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mesa filosofía Ejes de la Vida Comunal Zenaida Pérez Dentro de otros elementos que puede brindarnos este modo de vida comunal, tomo algunos ejes que se han trabajado e intento aportar otros que las compañeras indígenas nos han compartido en diversos diálogos y caminares colectivos en articulación y alianzas. Tierra-territorio. Permite nuestra existencia y subsistencia, engendra vida y al término nos resguarda en ella. Es base de nuestra identidad cultural-espiritual y de nuestra autodeterminación como pueblos indígenas. Nos provee de elementos, símbolos, sitios y espacios de adoración, pedimento, curación y de agradecimiento, provee del kopk, nëj-tuj, poj anääw, del viento, las aguas, las montañas y sitios sagrados de donde retomamos energía y ofrendamos disculpas y agradecimientos para continuar nuestro camino. Especialmente son las madres, las curanderas las que nos guían en este camino; ellas son conocedoras de las buenas semillas de maíz, frijol o papa que debemos sembrar en la temporada para tener buena cosecha cuando se necesite. Con las abuelas o curanderas aprendemos a contar los tiempos para ofrendar y devolver algo de lo que nuestra madre tierra nos da. Formas de organización comunitaria. El sistema de cargos es nuestra escuela comunitaria y en la medida que a las mujeres se nos permita participar en ella, estaremos aprendiendo a dimensionar otra parte de la vida comunal, que no se aprende-valora tanto como cuando se tiene la oportunidad de estar en ella, para entender los tiempos, las formas de tomar acuerdos, el respeto a la sabiduría comunitaria, el pedir por la colectividad, el asumir cuidados y pedimentos por las otras y los otros. Participar en la Asamblea es ejercitar nuestra capacidad de escucha, pero también tener el valor para hacer pública nuestra palabra, y en consecuencia asumir las consecuencias que nuestra palabra decante, porque el principio es “si usted lo dijo, es que usted es capaz de hacerlo” para bien o para mal. La oportunidad que tuve de servir a mi comunidad dentro de la regiduría de educación, me permitió ver que más allá de vivir en comunidad, necesitamos estar en esos espacios donde las personas caracterizadas se reúnen para entender sus formas de pensamiento y argumentos. Necesitamos escuchar cómo las autoridades dialogan y cómo generan consenso. Fiesta familiar y comunal. No todo en la comunidad es obligación. Cumplido el ciclo, llega el tiempo de celebración. Cuando digo fiesta, pienso exactamente en la Calenda de mi pueblo que es donde miro el xontäjkën al máximo, o sea la alegría-felicidad-gozo en plenitud. En este baile comunal participan por su puesto las bandas filarmónicas anfitironas e invitadas y encabezan el baile las comisionadas y los comisionados de festejo, (así les llamamos a quienes dan de comer a las bandas, deportistas y visitantes). Conducen esta celebración las autoridades comunitarias, presencian y hacen suya la celebración todas y todos los participantes, sean o no de la comunidad. Mujeres y hombres pasan a la cancha a sacar sus mejores pasos, las penas se olvidan porque la energía y buena vibra de la multitud contagian, además la celebración se acompaña con bebida y comida. En general, el clima es frío en la comunidad, entonces al inicio podemos ver personas bailar con gabanes y al cierre ya éstos se quedan a reposar en las escalinatas de las canchas. La fiesta comunal o familiar es para ofrendar, es para cumplir una manda, es para cumplir el encargo de la comunidad, es para agradecer por un logro alcanzado o para pedir un buen comienzo. Antes en los preparativos de la celebración eran muy marcados los roles tradicionales de las mujeres, por un lado, y los de los hombres por otro. Gracias al reconocimiento entre los saberes de las mismas comunidades, hoy podemos ver que cada vez más hombres se suman a las tareas que se encargaban a las mujeres como meserear, servir la comida o lavar ollas grandes. La fiesta es cooperación, por eso