Con la computadora, Facebook e Instagram nos fue dada una nueva máquina de escribir, señala
El proyecto digital es protagonizado por El hombre de Tweed y La mujer de M, inspirados por personajes reales, y la finalidad es convertirlos en libro impreso, adelanta el autor de Ciudad tomada en entrevista con La Jornada
Halla gran libertad en la jaula de los 140 caracteres
Sábado 27 de agosto de 2016, p. 2
Los escritores fuimos dotados con aparatos de creación a partir de la irrupción de las nuevas plataformas tecnológicas, sobre todo Internet, que inician opciones de libertad, señala el narrador Mauricio Montiel Figueiras, creador de un proyecto digital protagonizado por El hombre de Tweed y La mujer de M.
Nos han dado una nueva máquina de escribir; dentro de la computadora, una nueva máquina de escribir, hay otras: Facebook y Twitter, así como Instagram, aunque es más de imagen, así es como he desarrollado una nueva parte de mi trabajo literario
, indica a La Jornada el autor de Ciudad tomada.
Montiel Figueiras explica su labor en Twitter, la opción que utiliza: Paradójicamente, he encontrado una gran libertad en la jaula de los 140 caracteres (el límite de escritura en esa plataforma), que permite y exige que la imaginación del escritor vuele. Me ha permitido ser más preciso y conciso en lo que quiero expresar y eso ha contribuido a mis escritos, no sólo en Internet sino en el papel. En la restricción he hallado una gran libertad
.
En torno a El hombre de Tweed (https://twitter.com/Elhombredetweed) y La mujer de M (https://twitter.com/LamujerdeM), los hemisferios masculino y femenino de un mismo proyecto novelístico en Twitter
, recuerda que fueron inspirados por personas reales y que la propuesta es convertirlos en un libro impreso.
Al primero lo vio en marzo de 2011 con un atuendo inusitado para el calor: “tweed, corbata, unos lentes desmesurados para el rostro, estático en la margen de un eje vial. Me fui a casa pensando en este tipo de personajes extraños que nos topamos en la ciudad y en los que muchas veces no reparamos: seres invisibles que están entre nosotros. Con esta idea empecé a escribir una serie de tuits. Poco a poco lo hice cruzar el eje vial y me di cuenta de que empezaba a escribir un relato”.
Ese proyecto lleva tres partes, que suman más de 350 páginas. Cada apartado corresponde a una estación del año y una zona geográfica: la primavera en la ciudad, el verano en una isla y el otoño en una Venecia donde confluyen distintas épocas históricas. La cuarta parte está por escribirse, cerraría el ciclo novelístico de El hombre de Tweed, se va a desarrollar en el pueblo fantasma donde vive La mujer de M.
Voz femenina verosímil
La mujer de M también partió de un personaje real: una viuda que vive sola en Monowi, pueblo de Nebraska, Estados Unidos. Ella ejerce todas las funciones en la localidad. Es alcaldesa, bibliotecaria, la bartender y encargada de limpieza del pueblo.
Me llamó la atención cómo en una época en la que estamos tan rodeados de ruido, de tecnología, saturados de información, puede haber todavía personas que decidan aislarse y romper comunicación con el mundo
, agrega Mauricio Montiel.
“Ha sido un ejercicio muy satisfactorio crear una voz femenina. Es muy complicado que el escritor hombre diseñe una voz femenina verosímil.
“Los personajes literarios cuando ya tienen su propia voz, carne y hueso –sean de papel o electrónicos– escapan al control del escritor. Los dos se me han salido de control, ya andan, hacen y deshacen por su cuenta.”
Creyente de los sueños, el autor recuerda que pensó que El hombre de Tweed sería sólo un experimento corto, pero soñó una noche que dormía y se le “apareció el personaje y cuando desperté me dije: ‘este tipo quiere más y no me dejará en paz hasta que siga contando su historia’. Ahí es cuando empecé a trabajar la segunda parte y me di cuenta de que ya era una novela”.
Montiel Figueiras señala que uno de los elementos esenciales en el proyecto de La mujer de M son las imágenes. “Ella tiene unos álbumes en los que encuentra fotografías que no recuerda haber puesto ahí, quién las tomó, dónde o en qué fecha. Tiene que ver con algo que me interesa mucho: la fotografía como dispositivo de la memoria.
Tomar una fotografía es guardar un pedazo de nuestro presente para verlo en el futuro. Es muy curioso cómo es una especie de máquina del tiempo: vamos a encapsular un instante, un nanosegundo de nuestra vida para lanzar una especie de mensaje hacia el futuro. Lo que hace La mujer de M no las reconoce y se pregunta qué partes de su historia están borradas o si son parte de historia o de alguien más que está interviniendo en su historia.
Y concluye: Tengo escrita, a manera de escaleta cinematográfica, la historia de La mujer de M que he ido contando, pero hay partes que estoy reservando para la novela. Espero que el año entrante pueda abocarme a la cuarta y última parte de este proyecto, que ya cerraría el ciclo novelístico
.