Habrá austeridad en ceremonias y servicios
Domingo 4 de septiembre de 2016, p. a14
Río de Janeiro.
Tres semanas después del fin de los Juegos Olímpicos, la llama volverá a arder en Río el 7 de septiembre para la justa paralímpica, que se presenta como un desafío financiero en busca del fervor popular.
Con la resaca de la anterior aventura y en plena crisis política y económica, la cita brasileña recibirá a más de 4 mil 300 deportistas discapacitados procedentes de 161 naciones.
Veintidós deportes forman parte del programa de esta edición, dos más que hace cuatro años, con la entrada del canotaje y el triatlón. Además habrá futbol para ciegos, atletismo, rugby, volibol en silla de ruedas, natación, esgrima y equitación.
Por primera vez el certamen contará con un equipo de refugiados compuesto por un atleta iraní y un nadador sirio.
En 2012, Gran Bretaña, cuna del paralimpismo, puso el nivel muy alto organizando en su capital una justa de esta índole.
Sin embargo, en Río no hay gran interés entre la gente por la justa. Para paliar los gastos durante los Juegos Olímpicos –reparaciones en los apartamentos de los atletas y limpieza de la piscina, entre otras cosas–, el Comité Olímpico Internacional (COI) echó mano del presupuesto global de Río 2016.
Hasta el viernes apenas 1.4 millones de entradas habían sido vendidas sobre un total de 2.5 millones, cifra en clara progresión
, dijo el Comité Paralímpico Internacional.
El comité organizador adelantó recortes en el presupuesto: las ceremonias de apertura y clausura serán más modestas, los servicios de transporte reducidos y habrá instalaciones polivalentes.
Otro duro golpe fue la sanción a Rusia, debido al gran escándalo de dopaje de Estado, y que la dejó fuera de la competición.