Opinión
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¿La Fiesta en Paz?

El viernes 30 en Morelia, rivalidad en serio

La Joya y El Grullo, de luto

¿Plaga de moscos en la Plaza México?

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Ante una plaga de mosquitos en la Plaza México urge alejar riesgosFoto Alfredo Domínguez
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odavía quedan toreros, no muchos, que en plena posmodernidá saben honrar el traje de luces con posturas estéticas y a la vez éticas, en el ruedo y fuera de éste, ante las embestidas, con frecuencia descompuestas, de los de cuatro y de dos patas, sin arredrarse sino sacando la casta.

Estando en las oficinas de la empresa Toros por Siempre de la Plaza Monumental de Morelia, Michoacán, luego de anunciar el cartel para la tradicional corrida del 30 de septiembre, que este año conmemora el 251 aniversario del natalicio de José María Morelos, el Siervo de la Nación, con los matadores Uriel Moreno El Zapata, Arturo Macías y Juan Chávez ante una bien servida corrida de El Junco, alguien oyó discutir a Macías y a Chávez, quienes para dirimir diferencias apostaron sus respectivos honorarios a quien resulte el triunfador. Ello llegó a oídos El Zapata, quien picado por la actitud de sus compañeros decidió unirse a la apuesta, por lo que los tres toreros saldrán no sólo a jugársela, sino a no perder su pago y llevarse además el de sus alternantes. Esto, lejos de ser mera pose es un gesto de torería que honra a los diestros. Mucha suerte para todos, que junto con la bravura lo que más le urge a la fiesta de los toros es un sentido más claro de competencia, trátese de empresas o de actuantes. Ya fueron 23 años de centralismo taurino chafa, por lo que ahora corresponde a empresarios de los estados demostrar que la tradición taurina de México requiere, antes que dinero y contrataciones sin criterio, imaginación y rivalidades bien entendidas.

También el viernes 30 en Morelia, a las 13 horas, Julio Téllez, ahora incansable promotor de la cultura en su natal Coeneo, llevará a cabo la presentación del conmovedor libro sobre la novelesca existencia del único torero al que un toro le cortó una oreja, misma que logró conservar tras penosa convalecencia: el matador Manolo Ureña El Indultado, escrito por María Elena Gómez Mondragón, con prólogo de Adolfo Brun y alucinado epílogo del Pana.

Se nos adelantó el escrupuloso ganadero tlaxcalteca don José González Dorantes, fundador en 1998 de las ganaderías La Joya, de encaste español Parladé, con su hijo José Antonio, y en 1989 El Grullo, simiente de Jesús Cabrera, con su hijo Juan Carlos. Poseedor de una fina intuición ganadera directamente proporcional a su sencillez, don José atestiguó con elegancia cómo los sucesivos triunfos que obtenía en plazas de los estados se tradujeron en contadas comparecencias en la Plaza México, cuya anterior empresa lo mismo relegaba toreros que ganaderos, al tiempo que se plegaba, sumisa y sin sentido de espectáculo, a las exigencias comodinas de los figurines importados. Con todo, sus esfuerzos como criador de reses bravas fueron recompensados con una muerte apacible a la mañana siguiente de haber asistido a la encerrona de Sergio Flores en la Ranchero Aguilar de Tlaxcala.

Sobria y digna luce ahora la Plaza México en su interior, borrada al fin la cantidad de anuncios que la ensuciaron desde siempre. Sin embargo, la otra novedad es que luego de tantos meses sin aseo han brotado plagas de mosquitos en distintas áreas del coso con las consiguientes molestias para los espectadores, que salen de los festejos rascándose las ronchas y preocupados de no saber si contrajeron zika, chikungunya, dengue o paludismo. Urge entonces una inspección sanitaria por parte de la autoridad correspondiente que aleje riesgos y despeje dudas.