Durante la presentación en el Senado del libro La presencia de la ausencia: historia de personas desaparecidas, el representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Jesús Peña, destacó que el ‘‘lacerante problema de la desaparición de personas en México precisa de una legislación en los términos que recomendó la ONU’’.

Peña precisó que este libro habla de las luchas de las familias por buscar a sus seres queridos, ‘‘porque la familia de cada desaparecido lo ha buscado, lo busca y lo seguirá buscando hasta esclarecer su suerte y paradero’’.

Angélica María Ávila Ramírez, madre de Gino, joven de 18 años desaparecido en 2011 en Nuevo León, quien escribió su historia –una de las 14 que se incluyen en el libro–, destacó: ‘‘No es un homenaje a la ausencia, sino a la lucha de esperarlos de regreso. Esto no es para olvidar, sino para decirles que hay un problema muy fuerte de desaparecidos en el país’’.

Gino desapareció el 8 de junio de 2011. En el texto escrito por su madre y Denise Márquez se lee: ‘‘Tú mamá lo ha repetido incansablemente ante los zombies del Ministerio Público. Estabas afuera de la casa arreglando la moto en la que te ibas a chambear de cobrador. Llegaron en un carro blanco y trataron de subirte, junto con otro chavo. Él escapó; a ti te secuestraron.

‘‘Las autoridades no han hecho mucho por hallarte con vida, Gino. Pero déjame decirte que tu madre sí. Te lleva con ella a manifestaciones en la ciudad y en el país, donde exige tu presentación con vida. Borda tu nombre y palabras cariñosas para que el viento las lleve hasta donde estés; así te acuerdas de que no va a parar hasta encontrarte. Ya no tiene miedo, no estés preocupado. Me dijo que lo ha transformado en rabia y fuerza para hallarte.’’

A Roy Rivera Hidalgo lo desaparecieron el 11 de enero de 2011 en San Nicolás de los Garza, también en Nuevo León. Su hermano Ricardo publica en el libro la carta que le escribió a los dos años de su ausencia: ‘‘Dos añotes sin ti, brother; ¿que hay de nuevo? ¿Novedades? No muchas, la gente sigue caminando sin rumbo. La mayoría no se preocupa por los desaparecidos.

‘‘¡Ojalá y estuvieras aquí, uei! Hay momentos en que te necesito, en los que lloro solo, en los que quisiera que nunca hubieras abierto la boca cuando dijiste: ‘¡déjenlo, yo soy el mayor!’ Momentos en los cuales quisiera agarrarte a golpes por haberme dejado.

‘‘¡Pfff, dos años sin ti está bien cabrón! Dos años en los que trato de sonreír con el corazón desgajándose. Dos años sin escuchar tu voz. Wuauu, un chingo de tiempo, ¿no crees? Por cierto, ¿no has pensado regresar? Está bien cabrón ver a mi mamá llorar por las noches, uei; está bien cabrón verla hablar con fotos…’’

La presidenta de la Comisión de Derechos Humanos del Senado, la perredista Angélica de la Peña, dijo que en esa cámara ya se trabaja en el dictamen de la nueva ley de desaparición forzada de personas, y entre particulares.

Abundó que las familias de las personas desaparecidas en México no sólo deben vivir con el dolor de la ausencia de sus seres queridos, sino también con la revictimización de la que son objeto por parte de las instituciones del Estado, por organizaciones de derechos humanos e incluso por la sociedad misma, pues son ignoradas, engañadas, criminalizadas e invisibilizadas.