En el Cenart, el escritor y periodista dictó la conferencia magistral Los actores del césped
Como el teatro, ese deporte es un laboratorio de las pasiones y una metáfora del delirio, opina
Sábado 27 de agosto de 2016, p. 6
Nada es tan teatral como el futbol, según el escritor Juan Villoro, quien está convencido de que se trata de una representación en sí misma, una puesta en escena de la vida, de los sueños, los deseos y las ilusiones.
Stanislavsky dijo que el teatro es un laboratorio de las pasiones, lo mismo podríamos decir del futbol; y Pirandello señaló que el teatro era una metáfora del delirio, y también podemos decir eso de este deporte, especialmente en los partidos absolutamente inolvidables
, indicó.
Durante la conferencia magistral Los actores del césped, efectuada el jueves en el Centro Nacional de las Artes (Cenart), como parte del Coloquio Internacional de Teatro y Futbol, el también periodista señaló que tal deporte-espectáculo rebasa sus propias fronteras para convertirse en una manera de comprender al mundo y entendernos como sujetos lúdicos.
En su opinión, uno de los atractivos que hacen fascinante y distinguen a éste de otros deportes tiene que ver con que es uno de los juegos más sencillos y con menos reglas que existen, además de ser bastante simple de entender.
Para Juan Villoro los jugadores de futbol son una especie de continuadores de los héroes homéricos y precursores de los pokemones, pues cada uno tiene un atributo o habilidad específica.
Por ejemplo mencionó a David Beckham, de quien resaltó que su versatilidad era más notoria en sus vistosos cortes de cabello que en la cancha, aunque se le recuerda por su eficacia en los tiros libres y sus excepcionales centros al área.
El autor de Dios es redondo indicó que en buena medida el futbol deriva su atractivo de jugarse con el pie, que es la parte cancelada por el ser humano en su evolución, y citó lo dicho por el poeta Antonio del Toro de que este deporte es la venganza de las extremidades inferiores sobre las superiores.
Cábalas y rituales
Luego de hablar de cómo el futbol, al igual que el teatro, está lleno de cábalas y rituales, Juan Villoro evocó el libro La escena invisible, en el que Carmen Leñero analiza algunos aspectos que definen la teatralidad en la cultura en general.
Mencionó que, de acuerdo con la especialista, la teatralidad tiene que ver, entre otras cosas, con que se cumple en un espacio de excepción, el cual representa algo diferente. Es decir, es un espacio que se sustrae a la lógica del mundo y de repente representa un castillo, un lupanar o un jardín.
Esa característica, argumentó, también la posee el futbol, pues éste se desarrolla en un espacio de excepción, con unas líneas sobre el césped; ahí se va a representar una forma incruenta de la guerra.
Otros valores que comparten el teatro y el futbol, según retomó Villoro de ese libro, es que en ambos hay una comparecencia simultánea de tres figuras decisivas: los actores, los personajes y el espectador.
En ese deporte los actores y los personajes equivalen al futbolista, quien es un ser que se ha preparado para el juego, pero sobre la cancha adquiere otro rango; es alguien distinto a su persona. Mientras, la figura del espectador o aficionado es tan determinante en esta disciplina que es considerado el jugador número 12.
Algo muy interesante que menciona Leñero es que el teatro siempre sirve de mediación con esferas sobrenaturales. No necesariamente alude a aspectos religiosos o rituales. El teatro en sí mismo es un rito. Por eso, en plena época virtual, tiene la capacidad que no tienen otras artes de emocionarnos y es absolutamente insustituible
, destacó.
Esta condición ritual y religiosa la tiene también el futbol, que es un gran sistema de supersticiones. Sus aficionados no están viendo la realidad, sino un sistema de creencias. Un aficionado quiere, si es posible, que su equipo gane en el último minuto en un fuera de lugar que no vea al árbitro.