as próximas elecciones en Estados Unidos pueden tomar un giro muy interesante por la participación de algunas organizaciones científicas que han invitado a la candidata del Partido Demócrata, Hillary Clinton, y al abanderado del Partido Republicano, Donald Trump, a responder 20 preguntas sobre temas que involucran a la ciencia, la tecnología y la innovación en ese país.
El pasado miércoles, la organización que impulsa esta experiencia, denominada ScienceDebate, envió una carta y el cuestionario correspondiente a los aspirantes a la presidencia, solicitando su respuesta antes del 6 de septiembre. También les pide participar en un foro para discutir sus concepciones científicas en torno a los temas incluidos en el cuestionario, que sería transmitido en una fecha por determinarse por alguna cadena de televisión, seleccionada de común acuerdo.
Para calibrar la importancia de esta iniciativa, es relevante conocer quiénes son los firmantes de la carta. En la lista están la American Association for the Advancement of Science, una de las más importantes organizaciones científicas del mundo, editora de la revista Science, así como diversas sociedades científicas estadunidenses como las de química, geografía, geofísica, agronomía, robótica, ciencias biológicas, biofísica y botánica.
También forman parte de los convocantes, las academias Nacionales de Ciencias, de Medicina y de Ingeniería, presentes en el listado que incluye a 56 organizaciones dedicadas a la ciencia.
Aunque las preguntas son de tipo muy general, resultan muy útiles para conocer las concepciones científicas de quienes aspiran a la presidencia de una de las mayores potencias científico-técnicas del planeta. Las interrogantes incluyen: el liderazgo de Estados Unidos en innovación, la suerte de los proyectos de investigación a largo plazo, el cambio climático, conservación de la biodiversidad, seguridad cibernética, salud mental y adicciones, energía, educación, salud, agua, alimentación, energía nuclear, cambios globales, ciencia en las políticas públicas, vacunación, investigación espacial, océanos, inmigración e integridad científica.
El desafío de las organizaciones convocantes no sólo es para quienes compiten por la presidencia, sino además para la prensa de Estados Unidos, pues consideran que los temas incluidos en el cuestionario afectan la vida de los votantes, tanto o más que los tópicos que habitualmente tratan los medios durante las campañas, como la política exterior y económica o la fe.
Aunque no es la primera vez que se realiza una experiencia como ésta (algo similar ocurrió 2008 y 2012), en mi opinión la iniciativa es muy relevante, pues muestra el desplazamiento de una novedosa pieza en el tablero de la política de Estados Unidos, que obliga a los candidatos a pronunciarse sobre temas nodales que afectan como nunca a los ciudadanos y en los cuales la ciencia tiene un papel cada vez más decisivo, como agua, alimentación, salud, educación, energía, medio ambiente, etcétera.
Aunque las preguntas están planteadas en una forma muy educada y amable, me parece que si la candidata del Partido Demócrata y el aspirante republicano a la presidencia aceptan participar, se puede prever que ocurrirá una masacre, en la que Donald Trump no podrá meter ni las manos… A menos que en lapso muy corto de tiempo, sus asesores lo obliguen a virar completamente en sus concepciones científicas, lo cual de todas maneras podría considerarse una derrota a los ojos de algunos electores.
Digo lo anterior porque en lo que va de las campañas políticas, Trump se ha referido ya a algunos de los temas planteados en la carta. Por ejemplo, su postura negacionista respecto al cambio climático y sus objeciones respecto a la vacunación de los niños, temas frente a los cuales muestra total desconocimiento. Lo mismo puede decirse de sus propuestas en torno a la inmigración (que afecta a los talentos científicos que se han formado o trabajan en Estados Unidos). Si a lo anterior se suma que su compañero de fórmula es el gobernador de Indiana, Mike Pence, quien niega la teoría de la evolución y es partidario del creacionismo (concepción que pretende explicar el surgimiento del universo y los seres vivos como lo establecen los textos bíblicos), se puede pensar que el mejor consejo que pueden dar a Donald Trump sus asesores, es no participar en este ejercicio.
Esperemos que no sea así, para poder disfrutar en la contienda por la presidencia de Estados Unidos, de lo que puede ser un espectáculo sin precedente.