ara escribir una línea se necesita haber leído miles a lo largo de la vida o, y, haber escuchado con atención y devoción lo que los mayores nos iban diciendo a medida que se hacían más sabios. Yo pertenezco al sector letrado de la sociedad porque comunico mis ideas a través de letras, lo que no es mejor que expresarlas con los sonidos que vehiculan saberes y filosofía a través de cuentos, poemas, relatos de vidas ejemplares: tradiciones donde se apoya el conocimiento y la identidad de toda comunidad, tenga o no escritura.

Yo, para escribir estas modestas líneas quincenales, necesité haber escuchado a mis padres y maestros, así como a los beneshuan (quienes alcanzaron la sabiduría, en zapoteco de la sierra) y a sus homólogos de otros pueblos y de otros países, además de haber leído, desde los siete años hasta hoy día la prensa diaria. Pero, lo digo sin pudor, de la prensa diaria mexicana es nuestra Jornada la que me aporta la mayor y más útil información para inspirar estas columnas.

Por ejemplo, en una nota de una colega fechada el 24/7 pasado, confirmamos la espeluznante realidad del avance brutal de la concentración del capital en todo ámbito pero concretamente en el desposeimiento de nuestros exportadores, a favor del uno por ciento que exporta 73.3 por ciento de las exportaciones de nuestro país (datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal). De donde preguntarse: ¿qué es lo que enorgullece al presidente Peña Nieto de nuestras exportaciones de alimentos? En otra nota del 29/8 reciente, se anuncia que el gobierno vendió los últimos ingenios azucareros, de los 27 que expropió el ex presidente Fox en 2001, por los que recaudó más de 10 mil millones de pesos, pero no informa la Secretaría de Hacienda en cuántas manos quedaron las empresas ni el destino de los trabajadores del sector que fue orgullo mexicano revolucionario. El 24/7 pasado, otra nota espléndida da cuenta de la cultura del pulque, su declive por la mala fama que le crearon durante más de medio siglo los comerciantes de la exógena cerveza y su lento repunte (de 250 mil litros de aguamiel en 2010 a 303 mil en 2015) gracias a la nueva preferencia de muchos jóvenes por este néctar de los dioses.

Hace unos días, invitada por el Frente Mayahuel, di una plática en el marco del Agave Fest 2016 (WTC de la CDMX), cuyo objetivo fue sensibilizar a los oyentes no tanto en la protección del mezcal como bebida cada vez más apreciada en otros países, como sobre otros aspectos de su producción: el riesgo de la sobrexplotación de ciertos agaves en detrimento del cultivo de otras variedades que, en su conjunto, son un recurso vital para campesinos mexicanos y sus familias, quienes las trabajan y convierten en distintos bienes útiles para todos; o el riesgo que representan los embotelladores nacionales y trasnacionales de mezcal y tequila, cuya presión sobre los productores directos puede tener consecuencias nefastas en los seres humanos y en la biodiversidad de nuestras tierras; sin por ello minimizar la obligación que tenemos de reclamar la denominación de origen (DO) mezcal para todos los productores en todos los estados de la República donde lo produzcan dentro de reglas de calidad iguales, y no sólo en las nueve entidades que, a saber por cuál capricho o reducidas entendederas de quienes así lo dictaminaron en la NOM-070-SCFI-1994, propusieron además llamar komil (NOM-199) a los mezcales exógenos de su mapa mental. Mapa en el que el clasismo de moda y la discriminación que acompaña el nacimiento de nuestra nación, tienen un lugar privilegiado.

Por eso invitamos, a quienes no teman mancharse, a la Marcha Nacional Campesina e Indígena en Defensa del Territorio y el Derecho a la Alimentación convocada por todos los pueblos, ejidos, comunidades, colonias, municipios y capitales, desde todos los puntos del país a la Ciudad de México, del 9 al 14 de octubre de 2016.

yuriria.iturriaga@gmail.com