ceremonia.

Tlatothtokanij/Los sembradores. Enfocado en la valoración práctica de lo que representa “la milpa” y su enseñanza a las nuevas generaciones.

Xochicali/La casa de la flor. Construcción del complejo arquitectónico (cultural-espiritual), a partir del sustento filosófico propio.

Se forma a las nuevas generaciones de jóvenes con un entendimiento distinto, una enseñanza práctica y reflexiva para la vida a partir del Huehuehtlahtoli, una vida en donde la persona importa tanto como las relaciones que establece con el universo. Un método que contempla la memoria mítica para responder preguntas esenciales; lecturas, espacios, tiempos, maestros distintos a los convencionales; un método que incluye el silencio y la contemplación para desde allí crear nuevos horizontes de vida.

Algunas de nuestras acciones se han concretado gracias, al apoyo del Centro de las Artes Indígenas y a los abuelos de Kantiyan de la cultura totonaca, con los que estamos en constante diálogo en este proceso de formación.

Xtaxkgakget Makgkaxtlatlawana/ Centro de las Artes Indígenas. Esta es una experiencia de un modelo de regeneración cultural en el Totonacapan con la cultura totonaca en un espacio público, abierto, conjugado con el Festival de la Cumbre Tajín, pero donde la raíz milenaria y también la memoria mítica están presentes, así como el espacio sagrado de El Tajín.

El Kilhsukut/Los inicios. La reflexión y consulta como método y parte del proceso de construcción. Iniciamos soñando, reflexionando, sintiendo y proyectando: ¿cómo sería construir una escuela a la manera propia?, la posibilidad de reconstruir nuestra historia, reconstruirnos a nosotros mismos en este tiempo, en el que nuestro universo se toca y se entrelaza palpablemente con otros nunca imaginados; ¿cómo construir y reconstruir lo propio enriquecido con la mirada y participación de otras culturas? Este fue el reto cuando iniciamos el camino de construcción del CAI y de las Casas/Escuela de Tradición y de otras Escuelas que desde nuestra mirada no son de la tradición pero son igualmente necesarias.

Nos dimos cuenta que hay una raíz profunda nutriéndose de un manantial inagotable de saber que muchas veces hemos dejado de escuchar, practicar y recrear por decisión propia pero sobre todo porque se nos ha negado la oportunidad de hacerlo.

Esta raíz ha estado guardada en los corazones de las abuelas y los abuelos de todas las culturas esperando la oportunidad de ser redescubierta y dimensionada en el nuevo tiempo.

Así, hacer Takalchiwin/reflexión para los totonacos, practicar el Huehuejtlajtoli para los nahuas, a partir de la lengua propia, guiados por las abuelas y los abuelos sabios es fundamental porque en este proceso y en esta palabra como práctica está el legado esencial del saber que posibilita nuevas perspectivas de formación y de desarrollo de las personas de acuerdo con su esencia humana, con su arte y con su DON.

Hacer Takalchiwin desde adentro importa porque es la manera que se construyen las cosas desde la visión de las comunidades; pero hacer Takalchiwin con la participación y visiones de otras culturas en un primer momento nos confronta, nos reta y hasta agrede el sistema de pensamiento ya ordenado que tenemos de nuestro mundo, pero también nos aporta elementos para observar el camino que vamos surcando y nos ayuda a perfeccionarlo, y finalmente nos enriquece porque vamos reconociendo en el otro nuestras fortalezas pero también nuestras debilidades y nuestra propia capacidad para la reconstrucción del conocimiento, este conocimiento que se pone al servicio para el desarrollo de la vida humana en las comunidades que tienen nombre y apellido.

La Creación. La región totonaca se ubica hacia el oriente de nuestro país, comprende las estribaciones de la Sierra Madre Oriental y las costas del Golfo de México, en los estados de Veracruz y Puebla.

