Revolucionó ese quehacer artístico en el país y lo integró a la vanguardia
Se entregará a María Jiménez, hija del autor, el primero de septiembre en el Encuentro Nacional de Fototecas
José Luis Neyra y Rafael Doniz también recibirán esa presea, otorgada por el INAH
Lunes 22 de agosto de 2016, p. 9
El artista Agustín Jiménez (1901-1974), quien revolucionó la fotografía en México y la integró a la vanguardia, será reconocido in memoriam con la medalla al mérito fotográfico.
Esa presea, otorgada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia por conducto del Sistema Nacional de Fototecas (Sinafo), también la recibirán los fotógrafos José Luis Neyra y Rafael Doniz.
La entrega se efectuará el primero de septiembre y marcará el comienzo de la edición 17 del Encuentro Nacional de Fototecas que se desarrollará en Pachuca, Hidalgo.
Ese universo de imágenes captadas por la mirada transgresora de Jiménez, donde convergen osadas tomas de la fábrica de cemento La Tolteca con sensuales desnudos femeninos, y retratos de tehuanas con otros de objetos inanimados dispuestos para engañar al ojo del espectador, se despliega en una de las habitaciones de la casa donde vivió con su esposa y sus cinco hijos. La mayor, María Jiménez, busca preservar y difundir el acervo de su padre.
Será ella quien reciba el reconocimiento a la obra de Agustín Jiménez, un hombre a quien su hija recuerda reservado y cariñoso, algo bohemio y absolutamente entregado a su oficio.
El archivo fotográfico del artista, según María Jiménez, es un libro abierto: más de 4 mil imágenes tan variadas como las vetas de un rico mineral.
Por ejemplo, el apartado de desnudos es un filón aún sin explorar, señalan María Rodríguez y el crítico José Antonio Rodríguez. Ahí están ondulantes cuerpos femeninos, lo mismo de modelos que posaron para el fotógrafo cuando fue profesor de la antigua Academia de San Carlos que de mujeres famosas como Nahui Ollin (que, a su vez, posa en la imagen para el pintor Ignacio Rosas); o de su mujer, Luisa Mújica, su musa.
Para José Antonio Rodríguez, autor de Agustín Jiménez: memorias de la vanguardia, catálogo de la exposición homónima que el Museo de Arte Moderno montó hace algunos años, la carrera de este creador como fotógrafo autoral fue meteórica debido tanto a su genio –desde niño estuvo imbuido en el mundo de la imagen– como a su posterior ingreso en la demandante industria cinematográfica.
En poco más de una década, aproximadamente de 1928 a 1939, hizo lo que muchos conocen ahora. El cine lo absorbió. Esa fue la razón por la que Agustín Jiménez pasó a la posteridad como uno más de los cinefotógrafos y no como el gran fotógrafo vanguardista.
La figura de Jiménez comenzó a despertar de este letargo hace unas décadas a partir del interés de algunos historiadores de la fotografía como el propio Rodríguez y Carlos A. Córdova, quienes han redescubierto a un personaje que tuvo un peso específico, rotundo, dentro de una generación de fotógrafos de la vanguardia, chamacos
que fueron criticados por los fotógrafos consagrados por romper con los cánones de la gramática visual conocida.
Más que fotógrafos, eran intelectuales
, comenta José Antonio Rodríguez refiriéndose a Manuel y Lola Álvarez Bravo, Emilio Amero, Luis Márquez Romay y Agustín Jiménez, pero también a Aurora Eugenia Latapí y Miriam Dillmann, quienes incursionaron en esta disciplina guiadas por Jiménez y lograron desarrollar un lenguaje personal.
Agustín Jiménez fue uno de los más notables exponentes de esa fuerte corriente que terminó por cambiar nuestra manera de ver y percibir las imágenes. Una figura imprescindible de la fotografía mexicana, tanto así que su legado es motivo de una distinción 42 años después de su muerte, una obra con muchos cauces y que está disponible al interés de investigadores e instituciones.