La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) aseguró que las recientes agresiones a sacerdotes en Veracruz y Michoacán son signo inequívoco de la tremenda violencia que está padeciendo el país.

Alfonso Miranda Guardiola, secretario general de la CEM, precisó a La Jornada que han recomendado a los sacerdotes cuidarse, porque no pueden dejar los poblados donde están asignados ni a los feligreses, y consideró las declaraciones del fiscal de Veracruz, Luis Ángel Bravo Contreras, carentes de racionalidad.

Él declaró cuando aún no concluye la investigación ni se desahogan las audiencias. La declaración carece de toda racionalidad, es totalmente sin sentido, porque la forma en que se encontraban los cadáveres de los presbíteros Alejo Nabor Jiménez y José Alfredo Suárez de la Cruz no parecía producto de una reunión donde hubo alcohol.

No concuerdan las señales con una reunión de amigos de borrachera. Fueron maniatados, transportados a un paraje aislado, golpeados y rafagueados en cuerpo y cara, y hubo robo de un vehículo. Hubo saña, fue una masacre.

Acerca del sacerdote desaparecido en Michoacán, José Alfredo López Guillén, expresó su confirnza en que se dé con su paradero lo antes posible.

Miranda Guardiola comentó que ya son 16 sacerdotes asesinados en los últimos cuatro años, más dos desaparecidos (sin contar a López Guillén), así como un seminarista y un sacristán asesinados, según cuentas de la CEM.

Dijo que la violencia no es privativa de los sacerdotes, sino que afecta a la población de muchas entidades; y precisó que solicitan al gobierno federal fortalecer la seguridad municipal y estatal. Mientras, la CEM seguirá trabajando en la construcción de la paz. Recomendó a todos los religiosos tomar precauciones. Las noticias nos hacen tener que guardar mucha prudencia y tener mucho cuidado, porque: ¿con qué tranquilidad salimos a la calle vestidos de sacerdotes?

Aparte el presbítero Omar Sotelo Aguilar, director del Centro Católico Multimedial, que elabora reportes anuales sobre la violencia contra sacerdotes, dijo que los asesinatos de dos curas de Veracruz y la desaparición de otro en Michoacán son síntoma claro de que hay una muy fuerte ola de violencia que se está desatando en el país, que está creciendo y que ha demostrado la debilidad e incapacidad de las autoridades para responder a ella.