En 2006 se inició el proceso de creación del Centro de las Artes. Uno de los objetivos principales es el de generar condiciones favorables para la transmisión del legado totonaca a las nuevas generaciones, mediante la creación de una institución especializada en el arte indígena, abierta, holística y oficial. Hasta entonces la reproducción del conocimiento totonaca se daba sólo en espacios marginales de refugio y de sobrevivencia.

El CAI actualmente está constituido por 14 Casas/Escuelas de tradición, donde a partir de un modelo educativo propio se transmiten los principios, los valores, los conocimientos, las técnicas y la sabiduría del legado milenario de los totonacas.

El órgano de gobierno tradicional del Centro es el Napuxkún Lakgkgolon, el Consejo de las Abuelas y los Abuelos Totonacas quienes desde el Kantiyán, la Casa Grande –grande no en lo material sino en lo espiritual– orientan a las nuevas generaciones de creadores que llegan a formarse cada semana al Centro en la esencia del arte de ser totonacas bajo un modelo educativo en arte totonaco propio. actualmente la población del CAI es de más de mil participantes entre alumnos y maestros.

En las otras escuelas del CAI se enseña el arte de la palabra, de la danza, del barro y del algodón, de la sanación, de la cocina, de la música, de la madera, de la representación, de las pinturas, del cine, del radio, del video y del recibir a los visitantes (turismo).

Otro factor muy importante en las relaciones internacionales del CAI son los ejecutantes de la Ceremonia Ritual de Voladores, también incluidos en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). En el año de 2009, el CAI participó en la elaboración y gestión del Expediente y actualmente en la instrumentación y aplicación del Plan de Salvaguardia.
Los Voladores, por medio de sus presentaciones en múltiples países, son grandes Embajadores que abren puertas y puentes de diálogo y de cooperación.

El reconocimiento de la UNESCO al CAI nos ha permitido gestionar recursos para compartir la experiencia en otras regiones, como es el caso de la Huasteca Veracruzana, donde a partir de sus espacios y principios espirituales también están consolidando un proceso de regeneración cultural a la manera propia en comunidades nahuas y ñojú.

Reflexión final. Tanto el trabajo en Xochikali en la Huasteca como el de Xtaxkgalget en el Totonacapan, son procesos no terminados pero con grandes logros que nos dan idea de una valoración de un modo de vivir un bienestar distinto, en el que la constante es el cuidado de las personas, los seres y la Tierra, a partir de rememorar los mitos, contenidos en la palabra antigua de las abuelas y los abuelos, con vigencia en la actualidad de los principios que la sustentan y con la conciencia de que otros principios serán creados bajo nuevas perspectivas de convivencia y de dialogo.

Los jóvenes tendremos que desaprender lo aprendido en las escuelas, para que con un cambio de percepción de la realidad podamos indagar, vivenciar, experimentar, leer y construir desde lo propio y en diálogo con otras culturas lo que consideramos esencial para la vida.

Para hacerlo es importante tender puentes de diálogo desde lo local hasta lo regional partiendo de la fortaleza de nuestro legado.

Es fundamental trascender el uso de la lengua cotidiana a la poesía, a la metáfora, al mito.

Que existan vasos comunicantes y relaciones de prácticas estrechas entre las instituciones educativas, de cultura y de producción con las instituciones de formación comunitarias.

Que exista una economía local que sustente las acciones de formación, paro también un compromiso efectivo gubernamental para el proceso de formación.

Instrumentar redes y/o mecanismos de comunicación y cooperación internacional a partir de la valoración y desarrollo de nuestro Patrimonio Cultural, de nuestro legado.

Reconocimiento efectivo de las instituciones educativas oficiales, en cuanto a que las instituciones tradicionales comunitarias pueden transmitir el legado para una nueva forma de vivir la vida a las nuevas generaciones.

Los aliados entre personas e instituciones nos importa para seguir surcando nuestro camino.  

Eneida Hernández Hernández

 
opiniones, comentarios y dudas a
[email protected]