cuando nos ayudamos entre todas y todos, el bienestar es mayor, así logramos el verdadero xëtuunën. Autodeterminación. Jaime Luna dice que la encontramos más claramente en lo político. La representación política en una comunidad es el resultado de una convivencia directa y diaria; es el conocimiento profundo de cada ciudadano, pues éste demuestra sus capacidades desde niño. Esta organización política ha tenido la presión de adecuarse al Estado-nación, ¿cómo? Mediante pactos o acuerdos. Esta autodeterminación política sigue limitada al ámbito comunitario, sobre todo en lo político y jurídico, puesto que son los ejes que claramente se colocan en oposición al sistema político-partidista electoral y al sistema de justicia occidental. Quienes pudieron sobrevivir a ese proceso de imposición usaron esos nuevos aprendizajes para compartir sus nuevos conocimientos. Así, hoy sigo agradeciendo al abuelo-teety Palemón Vargas, la creación de su pedagogía popular-comunitaria. El hecho de transmitir conocimiento por medio de sus canciones en ayuujk de alguna manera nos permitió saber, antes de ir a la escuela, cómo se escribían las vocales, o aun hoy en día hacernos pensar y preguntarnos cómo la migración nos ha cambiado, de nuevo para bien o para mal. Con sus cantos, él nos hace entender el proceso de educación comunitaria, entre el deber, la responsabilidad y el derecho. Nos cuenta en sus cantos cómo los grandulones se quieren aprovechar de los pequeños, pero a veces estas “minorías” les sorprenden con su fuerza colectiva, producto de sus alianzas. Afortunadamente, cada vez más, en más comunidades surgen propuestas de educación comunal., hablamos de las secundarias comunales, los bachilleratos comunitarios o las universidades interculturales. Cada vez más también algunas personas profesionistas empezamos a escribir nuestras visiones e historias. Tiempo-Historia-Memoria-Conocimiento. Esta es alguna de las categorías que comparten las compañeras del feminismo comunitario, en aras de sumar sus aportes al fortalecimiento de la vida en comunidad. La forma occidental de concebir y de vivir el mundo no necesariamente empata con el ritmo de otras culturas, por ello es necesario hacer un alto y preguntarnos para qué corremos. Para el reconocimiento de las otras y otros es necesario hacer memoria, y lo que efectivamente no hemos hecho es escribir esta historia de las mujeres y sobre las mujeres que han hecho grandes reflexiones y aportes a esta forma nuestra de organización y de vida. Pienso por ejemplo en Juana Vásquez, indígena zapoteca de Yalalag, que dice: como en el cuerpo necesitamos de los dos ojos para ver amplio y de los dos pies para avanzar, así mujeres y hombres debemos avanzar en paralelo, en dualidad y complementariedad con pasos parejos. Identidad, cultura y lengua. Implica memoria, cosmovisión, recreación y añoranza. Aquí la migración es elemento clave para generar una estrategia para no perder la cercanía con la comunidad de origen. Se reafirma la relación con la naturaleza. El uso mismo de la lengua es un acto valeroso ante una sociedad racista que discrimina lo diferente. Afortunadamente se reivindica más el uso de la lengua en espacios públicos; algunas comunidades han empezado a ponerle nombres ayuujk a sus calles, por ejemplo yo vivo en el barrio tsenkutyum y la calle rumbo a mi casa se llama matyut. Los negocios locales también empiezan a nombrarse en mixe, otras personas empiezan a cantar y escribir en ayuujk y a combinar saberes, por ejemplo mi hermanita María Reyna que aprendió soprano hoy canta en mixe por ejemplo La llorona. Ahora recuerdo una entrevista donde escuché a Irma Pineda hablar de su experiencia como poeta zapoteca: Dice que empezó a escribir después de una crisis, de una ausencia; era su forma de comunicarse con otros/as. Después empezó a ver que no era sólo eso, sino era una forma de mantener la memoria de su pueblo, de su cultura, una especie de memoria literaria zapoteca.
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