l pasado jueves, Andrés Manuel López Obrador presentó una ponencia titulada Cambio y porvenir de México: una visión hacia el 2018”. Lo hizo en Acapulco, en un ciclo de conferencias denominado Era familiar Princess 2016, cuyo principal organizador fue el Grupo Autofin México (con 39 años de existencia), presidido por Juan Antonio Hernández Venegas. Dicho grupo fue pionero en el financiamiento para la adquisición de automóviles y, al paso de los años, ha extendido ese sistema para facilitar la compra de bienes inmuebles y paquetes vacacionales. También tiene una planta de ensamblaje, en Hidalgo, de los autobuses de la marca King. Su más reciente apuesta importante ha sido la inversión de más de 4 mil millones de pesos para crear Mundo Imperial, ambicioso complejo turístico en la zona de Acapulco Diamante. En uno de los salones de ese conjunto, que incluye el hotel Princess, se realizaron las sesiones magistrales, por separado, a cargo de Carlos Salinas de Gortari, Felipe Calderón Hinojosa, Margarita Zavala Gómez del Campo y José Antonio Meade, entre otros.

En ese contexto, el tabasqueño, quien se encamina a su tercera candidatura presidencial, anunció que, de llegar al poder, otorgará una amnistía anticipada a aquellos a quienes en términos generales ha solido etiquetar como la mafia del poder. Todo, enmarcado en la promoción del perdón y el amor como fórmulas para una patria mejor. En el apartado I de su texto, Rescatar al Estado, el presidente nacional de Morena recordó que “durante la campaña de 2006, cuando se desató la guerra sucia para meter miedo a los empresarios y a la población en general, traté de convencer de que era necesario un cambio real y que nuestro triunfo no significaría una amenaza para nadie. Incluso afirmé que también a las cúpulas podría convenirles la renovación de la vida pública, porque ya no era posible mantener al país en condiciones de franco deterioro. No obstante, no fueron capaces de entender ni de aceptar nada; optaron por el fraude, por robarnos la elección”.

Continuó López Obrador: Ahora, de nueva cuenta, les decimos a los integrantes del grupo en el poder que, a pesar del gran daño que le han causado al pueblo y a la nación, no les guardamos ningún rencor y les aseguramos que, ante su posible derrota, en 2018, no habrá represalias o persecución para nadie. Declaramos esta amnistía anticipada porque lo que se necesita es justicia, no venganza. No odiamos a nadie. Sencillamente deseamos lograr el renacimiento económico, social, político, pero, sobre todo, moral de México. Precisó AMLO en un siguiente párrafo: Respetamos a quienes sostienen la máxima de ni perdón ni olvido, pero no la compartimos. Podríamos decir: olvido no, perdón sí. En esta virtud, igual que en la honestidad, reside la esperanza de un mejor porvenir. Si hacemos a un lado el odio y optamos por el perdón, podremos caminar con el emblema de la honestidad hacia una sociedad mejor (http://goo.gl/j3omyC ).

Declarar esa amnistía anticipada no tiene ningún valor jurídico, sobre todo si se toma en cuenta que AMLO aún no es un candidato formal. Y, desde luego, podría significar una treta en busca de engañar a dicha mafia del poder para que no obstruya de nueva cuenta su camino hacia la silla presidencial (como si en esos niveles mafiosos hubiese alguien dispuesto a creer con inocencia infantil en esa bandera blanca).

Pero lo declarado en el puerto de Guerrero tiene consonancia con una vocación absolutoria que se ha ido manifestando con más frecuencia en esta tercera edición de la campaña lopezobradorista. En su tierra, Tabasco, en febrero de este año, expidió certificado de indulgencia a un priísta al que semanas atrás había fustigado por ser corrupto (siendo candidato a la presidencia municipal de Centro, donde está Villahermosa), y explicó que cuando se deja a un partido malo y se pasa a uno bueno, entra en funcionamiento un mecanismo de perdón para aquel que se arrepiente. Amnistía es amnesia, perdón, borrón y cuenta nueva. Que nadie se llame sorprendido.

En Tepic se rodó, este sábado, un episodio más de la serie Mancera, el independiente. La capital de Nayarit (estado donde el año próximo habrá elecciones de gobernador, presidentes municipales y congreso) recibió a actores principales y de reparto. Entre los primeros, desde luego, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, quien escribió el cuento corto intitulado Lucha por el aumento del salario mínimo, que en esta ocasión sirvió de base argumental para otro tratamiento literario denominado Alianza por el bienestar social de México, firmado por varios presidentes municipales, de entre los cuales destacó el de Guadalajara, Enrique Alfaro (del partido Movimiento Ciudadano), y el anfitrión, Leopoldo Domínguez, Polo, panista que quiere ser candidato a gobernador en 2017.

El abanico en torno de Mancera tuvo a Alberto Anaya, principal dirigente del Partido del Trabajo, pero no a Dante Delgado, de Movimiento Ciudadano (¿con Alfaro era suficiente, o éste va tomando distancia del dueño del citado MC?); a Herrán Barrera, coordinador de presidentes municipales panistas en el comité nacional, presidido por Ricardo Anaya; y a Héctor Insúa García, panista que preside Colima. Estuvo también un perredista disidente, J. Guadalupe Acosta Naranjo, de la corriente Galileos, quien nació en Sinaloa pero hizo carrera política en Nayarit. A esta alianza ciudadana se han añadido presidentes municipales de otras entidades. Seguirán los capítulos de Mancera, el independiente (en cartelera, uno especialmente dedicado a la Ciudad de México, denominado El constituyente).

Y, mientras el dirigente formal del PRI, Enrique Ochoa ¡Reza!, ha advertido a los partidos adversarios que se les acabó el recreo, pues él y sus correligionarios van a responder a las falsedades que se propagan a diario (no las del gobierno federal, se entiende, sino de los otros partidos), ¡hasta mañana!

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