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México SA

Deuda y zopilotes

FMI: nerviosismo

Videgaray hereda

N

unca pierden la sonrisa ni la compostura, pero los good fellows del Fondo Monetario Internacional se muestran nerviosos ante el cada día más delicado problema de la deuda del gobierno mexicano, el cual se desarrolla entre nuevos cuan voluminosos créditos, devaluación del peso, alza en las tasas de interés y el zarandeo de los mercados internacionales que sería pasajero (Videgaray dixit).

Que en materia de deuda pública todo está bajo control, repiten en la Secretaría de Hacienda, pero todo indica que nadie les cree, comenzando por sus nerviosos amigos fondomonetaristas que de tiempo atrás encendieron los focos amarillos (es preocupante el aumento observado en el endeudamiento de México, advirtieron desde comienzos del año) y que con el correr de las semanas han adquirido tonalidades color naranja.

Desde la presentación del paquete económico para 2015 (hecho registrado en septiembre de 2014), cuando menos, Luis Videgaray prometió y prometió que no endeudaría más al país, pero más tardó en decirlo que el débito en mantener su camino a las nubes, con el resultado por todos conocido y padecido. Sin lugar a dudas, el ministro del (d) año heredó una bomba de tiempo a José Antonio Meade, personaje que sólo atina a decir que todo está bajo control.

Sin embargo, ya se escucha el aleteo de los zopilotes fondomonetaristas y sus recomendaciones para que México reduzca su elevado nivel de endeudamiento y, para ello, apremia a la creación de un consejo fiscal independiente que certifique que va en serio la promesa gubernamental de reducir la deuda y evite contratar más para pagar… deuda.

Ayer, el siempre políticamente correcto director del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI, Víctor Gaspar, celebró que el gobierno peñanietista está tomando las medidas necesarias para reducir la deuda, pero al mismo tiempo recomendó la urgente creación del citado consejo, porque a través de él podría beneficiarse al tener un vínculo más estrecho entre las metas de deuda y los objetivos planteados. En pocas palabras, se trata de que sea real la reducción gradual del déficit fiscal y el control del endeudamiento.

Para el vertiginoso avance de la deuda pública mexicana (3.4 billones de pesos más en apenas cuatro años) Luis Videgaray contó con la complicidad del Congreso, y esa es la apuesta de José Antonio Meade, aunque éste, a diferencia de su antecesor en Hacienda, ahora tiene encima a los zopilotes del FMI y de las calificadoras internacionales.

Como en este espacio se ha comentado, tanto Enrique Peña Nieto como, en su momento, Luis Videgaray, prometieron que en 2016 no se endeudará más al país. Lo prometieron desde el comienzo de 2015, lo reiteraron tanto en el tercer Informe de gobierno como en la presentación del respectivo paquete económico… y en los hechos el saldo del débito no dejó de crecer.

Las cifras más recientes del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados (CEFP) dan cuenta de lo anterior: de enero a agosto de 2016 (es decir, el año en el que Peña Nieto y Videgaray prometieron no endeudar más al país) el saldo de la deuda interna neta del sector público federal creció en 593 mil 643 millones de pesos, equivalentes a un aumento de 3.1 puntos porcentuales del producto interno bruto (PIB).

La información utilizada por el CEFP se basa en la estadística de la propia Secretaría de Hacienda, misma que da cuenta de que entre enero y agosto de 2016 la deuda externa se incrementó en alrededor de 15 mil millones de dólares, todos ellos pagaderos con devaluados pesos.

Nada mal para quienes prometieron no endeudar más al país. Lástima que a partir del 7 de septiembre Videgaray se fue a su casa de Malinalco, en cuyo muro principal colocó un enorme cuan colorido poster de Donald Trump como símbolo de sus aciertos, pero a los mexicanos dejó un saldo de deuda pública cercano a 9 billones de pesos.

No más deuda, pues, según la versión oficial (EPN-ministro del -d- año dixit), pero en los hechos el gobierno federal endrogó adicionalmente a los mexicanos a un ritmo promedio diario (sólo enero-agosto de 2016) de poco más de 2 mil 473 millones de pesos, o si se prefiere alrededor de 103 millones por hora. De ese tamaño fue el compromiso.

Al comienzo de 2016, siempre de acuerdo con las estimaciones del CEFP, de cada peso del presupuesto de ese año 12.8 centavos provendrían de la contratación de nueva deuda, y por aquellos ayeres proyectaba un endeudamiento adicional por alrededor de 520 mil millones de pesos. Apenas ocho meses después tales proporciones quedaron ampliamente rebasadas, pues en ese periodo el saldo del débito público se incrementó en 593 mil 643 millones de pesos por concepto deuda interna y alrededor de 300 mil millones por deuda externa.

Como se constata (aunque para nadie es novedad), el gobierno no tiene palabra ni llenadera, pues ostentosamente incumplió su compromiso de no endeudar más a la nación al tiempo que aceleró la contratación de nuevo débito, mientras la economía y el bienestar de los mexicanos pagadores se mantiene en la lona.

Así, el gobierno peñanietista no sólo ha llevado al extremo a las finanzas públicas, que ya muestran alarmantes tonalidades cianóticas, sino que ha invitado gentilmente a los zopilotes fondomonetaristas quienes, como siempre, están más que prestos para imponer nuevos cuan draconianos programas de ajuste al país. Y la recomendación de constituir un consejo fiscal independiente (con los de Washington en primera línea) sólo sería el comienzo.

Las rebanadas del pastel

Fox aseguraba que la democracia a la mexicana era de, por y para los empresarios, y ahora Peña Nieto dice que no es el gobierno, sino los empresarios quienes mueven al país. Bien, pero si éstos últimos son los responsables (que para fines nacionales han sido un desastre), entonces ¿para qué sirve el gobierno, cada día más oneroso?... Y en este sentido, la lectoría se pronuncia: hay que agregar otra irresponsabilidad del gobierno mexicano al no apoyar a las cooperativas, a las que, de acuerdo con la Constitución, está obligado a impulsar en igualdad de condiciones que a la iniciativa privada. Sería conveniente exigir al Congreso que con las Afores se impulse a las empresas sociales, así como se impulsa a las privadas (José Luis Martínez Castro, maestro de tiempo completo de la Universidad de Sonora, [email protected]) … Y por si algo faltara, se nos fue Mario Almada.

Twitter: @cafevega