Pasajeros ruidosos, largas esperas y altos costos, las quejas
Lunes 15 de agosto de 2016, p. 43
Ocupar demasiado espacio en los asientos, rehacer la maleta en las enormes filas de los mostradores antes de documentar, subir equipaje muy grande, platicar en voz alta, pero sobre todo los constantes retrasos en vuelos y los cobros excesivos de las aerolíneas de bajo costo en servicios extra, son las principales quejas de los usuarios del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).
Incluso algunos entrevistados comentaron que si bien viajar en avión es más placentero, en ocasiones es estresante, ya que deben realizar enormes filas o esperar horas para abordar, además de convivir con otras personas no muy agradables
.
Las principales molestias son que los pasajeros de tu alrededor, sin consideración a los demás, se la pasen haciendo ruido, ya sea platicando en voz alta o con cualquier otro objeto. También muchos turistas nacionales e internacionales se molestan cuando la persona que viene en el asiento trasero golpea a cada rato el respaldo
, señaló Fausto Guerrero, presidente de la Asociación de Jubilados, Trabajadores y ex Trabajadores de la Aviación Mexicana (Ajteam).
Just the Flight publicó este año un estudio (“21 people we hate at the airport”) que realizó entre 5 mil pasajeros para identificar los 21 tipos de personas que incomodan a otros pasajeros, entre ellas quienes llegan corriendo al último momento o las que se amontonan en el carrusel para recoger sus maletas.
En el AICM es muy similar. Frecuentemente se observan viajeros que llegan apresurados para que no les cierren el vuelo. En los pasillos muchos tienen que reacomodar maletas para no sobrepasar los kilos permitidos o de lo contrario tienen que pagar entre 400 y 800 pesos, dependiendo del exceso de equipaje.
Antes de ingresar a las salas de última espera tenemos que permanecer sentados en el suelo o en cualquier otro rincón porque no hay asientos. El problema es que las personas de la tercera edad, como mi madre, son las más perjudicadas
, señaló Mercedes, quien con su esposo y familia estaban formados en una larga fila en los mostradores de Volaris.
Para Vicente González, también sobrecargo jubilado con más de 20 años de servicio, “desde que van abordando los pasajeros los analizamos, como si fuéramos sicólogos. Nos damos cuenta de quién es tranquilo; si vienen molestos, tristes, alterados, incluso en estado etílico.
Con quienes es muy difícil y molesto tratar es con los pasajeros que son muy prepotentes. Piensan que como pagaron un boleto pueden hacer lo que quieran en el avión y, aunque no es frecuente, cuando te tocan (como clientes) son un suplicio
, relató.