Duarte y compañía, expulsados pero ricos
a expulsión de Javier Duarte de Ochoa y de un reducido grupo de colaboradores y cómplices de la bancarrota de Veracruz demostró tibieza del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pues al gobernador y a sus amigos lo que menos les interesa es la credencial de afiliación; les es más útil pasar por este proceso y esperar que por extrañas razones ni siquiera pisen la entrada de algún juzgado, y mucho menos se vean obligados a devolver cuando menos una parte de lo que se robaron en este histórico sexenio.
Eso sí, la jerarquía priísta se cuidó muy bien de no menguar sus filas corriendo a diputados federales también señalados en las denuncias de la Auditoria Superior de la Federación ante la Procuraduría General de la República como copartícipes del robo del siglo y con actos de corrupción bien identificados por el equipo de Juan Manuel Portal.
Tarek Abdalá, Érick Lagos Hernández, Alberto Silva Ramos y Jorge Carvallo Delfín, por citar a los más conspicuos actores del duartismo, no fueron tocados por la ira del tricolor, que se cebó en Duarte y su reducido grupo de amigos, quienes si bien políticamente representan poco para el priísmo veracruzano, sí participaron de forma notoria tanto en operaciones fraudulentas con empresas fantasmas como en otros posibles desvíos del erario.
De su lado, los diputados federales mencionados, con su capital electoral reducido a nada y sin efecto político en el ánimo del imaginario colectivo del PRI, tienen en su valor numérico en la legislatura su mejor garantía de impunidad, pues es sabido que la bancada veracruzana priísta y sus aliados del Partido Verde Ecologista de México es de las más numerosas en San Lázaro y sumamente útil cuando se trata de sacar adelante las iniciativas del presidente Enrique Peña Nieto o de votar en contra de aquellas que no les reditúan.
Tan envalentonados andan que hasta un desplegado publicaron amagando con abandonar las filas de su partido –y de paso a Peña Nieto– días antes de la expulsión del gobernador y sus socios. Duarte y los duartistas se han quedado huérfanos sin respaldo de ninguna clase.