Deportes
Ver día anteriorLunes 22 de agosto de 2016Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Rio 2016

Luiz Inacio Lula da Silva, Dilma Rousseff y Michel Temer, ausentes en el Maracaná

Belleza y alegría en el adiós a Río dan la bienvenida a Tokio

El país anfitrión tuvo los mejores resultados de su historia

Los atletas brasileños resaltaron los programas de apoyo

La convulsión política de fondo vuelve a los primeros planos

Foto
A ritmo de samba, con baile y mucho colorido concluyeron los juegos de RíoFoto Afp
Foto
Desde la favela de Mangueira un niño observa los fuegos artificiales sobre el estadio Maracaná durante la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016Foto Afp
Foto
Los atletas se contagiaron del espíritu festivo; la rusa Yelena Isinbayeva fue presentada como nueva integrante del COI; Thomas Bach entrega la bandera olímpica a la gobernadora de Tokio Yuriko Koike y la modelo brasileña Izabel Goulart actúa en el carnavalFoto Ap
Foto
Thomas Bach entrega la bandera olímpica a la gobernadora de Tokio Yuriko KoikeFoto Afp
Foto
La modelo brasileña Izabel Goulart actúa en el carnavalFoto Afp
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 22 de agosto de 2016, p. 2

Río de Janeiro.

Llovió en Río, pero nada parecía capaz de lavar la alegría de las delegaciones que participaron anoche en la ceremonia de cierre de los Juegos Olímpicos de 2016, con el estadio Maracaná al tope. Una ceremonia espectacular, abarcando la diversidad cultural brasileña, que culminó de manera apoteósica, homenajeando desde el popular carnaval callejero como el de las grandes escuelas de samba, con clásicos de los carnavales del pasado que contagiaron a todos, y hubo otra lluvia, esta vez de papel picado.

La explosión de belleza y alegría marcó la despedida de dos semanas de fiesta y el retorno de la normalidad, o sea, la crisis que sofoca a la ciudad, al estado y al país.

Tres ausencias marcaron la noche: la del principal responsable de la elección de Río para abrigar las olimpiadas, el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva; la principal responsable de viabilizar la realización del mayor acto del planeta, la presidenta apartada Dilma Rousseff; y la del presidente interino, Michel Temer.

Lula da Silva y Rousseff decidieron no comparecer porque los organizadores no los ubicaron en la tribuna de honor. Temer, por una razón más contundente: evitar que se repitiesen los abucheos con que fue recibido en la ceremonia de inauguración, y para no ver las pancartas que aparecieron en todos los encuentros, donde se leía: ¡Fuera, Temer! y ¡No al golpe!

Rompiendo el protocolo, en su lugar mandó al actual presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, su aliado en el golpe institucional que liquidará el mandato popular de la presidenta en un par de semanas. Maia aceptó el encargo, pero con una condición: no diría una única palabra. Así, la diplomacia japonesa tuvo que cambiar sus planes: en lugar de mandar al primer ministro Shinzo Abe a recoger la bandera olímpica, envió a Yuriko Koike, gobernadora de Tokio, que será sede de los Juegos Olímpicos de 2020. El premier nipón apareció al centro del estadio disfrazado de Mario Bros.

De última hora, Temer propuso a Abe un encuentro reservado en Brasilia. La respuesta fue un contundente no. Ya se verá hasta qué punto la grosería brasileña tendrá efectos sobre las relaciones bilaterales.

A lo largo de las dos semanas que duraron los Juegos Olímpicos, se confirmó una vez más la capacidad brasileña de improvisar de tal forma que, a última hora, el desastre anunciado no se consumará. Fue así en el Mundial de 2014, fue así ahora. La alegría y el buen humor de una ciudad abrumada por la violencia, por la pésima calidad de los servicios públicos y por las sombras de lo que pasará cuando se retiren los más de 70 mil hombres y mujeres encargados de la seguridad durante los juegos, terminó imponiéndose, escondida por los turistas y las delegaciones participantes. Hubo fallas en la Villa Olímpica, cada día se registraron al menos cuatro robos en los alojamientos de los atletas, el tránsito se hizo caótico, pero al final todo resultó en buenos recuerdos.

Foto
La rusa Yelena Isinbayeva fue presentada como nueva integrante del COIFoto Afp

Al final, los gastos de los Juegos Olímpicos de Río fueron inferiores a los de Pekín y Londres: alrededor de 4 mil millones de dólares. Fueron vendidos alrededor de 5 millones 600 mil ingresos. Los organizadores, a su vez, destinaron 285 mil boletos – 4.75 por ciento del total de 6 millones puestos a la venta– para comunidades carentes, para refugios tutelares de niños maltratados o abandonados por sus padres y para barriadas miserables de la periferia.

Al cosechar 19 medallas, de las cuales siete son de oro, Brasil obtuvo su mejor desempeño en la historia de los Juegos Olímpicos. La prensa local dio amplio espacio para esa hazaña, pero no por casualidad olvidó indicar que la mayoría de los medallistas se benefició de los programas de incentivo al deporte creados por los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff.

No se pudo impedir, en todo caso, que varios de los medallistas mencionasen ese punto en sus entrevistas a los medios que hacen de todo para no vincular a Lula y a Dilma con los Juegos Olímpicos de Río. El remero Isaquias Queiroz, de 22 años, primer brasileño en alcanzar tres medallas en una sola edición olímpica, ha sido uno de ellos, para evidente desagrado de sus entrevistadores.

En esta edición fueron superados 19 récords mundiales y 65 olímpicos. Pero nada comparable al récord de venta de hamburguesas (hubo un día en que se consumieron 70 mil en la Villa Olímpica). Entre otras ocurrencias, se destacó la falsa denuncia de asalto realizada por nadadores de Estados Unidos (medallistas inclusive), que fueron rápidamente desmentidos gracias a la eficacia de la policía.

Ahora, todo volverá a lo normal. Lástima que esa misma policía no sea así de eficaz a la hora de resolver los crímenes que sacuden a la ciudad.

Los Juegos Olímpicos dejan un legado a parte de Río de Janeiro, con obras viales que efectivamente cambiaron el centro de la ciudad, ahora recuperado. La periferia seguirá siendo periférica y abandonada; los servicios públicos continuarán caóticos, pero al menos por dos semanas los habitantes de la ciudad –como parte importante de los brasileños– supieron recuperar la autoestima.

Brasil, a su vez, amanece este lunes cara a cara con la etapa final del golpe institucional en curso. Dentro de poco más de 10 días todo estará consumado.

Michel Temer será transformado en presidente efectivo y ya no podrá ocultarse cada vez que su presencia sea esperada en actos públicos. Pudo evitar la silbatina en Maracaná. No podrá esconderse para siempre.